Federico Fellini es una leyenda del cine italiano, pero también es mucho más que eso. Hablar de él implica referirse a una de las grandes mentes creativas de todos los tiempos y alguien que ha aprovechado su enorme talento para abordar distintos temas que van del drama rural al caos urbano sin perder de vista la crítica social, el amor y la pasión fílmica.
Esta misma destreza fue determinante para reducir las barreras de la industria norteamericana, al ser un nominado recurrente de la Academia y el primer cineasta extranjero que compitió en la terna de Mejor director . Su labor individual, ya fuera como realizador o guionista, fue considerada en doce ocasiones, pero nunca logró hacerse con ninguna estatuilla competitiva. Eso sí, su obra fue acreedora en cuatro ocasiones al premio como la Mejor película extranjera y fue clave para convertir a Italia en la primera potencia de la categoría.
Dueño de una obra que pasó del tradicionalismo a la ensoñación y en el algunos casos a la incomprensión, recordamos a Federico Fellini en este ranking completo de su filmografía .
Ginger y Fred (Dir. Federico Fellini, 1986)
Giuletta Masina y Marcello Mastroianni interpretan a dos viejos bailarines que se reencuentran luego de 30 años en el retiro para un último número, con la gran peculiaridad de que este no se desarrollará en un teatro que remita sus glorias, sino en un peculiar programa de variedades. Una cinta cargada de nostalgia, pero también de grandes enseñanzas al cuestionar el lugar de los mayores en un mundo que parece tener cada vez menos cabida para ellos. También pasó a la historia por la polémica generada al inspirar una demanda norteamericana por difamar la figura pública de Ginger Rogers, en un caso sumamente mediático que fue desestimado por un juez al asegurar que la cinta sólo incluía tenues referencias a la figura de la actriz/bailarina y su compañero Fred Astaire.
La ciudad de las mujeres (Dir. Federico Fellini, 1980)
La película que reunió a Federico Fellini y Marcello Mastroianni a más de 15 años de su brillante colaboración en 8 ½ (1963). Al igual que aquella ocasión, la dupla convirtió la interacción entre hombres y mujeres en parte fundamental de su historia, pero con la peculiaridad de que esta vez la ascendió como su tema central y la abordó desde una perspectiva fantástica con un sujeto enclaustrado en un hotel rodeado de féminas. Tuvo buenas críticas a secas y generó poco interés en el público, producto de una trama que priorizó tanto la simbología que terminó descuidando la narrativa. En los últimos años ha desatado una tibia polémica al ser vista como una cinta que convierte al género masculino en la víctima de la agresividad femenina.
La voz de la luna (Dir. Federico Fellini, 1990)
La obsesión y la locura siempre fascinaron a Federico Fellini, lo que convirtió a La voz de la luna en un cierre perfecto para su brillante carrera. Inspirada en Il poema dei lunatici de Ermano Cavazzoni, la cinta nos presenta dos hombres cuyos respectivas alucinaciones y problemas mentales los convierten en inadaptados para la sociedad, pero también en compañeros perfectos de un curioso viaje entre la realidad y la fantasía. Una de las historias más fascinantes del cineasta italiano al fusionar elementos de La strada (1954), Amarcord (1973) y La ciudad de las mujeres (1980), cuyas ensoñaciones han resultado en comparaciones con El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha de Cervantes Saavedra. Pasó a la historia por ser la última película de Fellini, pero también por el rechazo de la distribución angloparlante al no estrenar en salas de Estados Unidos ni Inglaterra a pesar de la buena respuesta en Francia e Italia.
Luci del varietà (Dir. Fellini & Lattuada, 1950)
Federico Fellini debutó en pantalla grande en colaboración con Alberto Lattuada, quien ya había demostrado su calidad en títulos como Il bandito (1946) e Il delitto di Giovanni Episcopo (1947). El filme en cuestión fue Luci del varietà, sobre una joven que se incorpora a un espectáculo ambulante y cuya belleza detona toda clase de problemas al interior del show. La película fue tibiamente recibida por el público y la crítica al ser vista como un drama romántico trillado y que no aportaba mucho a la filmografía italiana. El tiempo ha cambiado esta percepción pues, aunque la película sigue estando lejos de las obras maestras del cineasta, sí que permite vislumbrar algunos de los elementos que se tornarían icónicos en su filmografía, como las piazzas desiertas en la noche, homenajes a lo grotesco, las alegrías nocturnas contrastadas con las decepciones matutinas, así como la presencia de Giulietta Masina quien terminaría convirtiéndose en su actriz de cabecera. No fue considerada por ningún certamen importante, pero su mayor premio fue comenzar la carrera del que hoy es considerado uno de los mejores directores de todos los tiempos.
Satiricón (Dir. Federico Fellini, 1969)
Las opiniones encontradas de Julieta de los espíritus (1965) no impidieron que Federico Fellini se adentrara cada vez más en el reino de lo fantástico, siendo Satiricón el punto más profundo de su inmersión. El filme se inspira en la obra de Petronio para llevarnos de vuelta a la antigua Roma y abordar toda clase de dilemas desde una perspectiva mitológica, lo que resulta en una singular reflexión sobre la naturaleza humana. Fue aplaudida por la crítica internacional, pero batalló por conquistar de lleno a las audiencias, especialmente fuera de los mercados europeos, lo que no evitó que el cineasta fuera nominado al Oscar como Mejor director por tercera ocasión en su carrera.
Ensayo de orquesta (Dir. Federico Fellini, 1978)
Luego de casi dos décadas realizando obras de gran complejidad y profundidad, Federico Fellini regresó a la narrativa convencional con Ensayo de orquesta, sobre un ensayo musical que se torna caótico ante una serie de entrevistas televisivas. Esto ha provocado que la cinta sea injustamente catalogada entre las obras menores del cineasta, quien siempre fiel a su estilo, aprovechaba los elementos más cotidianos de la vida para arrojar toda clase de reflexiones a su público, las cuales pueden apreciarse en las numerosas interpretaciones de quienes han sabido ver más allá de lo visto en pantalla: desde metáforas políticas con los músicos representando el desorden gubernamental, al poder de las cámaras como detonante para la transformación social, ya sea por su capacidad de denunciar las injusticias de las autoridades, pero también de pervertir a los que se postran ante ellas.
Il Casanova di Federico Fellini (Dir. Federico Fellini, 1976)
Federico Fellini siempre demostró una gran fascinación por el amor, lo que resultó en una adaptación de la autobiografía escrita por Giacomo Casanova con la que abordó la irónica frialdad del amante por excelencia. Siempre fiel a su estilo, el cineasta no se conformó con una trama netamente realista, sino que la combinó con una inmersión psicológica a la mente del personaje titular para crear un panorama de fantasía y ensueño. Esta decisión, aunada al estupendo trabajo de Donald Sutherland en el rol estelar, fue clave para empatizar con el personaje titular. Prueba de ello fue el propio Fellini, cuyo rechazo a la figura del sujeto cambió tras la realización de la película. Fue nominada al Oscar a Mejor guion adaptado y ganó la estatuilla a Mejor diseño de vestuario.
Los payasos (Dir. Federico Fellini, 1970)
Una de las profesiones más añejas en la historia del entretenimiento, la cual ha provocado toda clase de emociones a través del tiempo: desde las más inocentes risas hasta las más perturbadoras pesadillas, pero eso sí, siempre con la gran curiosidad sobre los rostros ocultos tras el maquillaje blanco. Federico Fellini siempre sintió una gran fascinación por estos personajes, lo que le llevó a explorarlos en un documental cuya mayor fortaleza es su brillante mezcla de realidad y ficción para dar una de las obras más íntimas para el cineasta. No sólo se le considera el primer mockumentary de la historia, sino que su experimentación técnica y narrativa fue clave para la realización de Intervista (1987).
El jeque blanco (Dir. Federico Fellini, 1952)
Primera película en solitario de Federico Fellini, sobre una pareja italiana que viaja a Roma para celebrar su luna de miel y cuyos festejos se ven interrumpidos cuando la mujer abandona a su esposo para ir en busca del Jeque Blanco, apuesto protagonista de su novela fotográfica. Una comedia aparentemente romántica sencilla, pero que permitió ver muchos de los elementos que se tornarían icónicos en la obra del cineasta, destacando los eventos masivos para aludir al tradicionalismo y conservadurismo de la sociedad italiana. Estos elementos fueron determinantes para que el realizador fuera nominado al León de Oro de Venecia, siendo este el primero de una larga serie de reconocimientos que recibiría en su exitosa trayectoria. El filme también representó su primera colaboración con el compositor Nino Rota, cuyas piezas musicales fueron determinantes para afianzar la obra del italiano en el imaginario colectivo de las audiencias.
Intervista (Dir. Federico Fellini, 1987)
8 ½ es la más famosa metanarrativa en la obra de Fellini, pero dista mucho de ser la única. Como ejemplo Intervista, donde el cineasta concede una entrevista a la televisión japonesa, que complementado por un recorrido de los estudios Cinecitta, resulta en un curioso viaje por la filmografía del creativo y en un singular vistazo de su próximo proyecto: una adaptación de Amerika de Franz Kafka. Esta premisa ha provocado que muchos la vean con desencanto, cuando realmente se trata de una cinta fascinante por el simple hecho de que todo es falso, lo que hace difícil definir cuáles eran las verdaderas intenciones del cineasta en su realización: ¿mostrar el proceso de producción, realizar un filme autobiográfico o especular sobre una cinta inexistentes? Algunos piensan que todas las anteriores, aunque otros consideran que ninguna y que su único objetivo era hacer una película sobre el arte mismo de hacer películas.
Roma (Dir. Federico Fellini, 1972)
La obra de Federico Fellini está plagada de elementos autobiográficos que van de su infancia a su ascenso realizador. Roma forma parte importante de esta tendencia, con el cineasta explorando su llegada a la capital italiana con apenas 18 años. Su diferencia con otras películas radica en que el cineasta nunca muestra ningún interés en contar su propia historia, sino en rememorar las emociones suscitadas al recorrer sus calles y cruzarse con sus distintos habitantes. El resultado es un viaje caótico, una narrativa virtualmente inexistente, pero también un singular homenaje a una de las urbes más importantes de todo el mundo y que va de sus puntos más turísticos y conocidos a sus rincones más oscuros. No es muy popular, e incluso hay quienes piensan que se trata de un filme sencillo, cuando lo cierto es que su compleja carga emocional deja muy en claro que Fellini lo realizó en plena madurez creativa.
Il bidone (Dir. Federico Fellini, 1955)
Un consolidado Federico Fellini fusionó elementos de sus obras anteriores, Los inútiles (1953) y La strada (1954), para abordar una tragedia con algunos tintes de comedia como fue Il bidone, sobre un grupo de hombres que se hacen pasar por miembros de la iglesia para estafar a los ingenuos campesinos de la Italia rural. Como empezaba a ser una tradición en la obra del cineasta, esto resulta en una serie de cruentas enseñanzas, que van de la persecución de las autoridades al rechazo familiar por su deshonesta forma de vida. Compitió por el León de Oro de Venecia y ha sido fuente de inspiración parda numerosas películas enfocadas en el engaño, lo que no ha evitado que se le considere una obra menor en la filmografía del cineasta al ser acusada de falta de innovación narrativa.
Y la nave va (Dir. Federico Fellini, 1983)
Un crucero de lujo sirve como un mismo escenario para capturar dos mundos radicalmente opuestos. Por un lado, están los tripulantes originales, integrados por las élites europeas que abordan el navío con las cenizas de una famosa cantante de ópera; por el otro un grupo de náufragos serbios que huyen de los horrores de la naciente I Guerra Mundial. Una dura crítica social que bien puede trasladarse a la realidad contemporánea con las diferencias sociales, políticas y económicas que han resultado en numerosas crisis migratorias en todo el mundo. Pero no todo es negativo, pues Federico Fellini también aprovecha el navío y las posiciones de sus distintos pasajeros para mostrar al arte como poder unificador del mundo.
Los inútiles (Dir. Federico Fellini, 1953)
La vida provincial italiana siempre generó un enorme interés en Federico Fellini, siendo Los inútiles uno de los primeros y más destacados exponentes de esta tendencia. La cinta sigue la historia de cinco personajes sumidos en el ocio y la monotonía, centrándose en un mujeriego que es obligado a casarse con una chica que embarazó, lo que resultará en un punto determinante para cambiar su estilo de vida. A pesar de su aparente simpleza narrativa, la cinta fue ovacionada en todo el mundo por su interés en un mundo pocas veces plasmado por el cine, así como por la calidad mostrada por su joven director en la que era apenas su segunda película en solitario. Fue galardonada con el León de Plata de Venecia y nominada a Mejor guion en los Premios de la Academia, convirtiéndose así en el primer gran logro de Fellini.
Julieta de los espíritus (Dir. Federico Fellini, 1965)
La dolce vita (1960) y 8 ½ (1963) afianzaron a Federico Fellini entre los grandes talentos realizadores de todos los tiempos y con ello, le dieron la confianza necesaria para probar con fórmulas cada vez más arriesgadas. Tal fue el caso de Julieta de los espíritus, sobre una mujer que se cuestiona la posibilidad de dejar a su marido infiel a partir de un viaje directo al subconsciente y una serie de imágenes dotadas de una poderosísima carga simbólica con las que busca plasmar el dolor y la incertidumbre de su personaje titular. Su elevada calidad no le salvó de cosechar toda clase de opiniones encontradas del público, la crítica e incluso los grandes certámenes: fue nominada al León de Oro, ganó los Globos de Oro, mientras que el Oscar sólo la nominó por Dirección de arte y Diseño de vestuario. Aunque cada vez goza de mayor aceptación, sigue relegada al culto y muy lejos de igualar la popularidad de otras de sus películas.
Noches de Cabiria (Dir. Federico Fellini, 1957)
La strada (1954) dejó muy claro el enorme talento de Federico Fellini, pero fue Noche de Cabiria la que lo posicionó como un cineasta verdaderamente diferente gracias a su capacidad para abordar la tragedia desde una perspectiva profundamente humana con una prostituta que deambula por las calles de Roma en busca de amor y esperanza, pero que sólo encuentra dolor, humillación y desencanto. Su poderosa historia, aunada al estupendo trabajo de Giulietta Masina, resultaron en algunos de los momentos más brillantes en la obra del director, entre los que destaca la secuencia en que un hipnotista callejero la hace confesar sus deseos de casarse ante la burla de las audiencias que presencian el triste espectáculo. Compitió por la Palma de Oro y ganó el Oscar a Mejor película extranjera, siendo la segunda película de Fellini en hacerse con la codiciada estatuilla. Aun así, su mayor logro fue demostrar que Fellini estaba listo para dar el paso que lo posicionaría más allá de los buenos directores y lo consolidaría entre las máximas leyendas en toda la historia de la cinematografía mundial, una promesa que cumpliría con su siguiente película: La dolce vita (1960).
Amarcord (Dir. Federico Fellini, 1973)
La nostalgia es uno de los elementos más recurrentes en la obra de Federico Fellini, siendo Amarcord el título que mejor plasma su sentir al hacerlo desde el título, pues unifica la frase 'a m'arcôrd', que en español significa 'yo me acuerdo'. La cinta combina elementos del drama y la comedia para trasladarnos a un pequeño pueblo italiano de los 30 caracterizado por el fervor religioso y nacionalista previo a la consolidación del fascismo a través de toda clase de personajes singulares entre los que destaca Titta, un joven cuyas vivencias dan carácter semiautobiográfico a la historia. Aunque no posee la complejidad técnica, narrativa o simbólica de otros títulos, su simpleza y honestidad la convirtieron en una de las películas más queridas en la filmografía de Fellini, así como una de las más galardonadas gracias a su Oscar a Mejor película extranjera y sus nominaciones a Mejor director y guion original.
La strada (Dir. Federico Fellini, 1954)
Federico Fellini siempre manifestó su gran afinidad por La strada, estrenada en México bajo el título de La calle, al considerarla su obra más representativa, así como la más desafiante en su realización. Los estudiosos de su filmografía consideran que este apego también radicó en que fue su primera historia dotada de una profunda exploración psicológica, un elemento que seguiría desarrollando a lo largo de su carrera y que alcanzaría sus puntos más altos en La dolce vita (1960) y 8 ½ (1963). La historia nos introduce con una chica comprada por un artista callejero, lo que resulta en una vida dominada por la crueldad y el dolor. Fue incomprendida en su época, cosechando toda clase de opiniones encontradas entre la prensa global, lo que no le impidió ser nominada al Oscar a Mejor guion original, hacerse con la estatuilla de Mejor película extranjera, y más importante aún, conmover a una audiencia que no dudó en ascender a Fellini entre las grandes promesas realizadoras de su tiempo. Hoy nadie cuestiona su grandeza, pues ocupa un lugar de honor entre los mayores clásicos del cine y las grandes joyas en la obra del cineasta italiano.
La dolce vita (Dir. Federico Fellini, 1960)
Es imposible hablar de La dolce vita sin recordar la imagen de Anita Ekberg en la Fontana di Trevi, una de las secuencias más memorables en toda la historia del cine, así como una de las más referidas y homenajeadas por toda clase de películas. Sin embargo, la cinta es mucho más que eso, pues Federico Fellini la ideó para explorar la complejidad humana a partir de las eternas dualidades que nos caracterizan como personas y que se manifiestan claramente en el personaje estelar: un periodista ansioso por trascender con textos serios, formales y trascendentes, pero incapaz de desprenderse de las banalidades y extravagancias de su oficio. Todo esto con una narrativa elegantemente segmentada para seguir sus siete días de estancia en Roma. Ganó la Palma de Oro en Cannes y fue nominada al Oscar en las categorías de Mejor guion original y director, siendo el primer extranjero elegido en esta última categoría. La cinta no fue elegible a Mejor película extranjera porque extrañamente, Italia se decantó por Le quattro giornate di Napoli de Nanni Loy como su representante, perdiendo así una estatuilla que lucía asegurada. Parecía ser la obra maestra de Fellini, pero el título pasó a un proyecto que sería estrenado sólo tres años después.
8 ½ (Dir. Federico Fellini, 1963)
No sólo es una de las grandes joyas del cine italiano, sino uno de los mayores clásicos de todos los tiempos gracias a su combinación de drama, comedia, surrealismo y metanarrativa cinematográfica. La cinta muestra a un impresionante Marcello Mastroianni como un cineasta que enfrenta una profunda crisis creativa, la cual se acentúa por sus problemas personales y la presión de los involucrados que desean saber más sobre el proyecto. El realizador nunca la consideró una historia autobiográfica, sino que la aprovechó para referirse a su propia filmografía en una de las mayores muestras de su ingenio: seis filmes, dos segmentos y una colaboración que fueron considerados como medias cintas, y que complementadas por este último proyecto daban la cifra de 8 ½ películas. Ganó el Oscar a Mejor película extranjera y Diseño de vestuario en blanco y negro, pero también compitió en las categorías de Mejor dirección de arte en blanco y negro, guion original y director, convirtiéndose así en la cinta más galardonada del italiano y en su consolidación absoluta entre los máximos creativos de todos los tiempos. La historia fue reinventada para las nuevas generaciones por la norteamericana Nine (2009), que a pesar de su gran ensamble encabezado por Daniel Day-Lewis, quedó muy lejos de emular lo hecho por la original.
Luis Miguel Cruz Algún día me uniré a los X-Men, la Alianza Rebelde o la Guardia de la Noche. Orgulloso integrante de Cine PREMIERE desde el 2008.