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Columnas

Guí­a del periodista viajero…

07-12-2008, 9:48:03 AM Por:
Guí­a del periodista viajero…

Todo lo que nuestros lectores siempre quisieron saber sobre la labor de festivalear. 

Al estar en contacto con los lectores, muchas veces me han preguntado sobre cómo es trabajar para la revista. Recuerdo la primera vez que me tocó salir para cubrir un evento, un colega de origen austriaco me comentó que nuestro trabajo podría ser envidiable para muchos, pues tenemos la oportunidad de viajar por diversos lugares y conocer a los artistas que en muchas ocasiones admiramos desde hace tiempo.

Sin embargo, nuestra labor también implica cierto sacrificio. En mi caso particular, siempre me resulta complicado tener que separarme por unos días de mi novia, especialmente cuando me toca salir en fin de semana como en esta ocasión. Para colmo, no ayuda en nada cuando la gente local pregunta por qué no vengo acompañado. Y como a los periodistas nos tienen bastante mimados para estos eventos, esto hace que uno piense que estás viviendo cosas que quisieras compartir.

Igualmente, uno tiene una agenda que en muchos casos está muy llena, por que se deben aprovechar los ratos libres al máximo. En mi caso, ayer sábado tenía libre hasta las 3 de la tarde, y hoy domingo, hasta las 11 de la mañana, por lo que ayer decidí ir a recorrer el centro de Mazatlán, para luego, visitar la playita y contarles que tal estuvo.
 
Me levante muy temprano y a las 7:30 ya iba a mi destino. Al llegar ahí visité la catedral, las cuales casi siempre se encuentra en el centro de todos los poblados de nuestro país. Lo cierto es que lo que más llamó mi atención ahí fue la sombra de una estatua proyectada en una pared, por lo que decidí retratarla para subirla aquí.
 
Siguiendo con el recorrido, visité el mercado, el cual se encuentra a unos pasitos de la iglesia. A diferencia de lo que me platicaron, en este lugar lo que más se vende es comida, pero como evidentemente no iba a comprar carne ni pescado, di una vuelta rápida por los escasos locales con artesanías.  
 
Después, quería pasar a las tiendas del Sr. Ranita que tanto abundan por acá, pero como todavía era temprano, tuve la brillante idea de ir caminando al malecón, ya que no estaba tan lejos. Desafortunadamente, mi sentido de orientación es pésimo, por lo que terminé extraviado, caminé el doble y fui a parar a un puerto de la Secretaría de marina. Como de todos modos no tenía mucho que hacer seguí hasta continuar mi recorrido, pero mucho más cansado de lo que esperaba.
 
Finalmente, llegué a la playa y la verdad no tenía muchos deseos de meterme, sólo quería pisar la arenita y sentir un poco del agua. Posteriormente descubriría que esto fue muy buena idea, pues uno de los directores de los cortos finalistas se metió y terminó en la Cruz Roja por culpa de un aguamala. Aunque no sabemos quién fue, esperemos su corto tenga suerte, si no, hoy tampoco tendrá un muy buen día.
 
Decidí terminar mi recorrido subiendo a una tradicional pulmonía, las cuales son taxis sin puertas ni ventas, lo que permite recibir un muy refrescante airecito en el trayecto.
 
Prácticamente así son muchos de nuestros días durante los viajes, con visitas express que pueden ser muy, muy agotadoras, pero que sin duda valen mucho la pena.

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autor Es investigador del Programa de Culturas Digitales de la Universidad de Sydney. Es el editor fundador de cinepremiere.com.mx y escribe sobre cine, televisión y tecnología en diversos medios nacionales e internacionales.
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