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Entrevistas de revista

Alejandro González Iñárritu trae a casa Carne y arena

12-09-2017, 10:45:07 AM Por:
Alejandro González Iñárritu trae a casa Carne y arena

En entrevista exclusiva, el director mexicano nos habla de su instalación Carne y arena, que llega a Centro Cultural Universitario Tlatelolco de la CDMX.

Al llegar debes dejar a un lado tu bolsa, tu celular o cualquier cosa que podría estorbar tu percepción, tu recepción de lo que estás a punto de vivir. La bienvenida la da un enorme corazón impreso dividido en dos: con “ellos” (T.H.E.M.) de un lado y “nosotros” (U.S.) del otro. Un mensaje del director Alejandro González Iñárritu al inicio de Carne y arena: Virtualmente presente, físicamente invisible expresa lo mucho que representa en su vida esta incursión en un terreno desconocido –el de la realidad virtual–, pero deja claro que sigue con las mismas obsesiones que hicieron su cine: migrar, cambiar, sobrevivir, valorar lo más frágil de la vida, que siempre pende de un hilo.

Un pedazo de barda original sacada del desierto de Arizona sirve de pared para delimitar el gran cubo en el que penetramos. Caminamos por un pasillo para llegar a una antesala de altas paredes blancas: en el piso hay montañas de zapatos viejos y rotos de los migrantes, también arrojados al desierto. Un letrero nos pide que nos quitemos los zapatos: Carne y arena también es un ejercicio de humildad. Cuando entramos al espacio principal, los pies descalzos caminan sobre la arena y sentimos frío. Nos colocan lentes, audífonos y una mochila que en realidad carga todo el dispositivo de realidad virtual. Estamos listos para siete minutos de un viaje físico (podemos caminar libremente en el espacio) y espiritual, con un grupo de migrantes amenazados por patrulleros fronterizos en el desierto.

Durante años, Alejandro González Iñárritu recopiló testimonios de migrantes de México y de Centroamérica, quienes, en busca de una mejor vida, cruzaron el desierto hostil y a veces mortal con el sueño de llegar a EE.UU. El viaje llevó a Iñárritu y a su cómplice Emmanuel Lubezki a empujar un poco más los límites de la narración y a presentar el proyecto por primera vez durante el pasado Festival de Cannes, financiado por la Fundazione Prada y Legendary Entertainment. Ahí sorprendió a los críticos por el uso de la realidad virtual como herramienta para crear empatía. Los siete minutos de inmersión total –y a 360 grados– se inscriben en una instalación más amplia, que residirá en el Centro Cultural Universitario Tlatelolco.

Platicamos con el cineasta sobre este gran paso hacia el futuro.

Carne y Arena se presenta ahora en México, donde la realidad de los habitantes es mucho más cercana a lo que presentas en el corto de realidad virtual. ¿Cuáles son tus esperanzas o tu emoción de poder presentarla en tu país?

Me encanta la idea de poder tener la posibilidad de presentarla en mi país, es una experiencia hermosa el poder presentar en México algo que nos pertenece temáticamente y emocionalmente a todos los mexicanos. Ahora sí que es una obra de mexicanos, hecho por mexicanos, en un momento tan sensible como el que estamos viviendo para la comunidad.

 Hasta ahora los directores habían usado la RV para contarnos historias, no sé si más positivas, pero digamos, más amables. Creo que eres el primero en usarla como un elemento político, ¿no? ¿Tú lo ves así?

Pues más que político es humano. Creo que lo que intenté al menos fue hablar de la condición humana, más allá de “republicanos o demócratas”, porque los migrantes no piensan en estos términos. Yo creo que para mí era importante entender un pequeño fragmento del viaje de éstas personas. Que el visitante pudiese literalmente ponerse en sus zapatos y vivir sensorialmente también y desde su punto de vista, de una forma radical, esa experiencia y no intelectualizarla. Cruzarla de un lado a otro, sin importar si está bien o no. Al vivir las cosas tienes una forma de llegar a una conclusión que tiene más que ver con una razón profunda, con la inteligencia emocional, no con la inteligencia racional.

Yo creo que la política siempre hace insulsa a la realidad. Yo de hecho no estoy interesado en la política, la veo como una pieza que va más allá de un pensamiento de lógica. Esto es una realidad. Tiene que ver con una cosa humana, que es mucho más compleja. La política casi siempre reduce las cosas a algo muy elemental y la realidad de las cosas humanas son tan complejas que solo te acercas así, la puedes comprender un poco. Eso era lo que yo buscaba.

iñarritu carne y arena

 

Lo que destaca de Carne y arena es la presencia y lo mucho que nos exiges de estar ahí, mentalmente, físicamente. Es la primera vez que en el cine se nos demanda tanta conciencia de lo que va a pasar…

Es una muy buena observación de tu parte. Creo que a mí lo que me llama la atención es que hoy, cuando vas al cine, hay una comunidad con la que estás compartiendo, sean tus amigos, tu novia o la gente de alrededor. Aquí hay una preparación que, como tú dices, te exige estar ahí solo y, al mismo tiempo, no te da la posibilidad de compartir en las redes sociales, tomar fotos o hacer videos. Esas cosas también hacen que muchas veces puedas retrasar tu concentración para ver después la foto que tomaste en lugar de estar ahí presente y captar lo que tenías que captar. A Carne y arena no la puedes compartir en redes sociales porque no se permiten teléfonos, pero además no se puede compartir porque está adentro de tu cerebro. El hecho de que estés solo, que no sea una obra que puedas comprar… no tiene un valor. Es una experiencia parecida a cuando vas al bosque o al mar: es individual y es única. Exige tu presencia, es efímera y es una sola vez. No la puedes guardar en tu teléfono, sólo vive en tu memoria y en tu emoción, y eso me parece que es algo valioso hoy, cuando todo se vive prácticamente de forma comunal y compartida. Es como un sueño lúcido: cuando lo compartes es difícil porque sólo existe adentro de ti. Eso lo convierte en algo diferente a lo que experimentas en otras cosas.

No se puede comprar, compartir y yo diría que no se puede contar, porque cada persona lo vive de manera distinta. ¿Crees que los espectadores nos volvemos tus codirectores cuando experimentamos Carne y arena?

Sí. Es complejo. Cuando yo hago una película, yo simplemente pongo adentro de un cuadro un porcentaje de una realidad. Te estoy señalando lo que quiero que veas. Estoy filmando a dos personas sentadas en un restaurante, solo te muestro a ellos dos, no lo que está pasando atrás de ellos o alrededor. Tú tienes que llenar con tu cabeza exactamente todo lo que está alrededor. Ahora, Carne y arena es 360, todo lo que ves está creado por mí, no te doy libertad de imaginar o de rellenar, pero te doy la libertad de viajar a dónde tú quieras. Entonces, el viaje que tú haces dentro del universo que yo he creado es único. Es un intercambio. En el cine no estás libre de viajar a dónde tú quieras, pero con tu mente puedes rellenar cómo tú quieras.

iñarritu carne y arena

Desde Birdman y El renacido parece que Lubezki y tú nos tratan de mostrar con la cámara más de lo que se suele mostrar a cuadro. En el caso de Carne y arena, ¿cómo diriges al fotógrafo, ya que justamente no hay encuadre?

Pero es un mundo creado. Hicimos muchos ejercicios. Filmamos muchas cosas para después irlas comparando con la realidad. Tuvimos muchos ensayos con los migrantes, que en realidad son personas: no son actores. Trabajamos con ellos, exploramos, montamos las escenas, fuimos a los desiertos, observamos la luz y luego, finalmente, lo hicimos digitalmente. Vas entendiendo también la luz a través de la tecnología. Se siente bien complicado, pero, por una parte es la realidad y, al mismo tiempo, también es un universo único que estás creando. Es un proceso bien diferente a hacer una película. No tiene nada que ver. La realidad virtual es todo lo que el cine no es. Eso es la verdad, son dos cosas totalmente distintas.

 ¿Por qué era importante que fueran los migrantes los que se interpretaran a ellos mismos y no unos actores?

No hubiera existido esta obra si no fuera con una verdad. No parte de un entretenimiento, ni de un videojuego. Habla de una verdad que sucede, de compatriotas nuestros, cuyo país les ha cerrado las puertas en cuestión de trabajo, de seguridad, de posibilidades, donde hay pobreza extrema. Estas personas han tenido que salir. Es una realidad vivida por millones de mexicanos todos los días. Un acto de supervivencia de comunidades que no tienen trabajo, no tienen comida y que han tenido que abandonarnos, con mucho sufrimiento. Mueren al irse y renacen aquí, y esa transición es más grande que cualquier ficción. Por eso yo tenía que usar un procedimiento que fuera la verdad: la verdad tenía que hablar por ella misma. Sin eso no hubiera existido este proyecto. No me hubiera interesado, de hecho. Es una oportunidad para convertirte en uno de ellos.

Este es un terreno nuevo en cuanto a lo técnico… ¿Lo compararías a la misma emoción de cuando irrumpiste en el paisaje mexicano e internacional con Amores perros? ¿Sientes la misma chispa de estar pisando por primera vez algo un poco desconocido?

Sí, la verdad es que fue una experiencia muy placentera. Ha sido de las cosas más placenteras, porque, como tú dices, es estar descubriendo cosas, como un niño jugando en un nuevo territorio y con las herramientas nuevas. La verdad es que es bien bonito cuando tienes cosas que descubrir y estás haciendo un experimento. Fue una experiencia hermosa. Uno, por trabajar con los migrantes, la parte más reconfortante, y, por otro lado, la parte técnica es muy emocionante, porque no sabes a dónde vas a llegar. El no saber las respuestas y descubrirlas es un proceso mucho más hermoso como artista. Es un viaje.

 Decías que la realidad virtual es todo lo que el cine no es. ¿Sientes que en el cine ahora te faltan herramientas para contar historias, una vez que has narrado de esta forma?

No, porque realmente son dos medios y dos artes muy distintas. Las dos tienen sus reglas y las dos son muy válidas. Es como hacer pintura y escultura. No le puedes pedir a la pintura que sea tridimensional, ni a la escultura que no lo sea.  Creo que entiendo bien el lenguaje y la gramática visual del cine y sus posibilidades, y creo que la capacidad de abstracción del cine es maravillosa: el hecho de que la gente abstractamente llene todo lo demás y que eso no limite para nada lo que quieres decir. Son simplemente dos herramientas distintas y me gustaría seguir explorando las dos.

 El hecho de que nos tengamos que poner unos audífonos aumenta la concentración. Cuando inició y escuché las voces en español me sentí como en casa…

Sí, creo que es importante sentirte como uno de ellos, con estas nuevas conexiones. Hemos perdido quizás esta capacidad de entender al otro a través de la presencia. Entender a alguien sucede cuando puedes encontrar la verdad. Hemos perdido a la compasión a través de la intelectualización, a través de la política, a través de la reducción de la abstracción, de la intelectualización de las cosas. Este medio te permite estar físicamente presente con las plantas de tus pies sintiendo la arena, el viento en tu cuerpo.

Los sentidos  nunca mienten, son las únicas cosas que están en contacto con la realidad y con el presente. Nuestro cerebro siempre está viendo abstracciones en el futuro, en el pasado y haciendo reducciones. Pero creo que el poder estar dentro, en un sueño, el que yo camine dentro de tu cerebro, junto con el hecho de que tu cuerpo esté en contacto físicamente con el presente, es una combinación muy poderosa. Creo que hace que entiendas perfectamente lo que sintieron ellos. Si lo lees, es una abstracción intelectual, pero si lo vives, entonces ya deja de ser intelectual, es experiencial y eso es lo más poderoso que tenemos.

 Y lo vuelve una infinidad de posibilidades, equivalente a la cantidad de personas que entran a este espacio… Me contaron en Cannes que puedes encontrar el corazón escondido por ahí si haces cierta cosa. ¿Es verdad?

Si te metes al cuerpo de los migrantes o del policía, adentro encontrarás un corazón. De hecho, todo el audio se perspectiviza y lo que escuchas es un corazón real, físico, de carne total. Me gusta mucho esta idea: es un accidente si la gente lo descubre, porque no es natural. Pero si por casualidad te atreves a entrar en los personajes te das cuenta de que todos tenemos el mismo corazón, de carne y sangre, y que todo lo que existe afuera entre inmigrantes y policías americanos es un disfraz, un uniforme muy estúpido.

¿Lo podemos contar en esta entrevista?

Sí, lo puedes decir para que se atrevan a entrar en ellos. A mucha gente se le olvida, la gente no lo hace. Son tan reales las personas que ves que de primera instancia no lo haces, pero si alguien lo hace, bienvenido, para eso está. La mayoría de la gente se hinca, insulta o sale corriendo.

Quítame una duda, ¿el policía que vemos ahí te rastrea, verdad? ¿Te sigue?

Sí, a dónde quiera que estés te va a rastrear. Ahí es donde te das cuenta que eres uno más. Ya no eres un visitante, eres un inmigrante.

 

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