ENTREVISTA: Will Gluck explica cómo corrigió los fallos en Peter Rabbit

Cuando en 2018 Peter Rabbit estrenó su primera película en los cines, su director Will Gluck resistió como los grandes un buen cúmulo de críticas que devinieron desde el ángulo musical, el tono exagerado de la comedia, la personificación que hizo del conejo creado por Beatrix Potter, e incluso su nacionalidad (estadounidense) ajena a la cuna del conejo británico. Ahora que el director ha vuelto con una secuela más grande, de temas más complejos y de latitudes más internacionales, Cine PREMIERE se dio a la tarea de platicar con él para desmenuzar todos los puntos anteriores, que hicieron de la primera película una experiencia agridulce para la crítica y el público.

Para Peter Rabbit 2, el desenfadado conejo atraviesa de pronto por una crisis existencial y de identidad. No está seguro si en realidad es el malcriado animal que describen los libros de Bea (Rose Byrne) o si su naturaleza es la de un conejo saqueador. Mientras Bea se prepara para comercializar sus libros, de pronto asegura en un curioso diálogo que odiaría ver su libro adaptado en una comedia pícara que sólo persiga la ganancia comercial y que fuera comandada además por un americano.

El personaje de Byrne y el diálogo meta tienen un punto. Al ser Peter Rabbit un ícono literario que forma parte de la tradición británica, resulta curioso que el elegido por Universal Pictures para dirigir la adaptación fuera un autor estadounidense. Por ello, cuando a Will Gluck se le pregunta sobre su decisión de incluir dicho diálogo en la secuela, y lo divertido que resulta encontrar una referencia de sí mismo y de su película, éste ofrece una buena razón.

«Saqué eso directamente de una crítica que recibimos de la primera película [risas]. Sabía que algunas audiencias británicas sintieron que me burlaba o que era irrespetuoso con el personaje en la anterior. Así que supongo que esa fue como una clase de disculpa».

La primera película del pícaro conejo embarca al personaje en una guerra intensa con un humano de la gran ciudad (Domhnall Glesson), que tiene como misión vender la propiedad en la que se encuentra la madriguera de Peter y de sus amigos. Con un escenario sobre todo dispuesto en la gran campiña británica, conocimos primero a estos personajes como parte de una pequeña localidad, en donde la meta era un conseguir alimento de un huerto.

Sin embargo, con Peter Rabbit 2, Will Gluck apuntó a lograr una película más grande. El filme abandona en su mayor parte la casa de campo y lleva al conejo a nuevas aventuras en la gran ciudad de Londres. Para el director era importante que el retorno a este mundo presumiera de un tono diferente, con ambiciones más grandes, no sólo para la producción, sino para las vidas de los mismos personajes.

«La idea siempre fue hacer algo más grande y además que se desenvolviera en todo el mundo», platica Gluck. «Queríamos tener personas de todas partes del mundo, porque en la anterior sólo un 60 o 70 por ciento de las personas era global. Y para lograrlo sacamos a los personajes del campo y los llevamos a la gran ciudad. Aunque teníamos una vista hermosa del campo inglés, los llevamos a la ciudad para que se sintiera global. Y así creamos a personajes nuevos de distintas latitudes para que, por ejemplo, quien viera la película desde México, dijera ‘definitivamente entiendo esto’. Tenía que conectar mejor con audiencias de todo el mundo.

Cuando Peter llega a la gran ciudad conoce a un viejo amigo de su padre que sobrevive en la urbe saqueando los refrigeradores de los londinenses. De pronto, el conejo reflexiona sobre su papel: ¿ser una mascota y convivir en armonía con los humanos o seguir sus instintos para dedicarse al saqueo indistinto de jardines o huertas?

El viaje interno de Peter le otorga a la película un argumento y una dimensión más compleja y madura en comparación con la película anterior. En aquella, lo más importante para el conejo era rescatar el huerto y sobre todo vencer al testarudo humano. Aquí, lo más relevante es conocerse a sí mismo y entender su papel en el mundo.

«Para la primera película, en nuestra mente Peter tendría unos 12 o 13 años, así que para ésta tiene entre 16 o 15 años», explica Gluck sobre el rasgo emocional de la historia. «Y si vas a tener esa edad, sabemos que hay cosas más complejas que transitan por tu mente. Como la pregunta de quiénes somos, cómo encajamos en el mundo, lo que la gente piensa de nosotros. Así que no queríamos que nuestros personajes se quedaran en el mismo periodo de tiempo de la primera película. Queríamos que nuestra audiencia creciera con nuestros personajes. Así que si hacemos una tercera película, será todavía más grande. Queremos que se sienta como si creciéramos a la par de estos personajes. Y además, cuando creces tus problemas se vuelven más complejos».

En este sentido, Gluck también debió enfrentarse a retos complejos, como el manejo de animales creados por computadora y la exploración de un mundo más grande, con una mayor cantidad de seres humanos. Para ello, la primera película de Peter Rabbit fue «una experiencia de aprendizaje», como lo define el mismo director. Ahora que estaban de regreso el mismo equipo y los mismos actores, el reto fue hacer todo lo que ya habían hecho con anterioridad pero en una escala mucho mayor.

Según cuenta el cineasta, hay ciertas escenas en la película, como la del mercado de granjeros, que tomaron unas seis semanas en filmarse. En ella hay muchos animales interactuando con humanos todo el tiempo, por lo que fue algo muy complejo, con muchos stunts trabajando en conjunto con extras y coreógrafos.

«La meta era que la audiencia olvidara que se trataba de personajes de CGI » dice Gluck. «Y la única manera de lograrlo es hacer que interactúen realmente con el entorno, que no solamente haya tomas en donde se vean únicamente estos personajes. Por eso raramente tenemos tomas cerradas en donde sólo estén los personajes animados. Siempre están en el mundo, en la ciudad, en el mercado, en la cabaña interactuando con cosas y personas. Y aunque al final del día eso suena muy complicado, de hecho es algo muy simple».

Finalmente, Peter Rabbit 2 inserta su música con humor. En la primera película se trataba de una bandada de palomas cantoras que le ponían sabor a las escenas. Sin embargo, en la secuela es un gracioso castor el que siempre aparece al fondo coreando la canción en turno, que conecta de manera exageradamente obvia con la situación en pantalla. En un momento especial, Peter voltea y la pregunta al animal cómo es posible que sepa a cada momento por lo que está pasando.

Gluck explica que este comentario musical metanarrativo está en la película porque la música siempre ha significado para él una parte muy importante de su proceso. La selección musical está presente desde la escritura de guion y la preproducción e incluso también cobra vida y decide el camino de la edición:

«Quería tener música de diferentes estilos, pero que se sintiera como la misma película. Así que es más sobre qué tipo de canción se sentirá bien en ciertos momentos. Otra vez usamos mucho a Vampire Weekend, como en la anterior, e incluso Green Day y algunos grupos ingleses más pequeños. Pero siempre, aunque utilicemos canciones más antiguas, de cualquier forma la meta es que se sienta como parte de lo mismo».

Peter Rabbit 2: Conejo en fuga se encuentra en en todos los cines del país. Puedes leer la crítica de Cine PREMIERE aquí.

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Luis Angel H Mora Mi relación más estable es con el cine, la fiesta y la música. Me encanta escribir sobre cine, conocer gente nueva y compartir ideas. Idealista en todo sentido, supongo que es mi rasgo acuariano de ascendente.