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Cine

Historia de fantasmas – Crítica

30-12-2017, 11:25:03 AM Por:
Historia de fantasmas – Crítica

La soledad que pesa como una sábana blanca.

Cine PREMIERE: 5
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Alguna vez nos hemos sentido observados. Levantamos la mirada, pero sólo encontramos vacío, una sensación extraña de incomunicación con algo que no tiene forma. ¿Qué sucede cuando morimos? ¿Nos transformamos en ese vacío que incomoda? En Historia de fantasmas, C (Casey Affleck), después de una abrupta separación, observa en silencio lo que hace M (Rooney Mara), su pareja. Esto podría ser un instante normal en cualquier relación, sin embargo, C está muerto y sobre él pesa una gruesa sábana blanca. Él es el vacío, la nada que probablemente M percibe pero a la que no puede darle forma.

Con planos largos y pausados, David Lowery (Ain’t Them Bodies Saints) presenta Historia de fantasmas (A Ghost Story), la historia del fantasma de C, que, en lugar de continuar en otra dimensión, regresa a la casa que compartió en vida. A simple vista, la película parece la clásica relación de amor después de la muerte, pero Lowery construye una alegoría a la vida y a las posibilidades que ya no habitamos.

Después de un duelo que carcome, M decide avanzar y mudarse. Deja atrás el vacío y con él, la presencia de C. Con esta decisión, el director estadounidense se aleja del sentimentalismo y conduce al espectador a un viaje existencial que ya se anunciaba con la banda sonora desde los primeros minutos: las composiciones de Daniel Hart se convierten en un eco espectral y seductor que acompañan a C en una misma odisea por entender lo que está pasando.

Pero esta odisea no es una batalla cruenta. La sábana que cubre a C y que le da la imagen del fantasma tradicional también oculta sus reacciones, sus pensamientos. Lowery nos dice: esta es la soledad de un fantasma, la quietud es una alerta constante. Él, lo que no se mueve, lo que está varado, tensa y retiene al espectador.

El estado de “encontrarse a la deriva” queda de manifiesto cuando, en uno de los pocos momentos de la película en donde se usa el habla, comienza el monólogo filosófico de un visitante de la casa (que ya ha adquirido fama de estar embrujada): la vida y el arte que hay en ella son fugaces y nada, absolutamente nada perdurará. Nuestra trascendencia en la vida es frágil y diminuta. Es más, aún sin estar muertos podemos ser una manifestación corpórea atascada, sobre la que pesa una gruesa y pesada sábana.

Vivos y muertos somos observadores de una vida que ya no habitamos. Historia de fantasmas es un bello homenaje que cuestiona nuestra vida, lo que hacemos en ella y la importancia de la memoria.

El formato de la cámara, usado en producciones caseras familiares, trae a cuenta la importancia de la memoria. Asimismo, la majestuosidad de la fotografía de Andrew Droz Palermo recuerda a un Malick menos ambicioso y más certero en su obsesión por el significado de la vida; todo esto, en un collage hipnótico, nos habla de lo que debemos mantener con nosotros y de lo que no. Como C, ¿es necesario saldar una cuenta para ser libres? La soledad del fantasma, la historia del fantasma es, sin duda, la soledad y la historia de la humanidad.

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autor Escribo sobre cine y televisión. Me gusta pensar las imágenes. Colaboradora en Revista Nexos, Butaca Ancha y F.I.L.M.E Magazine. Cuando sea grande quiero ser como Luisa, en Días de otoño de Roberto Gavaldón.
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