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Columnas

Escala México-Berlí­n

05-02-2009, 1:29:38 PM Por:
Escala México-Berlí­n

Han pasado ya 59 ediciones. Hoy por la tarde, mientras veía que la nieve caía calma, como en la secuencia final de El Joven Manos de Tijera, me pregunté quién habría sido aquel alemán al que se le pudiera atribuir el nacimiento de un festival de cine justo cuando el segundo coletazo del invierno se […]

Han pasado ya 59 ediciones. Hoy por la tarde, mientras veía que la nieve caía calma, como en la secuencia final de El Joven Manos de Tijera, me pregunté quién habría sido aquel alemán al que se le pudiera atribuir el nacimiento de un festival de cine justo cuando el segundo coletazo del invierno se deja caer con crueldad sobre Berlín, internándose por entre sus calles con especial saña, como un virus blanco y helado y temible: ¿era acaso un proto-hippy alemán amante del séptimo arte?, ¿era, por lo contrario, un grupo de empresarios que veían en el entretenimiento un negocio rentable?, ¿o fue acaso la natural y lógica respuesta al boom económico que Alemania Occidental empezó a vivir a partir de la década de los cincuenta?

Esas respuestas, por desgracia, no las tengo. Juro que las averiguaré porque a mí la curiosidad me pica en la nuca con el ardor de un abejorro alevoso, pero eso será después, con lentitud y calma, como los copos que más que tocar, apenas acarician mi ventana con pereza o timidez. Por lo pronto y con el afán de controlar mi ansiedad de aprender, tan rara en mí y aún más en domingo, me puse a investigar las huellas que nuestro país ha dejado en el festival, al menos en cuanto a las películas elegidas para la Selección Oficial se refiere. Fue así como descubrí que 1956 es el año en que se ubica el debut de México en la Berlinale. El filme escogido fue El Camino de la Vida, del director Alfonso Corona Blake, quien recibió una mención honorífica. Apenas un año después el turno fue para Tizoc, de Ismael Rodríguez, cinta que si bien no recibió el codiciado Oso de Oro por Mejor Película, fue reconocida por la labor de sus actores, en específico el trabajo de Pedro Infante, a quien póstumamente le fue entregado el Oso de Plata por Mejor Actuación Masculina, premio que, valga decirlo, jamás ha vuelto a manos de algún mexicano.

Aquí un fragmento de la cinta:

Luego de apenas doce meses, en 1958 y a manera de dato francamente curioso, fueron dos los filmes mexicanos aceptados para competir en la Selección Oficial: Miércoles de Ceniza, de Roberto Gavaldón y Una Cita de Amor, dirigida por el genio terrible (decía que obligaba a sus amigos a beber con él a punta de cuchillo), Emilio "El Indio" Fernández. Gavaldón repetiría el honor un año después con La Flor de Mayo.

Luego de esta participación en 1959, es notable un gran hueco de propuestas mexicanas que coincide con la decadencia de la llamada Época de Oro. No es sino hasta 1976, con Los Albañiles, de Jorge Fons -ganadora de un Oso de Plata-, que la presencia mexicana retorna a los telones de manufactura teutona. Este pequeño y medianamente glorioso regreso, sin embargo, sería nuevamente seguido por un agujero negro y callado apenas sacudido por la presencia de Cabeza de Vaca, de Nicolás Echevarría, en 1991 y El Callejón de los Milagros, de Jorge Fons, en 1995, esta última acreedora de una merecida mención especial. Aquí un pequeño vistazo a estas dos cintas, ambas clásicas del cine mexicano de los noventa:

Tendrían que pasar más de una década para que una película mexicana nuevamente formara parte de la lista de la Selección Oficial en la Berlinale. Tal hecho aconteció apenas el año pasado cuando Lake Tahoe, de Fernando Eimbcke, fue proyectada sobre la pantalla del Berlinale Palast. Según sé, durante su corrida comercial en México, ocurrida varios meses después, la cinta sería más bien recibida con frialdad y escepticismo y más de uno la calificó de pretenciosa. Se vale decirlo, y yo no soy quien negará que la propuesta de la cinta bien podría prestarse a eso. Si bien, de la misma manera sería injusto ocultar que ésta fue una de las películas de las que más se habló durante el festival del año pasado. Metiendo mis narices entre grupos de periodistas y cinéfilos pude corroborar en carne propia que así como algunos la amaron otros la detestaron. Y así como un alemán poseedor de un cargo importante dentro del festival me confesó que era la mejor película que había visto en mucho tiempo, un periodista francés al que apenas conocía tuvo las pelotas de echarme en cara una frase tan rebuscada que a la fecha ignoro cómo interpretar: "Estos mexicanos y su surrealismo… primero nos embarran la mierda de Reygadas y luego nos dejan esto…"  Así las cosas, resulta obvio que fueron pocos, los menos, quienes se quedaron indiferentes ante la cinta de Eimbcke. Ciertamente no lo fueron quienes acabaron otorgándole el premio Fipresci y la codiciada presea Alfred Bauer. Aquí el trailer:

Y como colofón: Este año la presencia de México es muy discreta pero existe. Ya hablaré sobre eso en mi próxima entrada.

Buen lunes. Con o sin nieve.

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autor Este texto fue ideado, creado y desarrollado al mismo tiempo por un equipo de expertos trabajando en armonía. Todos juntos. Una letra cada uno.
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Escala México-Berlín

01-02-2009, 1:19:13 PM Por:
Escala México-Berlín

Han pasado ya 59 ediciones. Hoy por la tarde, mientras veía que la nieve caía calma, como en la secuencia final de El Joven Manos de Tijera, me pregunté quién habría sido aquel alemán al que se le pudiera atribuir el nacimiento de un festival de cine justo cuando el segundo coletazo del invierno se […]

Han pasado ya 59 ediciones. Hoy por la tarde, mientras veía que la nieve caía calma, como en la secuencia final de El Joven Manos de Tijera, me pregunté quién habría sido aquel alemán al que se le pudiera atribuir el nacimiento de un festival de cine justo cuando el segundo coletazo del invierno se deja caer con crueldad sobre Berlín, internándose por entre sus calles con especial saña, como un virus blanco y helado y temible: ¿era acaso un proto-hippy alemán amante del séptimo arte?, ¿era, por lo contrario, un grupo de empresarios que veían en el entretenimiento un negocio rentable?, ¿o fue acaso la natural y lógica respuesta al boom económico que Alemania Occidental empezó a vivir a partir de la década de los cincuenta?

Esas respuestas, por desgracia, no las tengo. Juro que las averiguaré porque a mí la curiosidad me pica en la nuca con el ardor de un abejorro alevoso, pero eso será después, con lentitud y calma, como los copos que más que tocar, apenas acarician mi ventana con pereza o timidez. Por lo pronto y con el afán de controlar mi ansiedad de aprender, tan rara en mí y aún más en domingo, me puse a investigar las huellas que nuestro país ha dejado en el festival, al menos en cuanto a las películas elegidas para la Selección Oficial se refiere. Fue así como descubrí que 1956 es el año en que se ubica el debut de México en la Berlinale. El filme escogido fue El Camino de la Vida, del director Alfonso Corona Blake, quien recibió una mención honorífica. Apenas un año después el turno fue para Tizoc, de Ismael Rodríguez, cinta que si bien no recibió el codiciado Oso de Oro por Mejor Película, fue reconocida por la labor de sus actores, en específico el trabajo de Pedro Infante, a quien póstumamente le fue entregado el Oso de Plata por Mejor Actuación Masculina, premio que, valga decirlo, jamás ha vuelto a manos de algún mexicano.

Aquí un fragmento de la cinta:

Luego de apenas doce meses, en 1958 y a manera de dato francamente curioso, fueron dos los filmes mexicanos aceptados para competir en la Selección Oficial: Miércoles de Ceniza, de Roberto Gavaldón y Una Cita de Amor, dirigida por el genio terrible (decía que obligaba a sus amigos a beber con él a punta de cuchillo), Emilio "El Indio" Fernández. Gavaldón repetiría el honor un año después con La Flor de Mayo.

Luego de esta participación en 1959, es notable un gran hueco de propuestas mexicanas que coincide con la decadencia de la llamada Época de Oro. No es sino hasta 1976, con Los Albañiles, de Jorge Fons -ganadora de un Oso de Plata-, que la presencia mexicana retorna a los telones de manufactura teutona. Este pequeño y medianamente glorioso regreso, sin embargo, sería nuevamente seguido por un agujero negro y callado apenas sacudido por la presencia de Cabeza de Vaca, de Nicolás Echevarría, en 1991 y El Callejón de los Milagros, de Jorge Fons, en 1995, esta última acreedora de una merecida mención especial. Aquí un pequeño vistazo a estas dos cintas, ambas clásicas del cine mexicano de los noventa:

Tendrían que pasar más de una década para que una película mexicana nuevamente formara parte de la lista de la Selección Oficial en la Berlinale. Tal hecho aconteció apenas el año pasado cuando Lake Tahoe, de Fernando Eimbcke, fue proyectada sobre la pantalla del Berlinale Palast. Según sé, durante su corrida comercial en México, ocurrida varios meses después, la cinta sería más bien recibida con frialdad y escepticismo y más de uno la calificó de pretenciosa. Se vale decirlo, y yo no soy quien negará que la propuesta de la cinta bien podría prestarse a eso. Si bien, de la misma manera sería injusto ocultar que ésta fue una de las películas de las que más se habló durante el festival del año pasado. Metiendo mis narices entre grupos de periodistas y cinéfilos pude corroborar en carne propia que así como algunos la amaron otros la detestaron. Y así como un alemán poseedor de un cargo importante dentro del festival me confesó que era la mejor película que había visto en mucho tiempo, un periodista francés al que apenas conocía tuvo las pelotas de echarme en cara una frase tan rebuscada que a la fecha ignoro cómo interpretar: "Estos mexicanos y su surrealismo… primero nos embarran la mierda de Reygadas y luego nos dejan esto…"  Así las cosas, resulta obvio que fueron pocos, los menos, quienes se quedaron indiferentes ante la cinta de Eimbcke. Ciertamente no lo fueron quienes acabaron otorgándole el premio Fipresci y la codiciada presea Alfred Bauer. Aquí el trailer:

 

Y como colofón: Este año la presencia de México es muy discreta pero existe. Ya hablaré sobre eso en mi próxima entrada.

Buen lunes. Con o sin nieve.

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autor Carlos Jesús (aka Chuy) es escritor y periodista freelance. Desde 2006 radica en Berlín, desde donde colabora para distintos medios. Sus pasiones son su familia, la cerveza, escribir relatos y el cine de los setenta.
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