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Columnas

¿Felices fiestas?: cuatro recomendaciones seguras para amargarse la Navidad viendo buen cine

22-12-2008, 2:36:48 PM Por:
¿Felices fiestas?: cuatro recomendaciones seguras para amargarse la Navidad viendo buen cine

  Ante todo pido perdón por haber mantenido desatendido este blog durante 8 largos días, pero ¡¡menuda semana!! ¿Qué les voy a contar? Comidas pantagruélicas con familiares, amigos, ex compañeros de trabajo…, fiestas, salidas nocturnas, compras, compromisos varios… Es lo que tienen las Navidades, se supone que son una época de descanso, de paz, de […]

 

Ante todo pido perdón por haber mantenido desatendido este blog durante 8 largos días, pero ¡¡menuda semana!! ¿Qué les voy a contar? Comidas pantagruélicas con familiares, amigos, ex compañeros de trabajo…, fiestas, salidas nocturnas, compras, compromisos varios… Es lo que tienen las Navidades, se supone que son una época de descanso, de paz, de armonía y acaban por convertirse en uno de los momentos de mayor actividad, frenesí y violencia del año. El otro día hicieron pública una estadística según la cual se trata de la cual estas fechas son prolijas en divorcios y parricidios ¡No me extraña!
 
Ponte a cenar con unas personas a las que solo ves en circunstancias forzosas al cabo del año (cumpleaños, bodas, funerales y visitas al hospital), haz acopio de alcoholes, sométete a las consecuencias de ingerir una pierna de cordero a medianoche y obtendrás un escenario propicio para el crimen antes que para el amor.
 
En España hay una expresión muy interiorizada que tiene que ver con el reproche que se le hace a alguien ante la defensa de un panorama idílico: “Tú ves demasiadas películas”, se le dice, como si el cine fuera el alimento a sus fantasías, tan alejadas de la realidad. Y es que el cine, queridos lectores, convengámoslo, miente.
 
De tanto ver películas de Frank Capra y sucedáneos, uno llega a anhelar las Navidades por lo que tienen de escenario propicio para la materialización de todos nuestros deseos por inverosímiles que estos sean, como unos días mágicos en los que a nuestro ángel de la guarda le van a dar ¡por fin! sus alas y a nosotros amor a raudales. Como he vivido 32 diciembres para comprobar que estas cosas solo pasan en la imaginación de un inmigrante siciliano reconvertido en cineasta, queriendo ajustar cuentas voy a compartir con los lectores de este blog algunos títulos de largometrajes que, ambientados en Navidad, ofrecen un justo retrato de la condición humana, películas todas ellas magnificas con el añadido de ser útiles para desintoxicarnos del almíbar ingerido en las tradicionales “películas navideñas”:
 
Plácido (1961) de Luís García Berlanga.
Película que, junto con El verdugo, del mismo autor y rodada dos años después, se disputa el título de mejor largometraje español de la historia. Toda la acción de la película sucede en una ciudad de provincias el día de Nochebuena. Una asociación de beneficencia ha organizado una campaña que bajo el eslogan “Siente un pobre a su mesa” pretende difundir los valores cristianos entre las gentes de la localidad en unas fechas tan señaladas. Para promocionar la iniciativa organizan una cabalgata y una subasta. Uno de los participantes en el desfile, Plácido Alonso, transportista, se ve forzado a pagar la primera letra de su vehículo a riesgo de que el banco se lo embargue, pide un adelanto a la comisión organizadora de la campaña solidaria, que se lo promete pero no acaba de dárselo, saturados como están ante las difíciles coyunturas que se les van planteando: las estrellas de cine que se comprometieron a apoyar con su presencia la iniciativa solidaria no acaban de llegar; los ancianos del asilo que van a ser repartidos esa noche entre las familias pudientes de la localidad se resfrían mientras esperan que pasen a por ellos, la hija de una de las organizadoras de la campaña y dama de honor de la misma se emboba con un galán de cine ante la mirada indignada de su prometido y la amenaza de chisme y, de postre, uno de los pobres se pone a morir en medio de la cena…
Sobre estos mimbres, Berlanga y su guionista Azcona articulan un crescendo de mezquindades a modo de disparate tragicómico, donde comparten protagonismo, al menos, una veintena de personajes que van conformando un retablo de la ruindad humana, acentuada en unas fechas en las que nos esforzamos por ser solidarios y a la que nos descuidamos, enseguida se nos cae la máscara.
 
 
Parenti serpenti (1993) de Mario Monicelli.
 
 
El gran maestro de la “comedia italiana”, aún en activo, nos obsequió a sus 78 años, con esta comedia de tintes costumbristas sobre los secretos y las mentiras que atesora la institución familiar que, según va avanzando la narración adquiere ribetes de humor negro hasta desembocar en tragedia. Un anciano matrimonio siciliano recibe la visita de sus cuatro hijos, acompañados de cónyuges y nietos para la tradicional cena de Nochebuena. Los reproches y discusiones no tardan en hacer acto de presencia. Aunque el tono es crispado, las recriminaciones no sorprenden por ser las de siempre y por eso los destinatarios las reciben con cierta indiferencia, mas aún cuando la mamma emerge como figura conciliadora para templar los ánimos de unos y otros y, a través de su amor infinito, propiciar un escenario de paz y armonía.
Todo cambia cuando la anciana señora anuncia a sus hijos su deseo de vender la casa familiar y de instalarse de modo permanente, junto con su marido, en la casa de alguno de ellos por lo que les insta a ponerse de acuerdo para que decidan cual va a ser el hijo que acoja en su hogar a sus ancianos padres. Entonces sí, las tensiones emergen de a de veras llegando a la violencia física, hasta que a uno se le ocurre una solución drástica que les evitaría el problema no solo de hacerse cargo de los padres sino de tener que verse Navidad tras Navidad.
 
 
 
Testigo silencioso (1978) de Daryl Duke.
 
Pese a ser una película adscrita al género negro, este film resulta mucho menos oscuro que los dos títulos precedentes (comedias). Un violento atracador de bancos acomete sus asaltos disfrazado de Santa Claus, en uno de ellos, se genera una confusión que es aprovechada por uno de los cajeros para sustraer una cantidad importante de dinero a cuenta del atracador. Éste quiere recuperar ese dinero sea como sea e inicia una operación de acoso y amedrentamiento hacia el cajero, quien, haciendo valer su astucia, planta cara al villano en un inquietante juego de gato y ratón que contiene secuencias memorables y dos interpretaciones intensas a cargo del incombustible Elliot Gould (como el cajero) y del siempre elegante Chistopher Plummer como el psicótico atracador.
 
 
 
Tiempo de silencio (1981) de Adolfo Aristárain.
 
Otro thriller en el que la Navidad no pasa de ser un “elemento decorativo” porque además en Argentina, nación de origen de este largometraje, durante estas fechas disfrutan del verano y el final de año ofrece un escenario ajeno al tradicional paisaje nevado. La secuencia inicial, poderosísima es la única que ubica esta fabula política en época navideña, al menos su arranque.       
Brutal alegoría sobre la “ley del silencio” que impera en tiempos dictatoriales, esta fábula política tuvo un considerable éxito de público en su país, recién salido del régimen militar. Lo que aquí se nos cuenta es la odisea de un ingeniero significado políticamente que trata de vengarse de los abusos patronales de la multinacional que lo contrató tras un accidente laboral que deja como victima a uno de sus mejores amigos. A consecuencia de ello, el ingeniero (soberbiamente interpretado por el gran Federico Luppi) finge haberse quedado sin habla por la explosión producida, queriendo cobrar una millonaria indemnización, pero antes habrá de afrontar una minuciosa y pesada investigación por parte de la empresa, empeñada en hacerle hablar y demostrar así el fraude cometido.
Una narración intensa que atrapa al espectador en una espiral de emociones que culminan con un plano final de impacto cargado de significado.
 
 
Como podrán comprobar, se trata de cuatro largometrajes alejados en el fondo y en la forma de lo que se entiende como una “película navideña” y, sin embargo, reflejan, ya sea mediante el humor o la intriga, las contradicciones del espíritu humano, tan propenso a quedar K.O en unas fechas que se suponen propicias para su enaltecimiento.
Para enaltecer el espíritu, háganme caso, nada mejor que el buen cine y a falta de que este asome por las salas, tengan en cuenta estos cuatro títulos que les menciono ya sea para recuperarlos en DVD o bajárselos de internet.
 
¡Que ustedes los disfruten!
 

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