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Finales alternativos de películas que pudieron cambiar la historia

19-01-2024, 10:00:00 AM Por:
Finales alternativos de películas que pudieron cambiar la historia

Hasta los grandes clásicos pudieron peligrar de haberse empleado estos finales alternativos.

El desenlace es clave para el éxito o fracaso de cualquier historia. El cine no es la excepción a esta regla, pues muchas películas han garantizado su lugar entre los mejores títulos de todos los tiempos gracias a que sus respectivos equipos creativos encontraron la escena o incluso la frase clave para cerrar adecuadamente la trama. Sobra decir que esto pudo cambiar si algunos de los grandes clásicos se hubieran decantado por sus finales alternativos y hubieran terminando en ser simples películas.

Dejamos atrás los desenlaces secundarios —sí, incluso aquellos tan memorables como el de Soy leyenda (2007), aunque parece se hará canónico para producir la secuela— para centrarnos en los de películas que marcaron la industria para siempre. Desde inicios de franquicias hasta las mayores glorias del celuloide, ¿qué tan distinto sería el cine en la actualidad gracias a estas películas con finales alternativos? 

Identidad desconocida (Dir. Doug Liman, 2002)

Si Matt Damon se convirtió en uno de los actores más populares de su generación fue en buena parte por Identidad desconocida que inició una muy exitosa franquicia en el papel de Jason Bourne. La cinta terminó con un emotivo reencuentro entre el héroe y Marie (Franka Potente), pero la producción contempló un final considerablemente más dulce que implicaba la playa, el atardecer y una larga serie de besos. Demasiado empalagoso para el tono del filme, aunque difícilmente hubiera afectado la aceptación del proyecto, especialmente si consideramos que la fémina fue aniquilada en la secuela para aumentar el dramatismo de la historia.

Exterminio (Dir. Danny Boyle, 2002)

Exterminio impulsó la carrera de Danny Boyle a lo más alto, al tiempo que afianzó al zombi como el monstruo más importante durante los primeros años del siglo XXI. Aun así, hay quienes piensan que la cinta no alcanzó la perfección por un final que ha sido visto como excesivamente optimista, con un gigantesco “Hola” que sugiere el rescate de los protagonistas y la supervivencia de la humanidad.

Estas sensaciones pudieron ser distintas de haberse respetado el final de Danny Boyle, con Jim (Cillian Murphy) gravemente herido durante su escape del complejo militar y fallecido en una cama de hospital a pesar de los esfuerzos de Selena (Naomie Harris) por salvarlo. El cierre de un círculo que llevaba al protagonista de vuelta a su punto de partida y que, si bien parecía más apegado al tono del proyecto, fue unos de esos finales alternativos descartados por generar confusión en las audiencias.

Rambo (Dir. Ted Kotcheff, 1982)

El director Ted Kotcheff no tenía planes muy optimistas para Rambo, ya que deseaba terminar la película con el protagonista forzando su propia muerte para enfatizar su trágica existencia. Pero Sylvester Stallone se percató del enorme potencial del personaje y de las posibilidades de expandir su historia con una jugosa franquicia. Esto resultó en un final más optimista y sobre todo, abierto para garantizar una serie de futuras apariciones. El actor no falló en sus predicciones, pues no conforme con ser uno de los personajes más icónicos del histrión, también es uno de los más longevos con cinco películas a lo largo de casi 40 años.

Titanic (Dir. James Cameron, 1997)

Si Titanic es considerado uno de los mejores romances cinematográficos de todos los tiempos es por la emotiva historia de Jack y Rose, pero también por su emotivo desenlace que los reencuentra para siempre luego de que ésta última arroja el Corazón del Mar al fondo del océano.

Entres los finales alternativos, éste le dio un poco de más intensidad al momento con el personaje de Bill Paxton descubriendo los planes de la anciana e intentando convencerla para que le entregue la joya en una serie de amagues que termina cuando ésta arroja el preciado objeto por la borda, lo que provoca una extraña risa/alarido en el cazador de tesoros marinos, o como bromeara el propio actor a Yahoo! Movies: “debí inyectarme heroína para que la escena funcionara mejor”. Una alternativa que pudo destrozar la emotividad de la película, así como las ganancias multimillonarias que la convirtieron en la película más taquillera de su tiempo.

Thelma & Louise (Dir. Ridley Scott, 1991)

No es la joya de la corona de Ridley Scott, pero vaya que es uno de sus filmes más aclamados, con dos mujeres que ponen a prueba su amistad cuando un viaje resulta en una peligrosa persecución que las hará tomar la decisión más importante de sus vidas. Pasó a la historia como una de las grandes amistades cinematográficas de toda la historia gracias al talento de Susan Sarandon y Geena Davis, ambas nominadas al Óscar en la categoría de Mejor actriz, pero también por su brillante final que muestra el arranque suicida que se difumina elegantemente al blanco acompañada por uno de los temas más memorables de Hans Zimmer.

El impacto pudo ser menor si el director se hubiera decantado por el desenlace original: el mismo suicidio, el personaje de Harvey Keitel mirando al barranco y el vehículo avanzando al horizonte por toda la eternidad con una pieza de BB King. Un final que apuntaba al optimismo, pero de un modo tan extremo que casi parecía una parodia.

El rey león (Dir. Roger Allers & Rob Minkoff, 1994)

Hubo un tiempo en que El rey león rugió entre los filmes más taquilleros de todos los tiempos con una recaudación mundial cercana a los $770 mdd. Esto porque su emotiva historia le permitió conquistar al público de todas las edades, mientras que personajes como Timón y Pumpa resultaron sumamente atractivos para el público infantil. Es muy probable que la cifra hubiera sido considerablemente menor de haberse mantenido el brutal final original en el que Scar no muere en un ataque de las hienas, sino devorado por las llamas que consumen el reino.

Más perturbador aún es que, a diferencia del desenlace mostrado en cines que se decantó por las sombras para suavizar el momento, los bosquejos muestran la caída del villano en el fuego, en la que habría resultado una de las escenas más oscuras en el historial del estudio. Sobra decir que tenemos aquí uno de los finales alternativos que quizá habría repercutido en el remake, cuyos buenos resultados se debieron en buena parte a la conexión del público con la cinta de 1994.

Se7en: Los siete pecados capitales (Dir. David Fincher, 1995)

Si David Fincher se convirtió en uno de los mejores directores de todos los tiempos fue en buena parte por Se7en, sobre un asesino serial que basa su sangrienta obra en los siete pecados capitales. Sobresalió por la mancuerna entre Morgan Freeman y Brad Pitt, resaltó por la brevísima pero increíblemente perturbadora interpretación de Kevin Spacey como el villano en cuestión y, finalmente, quedó grabada en la memoria del público porque omitió cualquier forma de final esperanzador con un desenlace brutal que implicó el asesinato del personaje interpretado por Gwyneth Paltrow seguido de un oscuro paquete que desencadena el último pecado: la ira.

Esta historia pudo ser muy distinta, pues la renuencia de los ejecutivos por incluir cabezas humanas llevó a considerar el asesinato del personaje de Pitt, lo que habría restado sentido a las palabras de Doe y a la venganza de Mills. Fue desechada a exigencia del actor que amenazó con dejar el proyecto si el guion no era respetado. Más famoso es el final alternativo en el que Sommerset asesina a Doe antes de que Mills pueda hacerlo, salvando así su integridad y dejando al menos un poco de esperanza para el joven héroe.

Mujer bonita (Dir. Garry Marshall, 1990)

La cinta interpretada por Julia Roberts y Richard Gere es descrita como un cuento de hadas contemporáneo y equiparada hasta el cansancio con Cenicienta por el amor surgido entre dos personajes de mundos completamente opuestos.

Estos elementos le convirtieron en uno de los grandes romances del cine y en la comedia romántica por excelencia para las audiencias contemporáneas. Por ello, casi resulta doloroso imaginar el desenlace descrito originalmente en el guion, que colocaba el realismo por encima de cualquier final feliz con la entrega de un cheque y el regreso de las partes involucradas a sus respectivos mundos sin siquiera enamorarse. No sorprende que Julia Roberts la describiera a TCM como “una historia realmente oscura, deprimente, horrible, terrible sobre dos personas espantosas”.

Terminator 2: El juicio final (Dir. James Cameron, 1991)

El juicio final concluye con una importante reflexión en su última cita: “si una máquina, un Terminator, puede aprender el valor de la vida humana, tal vez nosotros podamos también”. Este momento pudo perderse si James Cameron su hubiera decantado por su desenlace alternativo, con una madura Sarah Connor avejentada que contempla a John jugando con su pequeña hija y convertido en senador norteamericano del año 2029, concluyendo así que el día del juicio nunca sucedió.

Si de finales alternativos hablamos, esta conclusión ha sido motivo de debates por años: unos consideran que su optimismo habría roto con el tono del filme y atentado contra sus numerosas reflexiones sobre la naturaleza humana; otros creen que habría sido un cierre digno y que muy probablemente habría impedido la debacle de la franquicia que se extiende hasta nuestros días.

Alien: El octavo pasajero (Dir. Ridley Scott, 1979)

Si Alien se convirtió en una de las franquicias más importantes de todos los tiempos no fue sólo por su feroz criatura, sino por el estupendo trabajo de Sigourney Weaver como Ellen Ripley, cuya eterna rivalidad con el monstruo sirvió como base para toda la historia. Todo habría cambiado si el proyecto se hubiera decantado por una perturbadora idea a cargo de Ridley Scott, quien especuló con la decapitación de la heroína tras una mordedura del monstruo, quien luego registraría una nueva entrada en el diario de actividades usando la voz de la fémina.

Los productores la desecharon al considerarla demasiado oscura, pero también porque requería una inversión adicional por los efectos necesarios para concretar la secuencia. Fue lo mejor, pues aunque las secuelas pudieron anticipar los pasos de La resurrección (1997) en que Ripley regresa como un clon, la temprana muerte de la fémina habría resultado en una trama completamente distinta a la que todos conocemos.

Los pájaros (Dir. Alfred Hitchcock, 1963)

Es recordada como una de las películas más enigmáticas de Alfred Hitchcock, pero también como una de las más simbólicas ante las múltiples interpretaciones suscitadas por el ataque aviar que nunca es explicado. Esta tendencia se mantiene hasta el final, cuando los protagonistas encabezados por Tippi Hedren abandonan la seguridad de su recinto ante una parvada que les contempla estática.

La experiencia pudo ser más intensa de haberse concretado los planes del “Maestro del Suspenso”, con los protagonistas emprendiendo un viaje hasta San Francisco en donde contemplan todos los destrozos provocados y que hubiera culminado con un Golden Gate cubierto de aves. Una civilización destruida por estos animales, pero que fue imposible por los altos costos que implicaba.

El resplandor (Dir. Stanley Kubrick, 1990)

El resplandor es motivo de polémica desde hace generaciones: los aficionados de Stanley Kubrick la consideran una de sus mejores películas, mientras que los de Stephen King creen que fue irrespetuoso con la novela original. El debate no le impidió colocarse entre los grandes clásicos de todos los tiempos, pero su ascenso pudo verse desafiado por un final original que pretendía extender el terror pero que realmente no aportaba mucho a la trama. Wendy y Danny Torrance reciben una visita en el hospital del gerente del Overlook, quien asegura que la policía no encontró ningún indicio de actividad paranormal en el hotel, para luego entregar al niño la pelota amarilla que le llevó a la habitación 237. El siempre perfeccionista cineasta la descartó en cuanto se percató que el momento no generaba grandes reacciones de la audiencia e incluso atentaba contra las emociones provocadas por el clímax.

Blade Runner (Dir. Ridley Scott, 1982)

Existen ocasiones en que los finales alternativos superan al original. Más curioso es el caso de Blade Runner, en que lo rebasó completamente, al grado que hoy es difícil imaginar el filme sin él. Esto porque el desenlace visto en cines era excesivamente feliz: la vista aérea de una colina, Deckard (Harrison Ford) y Rachel (Sean Young) viajando alegremente en carretera y la voz en off del protagonista explicando que el carácter especial de la replicante excluía una fecha de expiración.

Nunca lo aceptó el propio Ridley Scott, quien imaginaba al cazador retirando a la fémina o la tranquilidad de la dupla interrumpida por Gaff (Edward James Olmos). Al final, el corte del director y considerado como el definitivo por los aficionados, se decantó por un desenlace abierto en el que Deckard parte con Rachel hacia un futuro incierto. Por años se especuló sobre el destino de la pareja, unos los imaginaban juntos y otros separados por las responsabilidades del antihéroe, hasta que Blade Runner 2049 (2017) zanjó las dudas para siempre.

Star Wars: El regreso del Jedi (Dir. Richard Marquand, 1983)

Es fácil pensar que la polémica alrededor de la galaxia lejana inició con las precuelas y continuó con las más recientes entregas, cuando lo cierto es que comenzó con la trilogía original y su jovial desenlace con nuestros héroes celebrando en compañía de los Ewoks. El infantil momento pudo verse cancelado de haberse respetado los bosquejos del escritor Lawrence Kasdan, quien pretendía terminar con el antihéroe en algún punto de la película. “Pensaba que en Jedi cerrábamos la trilogía”, explicó a The New York Times, “y queríamos perder a alguien importante. Habría elevado la tensión. Pero a George no le gustó”.

Los rumores dicen que el creador de la franquicia pensaba que un desenlace tan oscuro atentaría contra el éxito de la película y la venta de juguetes, mientras que el grueso de los warsies piensan que los planes originales habrían aumentado el estatus de leyenda del mercenario y sellado la madurez de la saga comenzada en El imperio contraataca (1985).  Sobra decir que el deceso del personaje también habría implicado una ruta totalmente distinta para la tercera trilogía ante de la necesidad de otro padre para Ben Solo.

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Dr. Insólito o Cómo aprendí a no preocuparme y amar la bomba (Dir. Stanley Kubrick, 1964)

Dr. Strangelove, también conocida en México como Dr. Insólito, no sólo es una de las películas más representativas en toda la obra de Stanley Kubrick, sino que posee uno de los finales más icónicos de toda su carrera, con el personaje titular levantándose de su silla de ruedas seguido de numerosas explosiones nucleares acompañadas por el tema We’ll Meet Again de Vera Lynn.

La ácida mofa de la Guerra Fría estuvo peligrosamente cerca de uno de los finales alternativos más metafóricos, pero también uno menos glorioso, con una guerra de pasteles con la que el cineasta pretendía reflejar una guerra que parecía inminente entre las superpotencias de la época. El momento se rodó, pero no llegó al corte final porque Kubrick consideró que rompía completamente con el tono irónico del filme. Lamentablemente sólo quedan algunas fotografías, pues el editor Anthony Harvey aseguró en su momento que el desenlace alternativo se extravió en algún punto de la posproducción.

Lo que el viento se llevó (Dir. Victor Fleming, 1939)

Si Lo que el viento se llevo habita entre los grandes clásicos de todos los tiempos y las mayores gestas de la industria norteamericana es en buena parte por la grandeza de Scarlett O’Hara, una mujer que desafía los estigmas sociales de su tiempo para superar las adversidades provocadas por la Guerra Civil.

Esta personalidad puede apreciarse hasta la última línea del filme, con el personaje brillantemente interpretado por Vivien Leigh asegurándose a sí misma que “mañana será otro día”, una creencia que le ha acompañado a lo largo de su vida para recordarle que siempre debe luchar para salir avante.

Esta grandeza pudo romperse de haberse respetado el guion final, con la fémina clamando “¡Rhett! Volverás. ¡Volverás! ¡Sé que lo harás!”, un lamento demasiado desesperado que remite más a la joven vista en los primeros minutos del filme y muy alejado de la mujer segura de sí misma en la que terminaría convirtiéndose. Un cambio mínimo respecto a todos los finales alternativos discutidos, pero drástico que pudo tener grandes consecuencias en la respuesta del público.

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¿Cuál de estos finales alternativos crees que pudo alterar de forma más significativa el curso del cine?

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autor Algún día me uniré a los X-Men, la Alianza Rebelde o la Guardia de la Noche. Orgulloso integrante de Cine PREMIERE desde el 2008.
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