Gringo: Se busca vivo o muerto – Crítica

Harold Soyinka (David Oyelowo) es un inocente hombre de origen nigeriano al que todo mundo le ve la cara. Plagado de deudas y problemas maritales, el único consuelo de Soyinka es su trabajo para una importante empresa de farmacéuticos estadounidense que se encuentra comercializando una pastilla de cannabis. Pero esta estabilidad se viene abajo cuando Harold se entera de que sus jefes, Elaine (Charlize Theron) y Richard (Joel Edgerton), han hecho un trato secreto con un narcotraficante mexicano llamado Pantera Negra para venderle la pastilla. Sin embargo, todo se complica cuando Elaine y Richard deciden vender la compañía y cortar su negocio repentinamente con la Pantera Negra. Cuando Harold se entera de que han llevado este negocio sucio a sus espaldas y que pronto perderá su trabajo, decide por primera vez en su vida tomar el asunto en sus propias manos y planea un autosecuestro en la Ciudad de México para cobrar el seguro de la empresa y empezar una nueva vida. Pero lo que no sabe es que la Pantera Negra, en represalia, planea hacer esto mismo y secuestrarlo de verdad…

Nash Edgerton (hermano del actor Joel Edgerton) incursionó en el cine como doble de acción para un amplio espectro de producciones, como la trilogía de Matrix, tres precuelas de Star Wars, El gran Gatsby y Ladrones de la fama (entre muchas otras). En 2008, el australiano dio un salto dentro de la industria y dirigió The Square, un thriller neo-noir basado en un guion de su hermano Joel que obtuvo críticas muy favorables. Diez años después llega Gringo: Se busca vivo o muerto, cinta que en palabras coloquiales funciona catalogarla simplemente como su segundo largometraje. Sin embargo, un vistazo más profundo revela el testimonio de una persona que ha pasado largos años en la industria, observando y aprendiendo de todos los géneros y entendiendo cómo se complementan unos a otros.

Esta es la fortaleza de Gringo, filme en donde Edgerton logra trasladar satisfactoriamente el saturado abanico temático del guión de Anthony Tambakis y Matthew Stone en una cinta que amalgama orgánicamente el drama con la acción y la comedia oscura, con elementos de suspenso y giros de tuerca de un thriller. Este aspecto es resaltado aún más por las personalidades de cada personaje y las actuaciones de los protagonistas, en donde destacan las interpretaciones de Charlize Theron y David Oyelowo. En Elaine, Theron da vida a una peligrosa mujer que combina las artimañas de una clásica femme fatale con la agudeza y poder de una mujer del siglo XXI. Su carga sexual y cinismo la hacen dinamita en pantalla, no obstante, aun así logramos descubrir un aspecto vulnerable en ella. Harold es completamente lo opuesto; un hombre de buenas intenciones cuya falta de carácter lo lleva a meterse en un aprieto de consecuencias catastróficas. Sin embargo, es un perdedor con suerte que desesperadamente queremos ver triunfar, y quien además aporta gran parte de la comicidad de la cinta. David Oyelowo (a quien estamos acostumbrados a ver en cintas dramáticas) interpreta esta gama de emociones de manera empática y entrañable. Su personaje además sirve como una dosis para contrarrestar la violencia explicita y crudeza de la cinta.

Pero esta ambición temática no está exenta de faltas y se encuentra con varias dificultades a la hora de presentarnos a sus personajes secundarios, particularmente en el caso de Sunny, interpretada por Amanda Seyfried. Sunny y su novio coinciden en México con Harold y se ven envueltos de cierta manera en su predicamento, sin embargo, esto no aporta realmente nada contundente a la trama principal y resulta innecesario. Algo similar sucede con el personaje de Thandie Newton, quien interpreta a Bonnie, la esposa de Harold. Estas historias paralelas afectan el ritmo de la cinta, que a pesar de contar con cargadas secuencias de acción constantemente, a momentos transcurre de forma lenta y pausada.

Otro aspecto que resalta de la cinta es la sátira que propone. Al apoyarse y exagerar los arquetipos asociados comúnmente a cada cultura (como los «gringos» despiadados enfocados exclusivamente en el dinero, la situación de violencia extrema que se vive en México a raíz del narcotráfico, y el racismo hacia los inmigrantes) la película toma una relevancia más perspicaz en el contexto político y social que se está viviendo actualmente.

Al final del día, Gringo resultó en una (grata) sorpresa. Es un filme disfrutable, aunque no memorable, pero que aporta más de lo que anticipa en su póster de estilo kitsch y en su trailer al lograr transformar un tema crudo en una satisfactoria comedia oscura.

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Amanda Adame Comunicóloga para quien el cine y la fotografía son las mejores maneras de ver la vida. Es fan de Sofia Coppola y la estética de Wes Anderson, añora décadas pasadas y piensa que todo el mundo debería irse en un road trip por lo menos una vez en la vida.