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Cine

Entrevista con Sandra Luz López por Artemio

05-06-2018, 10:31:37 AM Por:
Entrevista con Sandra Luz López por Artemio

Hot Docs, el festival de cine documental más grande de Norteamérica, dedicó en su edición 25 una sección a nuestro país llamada Made in México.

El pasado seis de mayo, en un Toronto lluvioso pero cálido a la vez, nos encontramos con Sandra Luz López, directora del cortometraje documental Artemio y nominada al Ariel a Mejor cortometraje, en el Paupers Pub, uno de los pubs típicos del barrio Yorkville justo en frente del Ted Rogers Cinema, sede principal de Hot Docs. La cita fue unas horas antes de que la directora tuviera su última función con el público en el Innis Town Hall, un cine comunitario donde asisten, sobre todo, locales.

¿Cómo llegó tu documental a Hot Docs?

En el festival de este año, que además llega a su aniversario 25, hubo un programa especial dedicado al documental mexicano; IMCINE hizo una curaduría y Artemio estaba en un programa que fue proyectado con dos cortos más: Relato familiar y Tecuani, Hombre Jaguar. Esto coincide con que los tres trabajos estén nominados al Ariel por Mejor corto documental. Fue una gran oportunidad porque yo no tenía el placer de conocer a los demás directores.

¿Cual dirías que es la importancia de estar en Hot Docs para un documental mexicano y sobre todo para un cortometraje?

Artemio es mi proyecto de tesis del CCC. Tuvo su debut en Ambulante el año pasado y su estreno internacional fue en Sheffield Doc/Fest; creo que Sheffield y Hot Docs son los dos festivales más importantes en los que ha estado el trabajo. Después de un año de recorrer festivales, estoy muy contenta de cerrar este año de distribución y difusión en Hot Docs. Llevo un año festivaleando con el proyecto. Por supuesto, la nominación al Ariel es una forma magnífica de cerrar un ciclo. Es un gran honor terminar de esta manera.

Artemio dura casi 50 minutos; en realidad es un mediometraje, estrictamente eso es lo que es. En Morelia nos dieron mención por largometraje mexicano, sin embargo es un mediometraje. Los festivales grandes tienen esta regla: si dura más de 60 minutos es largo, y si dura menos de 30 es un corto. Artemio se queda como en un limbo muy extraño, pero realmente me tiene muy contenta que lo hayan aceptado en tantos festivales, que haya tenido un recorrido tan bueno. A veces es corto, a veces es largo.

¿Por qué decidiste hacerlo de esta duración?

La historia se cuenta con esa duración: no le hacen falta diez minutos más y no le sobran 20 minutos. Fue una decisión que se tomó con la editora. Como es mi trabajo de tesis, la escuela me dijo: «es muy difícil que tu proyecto lo tomen en festivales grandes porque ni siquiera se adapta a las reglas». Asumí las consecuencias y no me arrepiento. Estoy muy contenta con el recorrido.

¿Cómo conociste a Artemio y a su mamá y qué fue lo que te hizo querer hablar sobre ellos?

Conocí a la bisabuela de Artemio hace diez años en la Costa Chica de Guerrero y Oaxaca. Me marcó profundamente la vida en muchos sentidos: era una mujer que tenía casi 100 años, que no sabía leer ni escribir, pero que tenía unas historias hermosas del origen de los pueblos, del origen del mundo y del origen del mar. Ese fue el encuentro que marcó en mí la necesidad de contar historias a través del cine y la exigencia de preservar la memoria y entender el elemento documental como una cuestión de trabajar con personas. Soy de la ciudad de Oaxaca y antes de estudiar cine, estudié antropología; todo mi proceso de investigación fue en torno a la bisabuela de Artemio.

Me inscribí a estudiar cine justo por la necesidad de contar esta historia de Catalina, la bisabuela de Artemio. Cuando regresé a la Costa Chica ya fue como estudiante de cine, con un fotógrafo, con todos los deseos de narrar esta historia; buscando retratar mujeres afro-descendientes. Y así, encontré a la nieta de Doña Cata, Coco Zárate, la mamá de Artemio. Siempre digo que la historia nos encontró a nosotros pues estábamos grabando una entrevista con la nuera de Doña Cata y fue Coco quien se acercó para decirnos que quería platicar, que ella también era nieta de Doña Cata. Fue un encuentro muy lindo.

¿Cómo lograste que fueran tan naturales ante la cámara, que no se sintieran intimidados? ¿Cuánto tiempo pasaste con ellos antes del rodaje?

Creo que la carta de presentación fue mostrarles un documental que hice de Doña Cata cuando estudié antropología. Fue un encuentro muy bonito porque Artemio conoció a su bisabuela a través de eso. Se dio un lazo de mucha confianza. También a Coco, la mamá de Artemio, como había vivido en EUA y no había vuelto hasta ese momento, le dio mucho gusto ver a su abuela. Hicimos click, algo muy lindo. Realizamos dos viajes –el fotógrafo Bruno Santamaría y yo– antes del rodaje y pasamos tiempo con ellos. Llevábamos la cámara y yo hice sonido. Comíamos con ellos, dormíamos en su casa; realmente se construyó una relación.

¿Cuánto duró el rodaje, el scouting y la investigación?

El rodaje duró 13 días. Antes hicimos dos scoutings de un par de semanas cada uno, pero creo y confío que la relación se dio con la bisabuela, es decir, el lazo era eso. Coco estaba muy acostumbrada a la cámara porque cuando vivió en EE. UU. trabajó como modelo de pintores y fotógrafos, no parecía que le molestara para nada estar frente a ella. Con Artemio todo fue como un juego: le explicamos que no tenía que mirar a cámara. Todo el tiempo estábamos con ellos, no necesariamente grabando: jugábamos con Artemio, íbamos a las maquinitas, corríamos. Siempre estábamos muy atentos y cuando pasaban cosas importantes la cámara estaba ahí en la casa.

El sonido es muy importante en tu película; muchas veces los directores lo usan sólo como un elemento de fondo, pero en Artemio es un discurso muy importante desde el principio. ¿Por qué decidiste empezar así?

Cuando viajamos con Coco y Artemio sin grabar, nos dimos cuenta que ellos dos tienen un código de juego todo el tiempo: cantan, juegan a «I Spy» (Yo veo); entonces yo le decía a Coco: «Vamos a grabar, ¿puedes jugar con Artemio a esto? ¿Puedes cantar la canción tal?». Por ejemplo, la canción del final, yo le pedí a Coco que la cantara porque los había oído cantarla antes. Hubo un trabajo previo de simplemente estar con ellos para saber cuáles eran sus códigos. Creo que el trabajo con el crew fue muy importante, fuimos cuatro personas al rodaje. Isis Puente hizo el sonido y tuvo un relación muy bonita con Artemio porque ella nació en El Paso y un poco se equiparan sus historias, funcionaba como su hermana mayor; cuando Artemio se enojaba, le gritaba al micrófono. Era una relación muy linda.

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