Símbolo nacional: El hijo del Santo sobre documental de su padre

No ha sido fácil ser El hombre detrás de la máscara, dice El Hijo del Santo, luchador que protagoniza este documental sobre su propia historia, pero que es al mismo tiempo sobre su papá: Santo, «El Enmascarado de Plata», referente de la idiosincrasia nacional que protagonizó más de 50 películas y practicó la lucha libre por más de 40 años.

“Siempre he dicho que es como un monstruo, un ídolo muy querido, un luchador que trascendió: no se quedó en el ring, sino que hizo cine, historieta y viajó por el mundo. Su imagen no nada más se conoce en nuestro país, sino en Centro y Sudamérica, en Europa, en Medio Oriente. Ser la continuación de su personaje para mí no fue fácil. Afortunadamente tuve su apoyo, porque él me eligió para continuar con su legado. Esto por una parte me dio mucha confianza, pero por otra también me llenó de responsabilidades. No ha sido fácil, pero ha valido mucho la pena”.

El Hijo del Santo aparece vestido con un traje gris para hacer la entrevista. Alguna lesión en la nariz le incomoda continuamente bajo la brillante máscara plateada. Es muy puntual, atento y hábil con las palabras. El motivo de la charla es el estreno de El hombre detrás de la máscara, documental dirigido por su esposa, la productora Gabriela Obregón, que llevaba tres años esperando el momento de llegar a las pantallas. El Hijo del Santo había considerado estrenarlo en septiembre del año pasado, con motivo del centenario del natalicio de su padre, pero tuvo que retrasarlo y mientras tanto siguió su recorrido por festivales nacionales e internacionales. Ahora el filme tendrá su corrida comercial para celebrar el aniversario 36 del debut de El Hijo del Santo en la lucha libre profesional.

La idea empezó a gestarse cuando el luchador le enseñó a su esposa películas familiares filmadas en súper 8, luchas importantes de su padre conservadas en formato Beta o en DVD. “Tengo un acervo impresionante de mi papá”, dice sentado en una de las sillas de un comedor de un pequeño departamento ubicado arriba de su tienda en la colonia Condesa. A Gabriela le parecía importante compartirlo con la gente y le propuso realizar un documental. Ella me animó, dice él, y él a su vez la convenció de dirigirlo. “Es mi propia historia. Hay momentos en que El Hijo del Santo habla de su vida, de que no todo es fácil. Realmente es una historia, yo la llamaría modestamente de éxito. Muchas personas como yo que aparentemente tenemos todo fácil, pero la vida te pone obstáculos”.

El hombre detrás de la máscara es también la historia de un vínculo entre padre e hijo. Se ve, por ejemplo, al Santo interactuando con el menor de sus diez hijos, el continuador de su legado, tanto de niño como en la época de su debut como luchador. “La gente no se imagina lo que hacía el Santo cuando no era el Santo, como grabar en sus grabadoras de carrete, se ponía a cantar o a narrar parte de su vida. Y eso es un tesoro. Me emociona escuchar su voz verdadera, no la voz de sus películas, que es doblaje. Escuchar de sus propios labios sus alegrías y sus tristezas. De niño yo filmaba mucho con él, me entrevistaba y me hacía cantar. Fueron momentos muy bonitos que ahí están, porque pueden estar en mi mente como recuerdo, pero está el testimonio y eso es digno de contarse”.

En el documental también se aborda la etapa actual de El Hijo del Santo como luchador profesional. Aunque ya casi no lucha debido a una fuerte lesión en la espalda que casi lo manda al retiro forzado, es un gran promotor. Él, aunque ha estado en todas, no pertenece a ninguna de las compañías de lucha libre de México. En el documental se le ve por Europa, adonde fue junto con su empresa El Todo por el Todo.

“Es una muestra, no para mis compañeros luchadores, sino para toda la gente, de que el mundo es muy grande. Y cuando en tu país te cierran las puertas, hay otros lugares donde te valoran. Y a mí, y al grupo de luchadores que fue conmigo, me pasó eso en Europa. Es una manera de levantar la voz, de no permitir que te exploten, de no permitir que te mangoneen, porque no eres un títere, eres un ser humano, eres la materia prima de un deporte-espectáculo y eso genera muchas ganancias. Pero cuando el pastel está mal repartido, a mí no me parece justo”.

En El hombre detrás de la máscara también se aborda la arista filantrópica del luchador, surgida a partir de un viaje por Vietnam, y el legado de la figura de Santo. “A los mexicanos debe darnos mucho orgullo tener un personaje como él. A lo mejor es trillado, pero es real, es un superhéroe de carne y hueso, no es un actor que interpreta al Santo, sino una persona real que se casó con el personaje y le dio vida. Heredar eso es para mí muy importante y me da mucho orgullo ver que las nuevas generaciones sigan conociendo al Santo”.

Su hijo, Santo Jr., continuará el legado. “Ya debutó, pero para mí es importante la escuela, como fue en mi caso. Tuve que terminar mi carrera y titularme, entonces a mí me gustaría que hiciera lo mismo”. Por ahora, los proyectos cinematográficos para retomar al Santo han quedado en meros intentos, pero lo que sí es una realidad es la serie sobre su vida.

“Ha habido muchos acercamientos que por algo no se han concretado. De hecho, viajé a Madrid, me invitó Alex de la Iglesia en su momento para platicar, pero de pronto no se concretan los proyectos por algo, lo cual no me desanima. Yo sí creo mucho en que las cosas llegan cuando tienen que llegar. Ahorita estamos trabajando con la serie del Santo, pero acercamientos ha habido con mucha gente que quiere hacer algo para cine, pero a lo mejor eso viene después. Si vamos a hacer una película del Santo, tiene que ser protagonizada por El Hijo del Santo o por mi hijo, porque nadie mejor que nosotros para hacerlo”.

De hecho, en el documental dice que el Santo es un ícono cultural de México. “Es un símbolo porque cuando vas al extranjero, por ejemplo, en Japón, ves la máscara del Santo y lo primero que piensan es en México. Es lo mismo que ver un sombrero de charro o, con mucho respeto y valga la comparación, la imagen de la Virgen de Guadalupe”.

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Javier Pérez Nadie quiere acompañarlo al cine porque come palomitas hasta por los oídos e incluso remoja los dedos en el extraqueso de los nachos. Le emocionan las películas de Stallone y no puede guardar silencio en la sala a oscuras. Si alguien le dice algo, él simplemente replica: "stupid white man".