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Cine

Esa era Dania – Crítica

01-11-2019, 9:16:56 AM Por:
Esa era Dania – Crítica

Esa era Dania es un ejercicio transgresor que cuestiona convenciones estéticas y formales.

Cine PREMIERE: 4
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Uno llega a una sala de cine, se apagan las luces y comienza un ritual con reglas bastante definidas y conocidas. Algunas veces llegamos ya con algunos datos desde los cuales partimos: si se trata de un documental o un trabajo de ficción, tal vez algunos rasgos generales de la trama, o una dirección sugerida por el título. Uno nunca llega en estado de completa pureza visual o ideológica: es decir, hay expectativas y costumbres que preceden nuestra experiencia como espectadores y, desde ellas, nos entregamos a aquello que vemos en la pantalla. Entramos en la convención, aceptamos jugar el juego.

Es a través del desafío de estas reglas que Dariela Ludlow otorga una grado extra de complejidad a su ejercicio narrativo. Ésa era Dania (2016) tiene como eje central una la estructura clásica para narrar la anécdota –Dania es una madre soltera y adolescente de clase media-baja que se enfrenta a los obstáculos y conflictos a los que esperaríamos que una mujer en su condición se enfrente–. Una historia dura, común, y hasta cierto punto, tradicional.

Pero Ludlow no se queda ahí: toma la experiencia de Dania –personaje inspirado e interpretado por una Dania real a quien la directora y fotógrafa conoce, con quien vivió de cerca esos conflictos que vemos retratados/recreados/ficcionalizados– para construir una especie de caleidoscopio. Dania se encuentra el celular de una chava fresa y a través de sus selfies y videos echa un vistazo a su vida. En un segundo momento Dania ve, también, la grabación de su propia historia –recreada con los actores reales interpretándose a ellos mismos–. «Dania viendo la película de Dania» –una película donde esa Dania, a su vez, ve la película fragmentada de esa otra mujer desconocida–, y nosotros viendo a Dania viendo la película de Dania.

Estamos frente a un cine que, en lugar de intentar velarlo, muestra su artificio en todo su esplendor: vemos un relato que desde el inicio (nos es advertido que esto que vemos es «lo que tú elijas») nos obliga a emanciparnos como espectadores y a hacernos responsables del lugar que estamos ocupando y de lo que hacemos con las imágenes que estamos viendo. Una cinta que no da tregua, que, así como incorporó la colaboración de su personaje principal, exige que su público juegue un papel activo.

La transgresión de Ludlow, además, no se queda ahí. Hay otro desafío, uno mucho más sutil, que opera hacia adentro del cuadro: las estrías de Dania asomándose por su ombliguera, las pequeñas imperfecciones en su cutis, las manchitas en la pared, los mocos y el pelo alborotado de su hija Ximena, la pluma rosa que usa para responder el examen, mordida por la ansiedad, los diálogos titubeantes, el atrevimiento de ver de frente a una mujer que se está viendo a sí misma en toda su vulnerabilidad. No hay glamurización del relato ni éste ha sido pasado por el filtro del melodrama o la exotización. Dania no es un bicho raro ni un personaje por el que hay que sentir lástima o condescendencia, es una mujer observada por un lente que la respeta y la representa.

Al llevar esta ficcionalización de un caso real a un ejercicio transgresor que cuestiona convenciones estéticas y formales, Ludlow cuestiona su propio papel como cineasta y fotógrafa mientras deja en evidencia un claro sentido de compromiso con su espectador, con el quehacer cinematográfico y, ante todo, con su protagonista: las historias y los cuerpos no deberían ser simple materia prima del cine.

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autor Gryffindor con ascendente Ravenclaw. Soy crítica, editora, traductora y feminista de tiempo completo. Edité la revista Icónica durante varios años. Ahora estudio diseño editorial, edito libros en Cal y Arena y coordino Ya Es Hora.
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