Feral – Crítica de la película de terror mexicana

Se llamaba Juan Felipe de Jesús González, un ermitaño que hizo de las profundidades del bosque de la sierra oaxaqueña su nuevo hogar. Mantenía contacto con unos cuantos del pueblo, pero para la mayoría era uno cualquiera. Todos voltearon a mirar su cabaña cuando ésta fue consumida por las llamas y sobre todo cuando entre los restos no sólo se encontraron los suyos, sino los de tres niños que nadie conocía. Pocos sabían la historia: un ex sacerdote de un clausurado y extraño monasterio, que encontró tres infantes salvajes en el bosque, a los que ocultó e intentó educar. La premisa de la película Feral toma inicio desde este punto. Y su director Andrés Kaiser se sirve de ella para construir una reflexión más profunda sobre el salvajismo inherente del ser humano.

Feral se viste bajo los atuendos de un documental formal, armado a base de videos privados encontrados en el centro de la tragedia, y de entrevistas que ofrecen diversos puntos de vista sobre el misterioso caso de Juan Felipe. Aunque no es una película de terror en toda regla, su concepción que alimenta el misterio, y la atmósfera sombría de estar ante lo desconocido en la soledad del bosque, dotan a la película de una tonalidad irresistible que resulta inquietante sobre todo por ese hiperrealismo construido.

Uno de los puntos más fuertes de la película es su propuesta narrativa. Dentro de Feral encontramos entrevistas que enmarcan una investigación documental; intermitentes son las imágenes found footage que el mismo Juan Felipe filmó con una cámara de mano para llevar un registro de su experimento. Su misión no era otra más que la de introducir a términos civilizados a tres niños que encontró en el bosque y que habían crecido hasta la fecha como animales, sin contacto humano, o ningún lenguaje vocal aparente. Sin embargo, dentro del todo constantemente acecha el tema de la religión y los dilemas que la educación de ésta presenta.

Se nos cuenta que Juan Felipe era un ex sacerdote que también desempeñaba como psicoanalista en un monasterio de Morelos que intentaba unir la religión con la ciencia. El caso de los niños ferales se une así con una reflexión empapada de pedagogía psicológica, y presenta un dilema: ¿Hasta qué punto la educación debe fluctuar entre los rasgos psicológicos del ser humano y los dictados morales de una religión católica conservadora? Conflictuado entre sus dos escuelas, el protagonista se pierde, desespera y tiene una crisis de fe que eventualmente lleva a la crisis.

Andrés Kaiser dota de mucho realismo a toda la obra. Quizás ayudado por un equipo de producción que da lo mejor de sí mismo para lograr una película sólida. Su director de fotografía es Marc Bellver, un hombre que ha captado con su cámara documentales reales y que logra aquí dotar a la imagen de un aura de realidad que en muchas ocasiones confunde y perturba al espectador. No obstante, quizás el realismo inherente de Feral deviene sobre todo porque la historia toma retazos de casos reales.

El filme se inspira de varios casos de niños ferales, llamados así por las personas que sorprendentemente aparecen ante la sociedad como animales, ya sea porque crecieron en cautiverio, o porque estuvieron perdidos en lugares inaccesibles. En cualquiera de las variantes, los casos reflejan sobre todo actos perturbadores ejercidos por el ser humano que los encuentra. La cultura popular ha explorado esta temática en formas románticas y divertidas como en la leyenda de Tarzán, o el famoso Libro de la Selva. Sin embargo, Feral se ubica más cercana a las aportaciones cinematográficas de directores como François Truffaut (El pequeño salvaje, 1970 o Werner Herzog (El enigma de Kaspar Hauser, 1974). Obras más perturbadoras que exploran sobre todo ese dilema de hasta qué punto el hombre civilizado en realidad es más salvaje que el salvaje.

Sin afán de hacer spoilers, Feral es una película que pronto revierte sus propósitos y los tergiversa constantemente. A veces es una invitación abierta para la reflexión de los casos ferales, en otra es una crítica sobre los peligros que el fanatismo religioso y la educación teológica generan en las sociedades. Sobre todo lo segundo es explorado gracias a las entrevistas en donde diversas opiniones convergen y llevan de un lado a otro, a la opinión del espectador. Llegado cierto punto, el público simplemente se deja envolver por la atmosfera opresiva y ultra realista, sin distinguir correctamente la realidad de la ficción.

Resulta afortunada la concepción de la película. En una actualidad en la que el «género» del found footage ha sido sobre explotado en el cine de terror, Feral logra darle la vuelta y hacer de ello algo fresco e interesante. El falso documental se demuestra como una técnica, más que como una concepción. Una herramienta narrativa capaz de funcionar al servicio de una historia interesante, que con las dosis correctas de imagen y puesta en escena bien pensada, puede provocar escalofríos más permanentes que los obtenidos con un simple jumpscare.

Así es Feral, una película que en ningún momento es sobre el terror sobrenatural o fantasioso, pero que sobrecoge gracias a su afortunada narrativa y porque explora algo que quizás sea más terrorífico que algún ruido en la pared, o cualquier aparición fantasmal: la cara más oscura del ser humano.

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Luis Angel H Mora Mi relación más estable es con el cine, la fiesta y la música. Me encanta escribir sobre cine, conocer gente nueva y compartir ideas. Idealista en todo sentido, supongo que es mi rasgo acuariano de ascendente.