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Cine

Frankie – Crítica

16-03-2020, 1:18:50 PM Por:
Frankie – Crítica

Frankie no es un cine convencional, pero sí se orienta a la conmoción y el pensamiento.

Cine PREMIERE: 4
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Con toda franqueza, nadie en Cannes esperaba mucho del estreno de Frankie (2019), la más reciente película del director estadounidense Ira Sachs. Su carrera ya casi alcanza los 30 años, y en todo este tiempo Sachs no ha podido salir del circuito independiente estadounidense a pesar de críticas favorables pero no necesariamente entusiastas. Cuando uno ve una película como Por siempre amigos (Little Men, 2016), la predecesora inmediata de Frankie, uno se encuentra con un estilo discreto —tanto que no se ve— y una trama que, si bien aspira a sortear el sentimentalismo, termina enlodada en él. Su importante crítica sobre la gentrificación y la opresión del estadounidense blanco a quien no se le parezca se distrae en una historia de amistad entre niños que ni es plenamente comedia ni es tampoco solemne. Sin tratarse en absoluto de un desastre, Por siempre amigos está lejos de ser un éxito.

Con estos antecedentes, insisto, Frankie suscitaba ánimo nada más por su elenco, encabezado por Isabelle Huppert, Marisa Tomei, Greg Kinnear y Brendan Gleeson. Fue una sorpresa gigantesca la que me llevé al ver la película. Con una imagen final que evoca el cine de Abbas Kiarostami y escenas que parecieran imitar el ritmo de Hong Sang-soo, Sachs retiene su característico tono tierno pero lo acompaña con una imaginación estilística inesperada. Su fuerte, la dirección de actores, nos ofrece un regalo que, fiel a su ceguera, la academia de Hollywood ignoró desdeñosamente. Tomei, en particular, luce su versatilidad y carisma en risas y gestos sueltos, alegres, que de repente se tornan en silencios incómodos pero compasivos. El que hace en Frankie es, para mí, uno de sus mayores papeles.

La trama sigue, como lo sugiere el título, a una mujer llamada Frankie—interpretada con una simpática apatía por Huppert— y a su cohorte durante un viaje de cumpleaños a Portugal. Un encuentro al azar con su amiga Ilene (Tomei) provoca un poco de melodrama pero sobre todo muchas conversaciones, y ahí se encuentra la originalidad de la película. En vez de orientarse a las convenciones del cine industrial con una comedia de enredo, Sachs crea una película donde el lenguaje hablado no es un medio para llegar a conclusiones importantes sino un fin en sí mismo. Las acciones se reducen a conversar y las consecuencias quién sabe cuáles sean, más allá de un corazón lastimado. El ambiguo final no hace promesas de ningún tipo.

Probablemente esta característica haya puesto en contra de Frankie a la crítica estadounidense, acostumbrada a la claridad y la resolución, sin embargo pienso que la película no debería ser interpretada como un esfuerzo mediano de un director convencional, sino como la prueba de que en Sachs siempre ha habido un cineasta capaz de subvertir la norma. El lirismo de la película y su idea del tiempo tan contraria a lo que se ve incluso en el cine anterior de Sachs demuestran una madurez que quizá resulte esencial en el futuro. Es pronto para saberlo pero por el momento puedo decir que Frankie es un fascinante paseo por el placer de la conversación y un símil enternecedor de la vida real: hablamos con otros sin saber para qué y sin importarnos la razón. Las palabras de otros son un consuelo y un reto, pero sobre todo son muchas veces la prueba de que alguien nos ama lo suficiente como para vertir su interior en frases para nosotros.

 

 

 

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