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Cine

Honey Boy: Un niño encantador – Crítica

06-03-2020, 12:15:35 PM Por:
Honey Boy: Un niño encantador – Crítica

A través del cine, Shia LaBeouf se acerca a su padre.

Cine PREMIERE: 3.5
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Un joven (Lucas Hedges) aparece delante de un vehículo en llamas mientras el sol se pone detrás de él. La escena parece formar parte de una película como Transformers. Se escuchan gritos, suena una explosión, el muchacho aprieta los ojos e inmediatamente es lanzado de un tirón hacia donde está el vehículo. Alguien grita “¡corte!” y el chico regresa a su posición original.

La escena con la que la cineasta Alma Har’el inicia su primera cinta de ficción, Honey Boy, remueve todo el glamour y el romanticismo que envuelve a los sets de Hollywood de forma similar a lo que hizo Sofia Coppola en algunos momentos de Somewhere (2010), película que también presenta la vida de un menor de edad creciendo en la “tierra de los sueños”. Un lugar que, paradójicamente, engendra sus peores pesadillas.

Honey Boy se basa parcialmente en los primeros años de carrera del polémico actor Shia LaBeouf, y en su eterna lucha con la ominosa figura de su padre, con las adicciones y con su propia salud mental. La película sigue a un actor llamado Otis, en dos momentos distintos de su trayectoria: Otis de 12 años (un extraordinario Noah Jupe), cuya carrera es administrada por su inestable padre James Lort (Shia LaBeouf), y Otis de 22 años (interpretado por Hedges), quien se encuentra en un centro de rehabilitación lidiando con la abusiva sombra de Lort.

Alma Har’el, directora que ganó cierta notoriedad por el documental Bombay Beach (2011), enfatiza en Honey Boy la forma en la que la fantasía y el goce infantil se transforman en un lucrativo medio que corrompe los vínculos familiares.

Noah Jupe presenta un rango verdaderamente notable. Tras la ternura que despertó en Extraordinario (2018), el actor deja ver desde sus primeras escenas la amargura y la rabia, pero también la necesidad afectiva que lo ata a James Lort. Los únicos momentos en los que el pequeño parece estar feliz suceden en medio de dos palabras: acción y corte. Dicha complejidad también está presente en la actuación de LaBeouf, quien no sataniza a su padre: a través de su interpretación trata de acercarse a él, cosa que quizá no pudo lograr de niño.

En otra línea temporal, Lucas Hedges es hábil para mostrar el enorme hueco dejado por su padre, el cual ha llenado con adicciones y un estilo de vida caótico. Un acierto de Har’el es no hacer una distinción entre los dos tiempos en los que se narra Honey Boy. A través de un hábil montaje busca conectarlos constantemente y entender que ambos se necesitan el uno al otro.

La escena que ilustra la publicidad de la película muestra el rostro del pequeño Otis cubierto de pastel. Es un momento que, como el que abre la cinta, expone algo que pretende divertir al público, pero que al mismo tiempo oculta una historia de dolor, humillación y reconciliación. Honey Boy es el vehículo a través del cual LaBeouf, guiado por Har’el, denuncia al set como un lugar que ahoga la infancia, pero que también le ofrece su única oportunidad de conectarse con su padre. Sólo en Hollywood un pastelazo es igual de poderoso que la detonación de una bomba.

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autor Cofundador y crítico en la página web Butaca Ancha. Escribe de cine en medios como Tierra Adentro, Animal Político, Forbes y Algarabía. Considera que cada película, independientemente de donde venga y quien la haga, tiene algo importante que decir.
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