Ella dijo – Crítica de la película

En octubre de 2017, The New York Times liberó un explosivo reportaje que, en conjunto con otras publicaciones e innumerables denuncias, catalizaría el alzamiento de una revolución; una que poco tiempo después el mundo conocería como el movimiento #MeToo. Su objetivo ha consistido en respaldar a las silenciadas víctimas de acoso y abuso sexual —mujeres, en su vasta mayoría— en aras de que cuenten sus historias y así las agresiones que sufrieron no queden impunes. El caso del productor de cine Harvey Weinstein fue el primero en adquirir un insólito interés mediático a partir de que el Times expusiera sus actos criminales en el susodicho reportaje, mismo que deviene el eje central de Ella dijo, película dramática que tras su premiere mundial en otoño del año pasado —a cinco años de la publicación del artículo primigenio— llega por fin a salas mexicanas.

Tras la aclamada miniserie Poco ortodoxa, la directora Maria Schrader vuelve a tomar las riendas de una adaptación audiovisual de una obra de no ficción; en este caso, se trata de She Said, libro publicado en 2019 y coescrito por la misma dupla de periodistas responsables del artículo que destapó las fechorías cometidas por Weinstein en los años en que presumió ser una de las figuras más poderosas de la industria del entretenimiento.

Al igual que el material en que se basa, Ella dijo ahonda en el proceso investigativo detrás del reportaje. Versa sobre cómo dos redactoras de The New York Times, Jodi Kantor (Zoe Kazan) y Megan Twohey (Carey Mulligan), unen esfuerzos para armar una historia en torno a los testimonios de abuso sexual perpretado en Hollywood, posterior a comprender la gravedad de la violencia contras las mujeres en el mundo del cine y su encubrimiento sistemático.

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En la línea de otros ovacionados largometrajes, Ella dijo cumple con adentrarnos en el quehacer periodístico con gran ritmo y respeto absoluto hacia quienes lo ejercen hasta sus últimas consecuencias. El armamento cambia según la época; desde las máquinas de escribir en Todos los hombres del presidente, pasando por las computadoras de escritorio de En primera plana, hasta llegar al contexto de avanzados smartphones. Sin embargo, resulta significativo que aun con tanta digitalización y desarrollo tecnológico, el trascendental periodismo de investigación aún sale a las calles y llama a la puerta para recoger testimonios de primera mano; en muchas ocasiones, mediante preguntas cautelosas cuyas respuestas no comprometan al declarante. En eso coinciden las tres películas mencionadas, que bien podrían componer un “Journalism Cinematic Universe”.

Por otro lado, la historia de Jodi y Megan cobra una dimensión inusitada en esta franquicia no oficial. A la par de su labor como guerreras de la prensa, vemos a ambas en sus respectivos roles de madre y esposa; es decir, haciendo malabares entre el trabajo y la familia. Afortunadamente, no es un aspecto tratado a modo de melodrama, aunque tampoco termina de acoplarse de forma tan precisa al argumento principal. Pero al menos para redondear a los personajes, la perspectiva hogareña ostenta eficacia.

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Enfática en su aproximación a eventos verídicos, Ella dijo posee la particularidad de que no todos sus elementos están sometidos a la ficcionalización. Ashley Judd —una de las primeras actrices que alzó abiertamente la voz contra Harvey Weinstein— se interpreta a sí misma en la cinta. Además, una sobrecogedora secuencia incluye una auténtica grabación de audio donde el agresor intimida a la modelo italiana Ambra Gutierrez y reconoce haberla tocado indebidamente.

Ese momento en específico exhibe ingenio documental por parte de Schrader y de la guionista Rebecca Lenkiewicz. En lo visual, lo único que da acompañamiento a la estremecedora confesión son algunas tomas de solitarios y elegantes pasillos de hotel que dejan a la imaginación las atrocidades cometidas. Semejante modo de exposición se repite con éxito en otra escena donde el público oye el recreado testimonio de una víctima más, mientras atestigua en pantalla una desordenada habitación y los vestigios de la tremebunda situación relatada.

No obstante, la infalible sutileza se pierde por instantes en que se opta por los flashbacks a cámara. Fuera del prólogo de la película, el resto de los vistazos al pasado —aunque breves y escasos— terminan siendo dramatizaciones que, aparte de redundantes, rompen con una muy funcional constancia estilística.

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El acertado retrato de lo “invisible” concierne también al propio villano. En Ella dijo, si bien un actor personifica a Weinstein, su rostro nunca es mostrado. Claramente hubo un interés en no darle mayor protagonismo del necesario, aunque no por ello su presencia minimiza el efecto de revolvernos el estómago. Posiblemente una de las imágenes más memorables de la cinta sea la de la silueta del productor, de espaldas a las y los espectadores, y la firmeza con que Megan se planta ante él. Inexpresiva, impávida y resistente a cualquier intimidación, con ese halo de fortaleza que sólo la extraordinaria Carey Mulligan puede proyectar.

Finalmente, hay que alabar también la banda sonora compuesta por Nicholas Britell. El nominado al Óscar por Moonlight conserva el toque cuando se trata de partituras embriagadoras y absorbentes. Así como el tema principal de la serie Succession introduce siempre una atmósfera idónea para la trama de familia disfuncional, negocios y traiciones, aquí la música sintetiza el dolor, la resiliencia, la sed de justicia y la incansable búsqueda de historias lastimosas, pero que deben evidenciarse.

“Fue como si él me quitara la voz ese día, justo cuando estaba a punto de encontrarla”, comenta una sobreviviente en la película. Pero el movimiento #MeToo y sus principios a los que Ella dijo rinde homenaje hablan de una luz al final de túnel. No más mordazas. Esta es una época para recobrar la voz y hacer que el mundo escuche.

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Antonio G. Spíndola Tengo muy mala memoria. Por solidaridad con mis recuerdos, opto por perderme también. De preferencia, en una sala de cine.