Judy Garland se ganó su lugar en la historia del cine con su brillante interpretación de Dorothy en El mago de Oz (1939). No conforme con ello, su poderosa voz también le ubicó entre las grandes leyendas del género musical.
Esto no significa que la actriz tuviera una vida sencilla. Su temprano éxito afectó su estabilidad física y emocional, mientras que los ejecutivos de los grandes estudios atentaron contra su autoestima al criticar duramente su apariencia física. Estas presiones la hicieron adicta al alcohol y las drogas, lo que eventualmente la llevó a la muerte con apenas 47 años de edad.
A pesar de su trágico desenlace, su legado y su talento sigue siendo motivo de admiración entre las audiencias. A continuación, las mejores películas de Judy Garland :
Girl Crazy (Dir. Norman Taurog & Busby Berkeley, 1943)
Judy Garland y Mickey Rooney compartieron créditos en diez ocasiones, y aunque suelen estar entre las duplas más icónicas del viejo Hollywood, la gran mayoría de sus colaboraciones tienen historias superficiales centradas en el amor juvenil. Quizá la única excepción sea Girl Crazy, adaptación de la obra teatral homónima que aborda el romance entre un joven mujeriego de Yale y la joven encargada de las finanzas del lugar. A pesar de su jovialidad, se trata de un filme mucho más maduro, no sólo en su temática, sino en las propias dotes histriónicas de su dupla estelar, al tratarse de su penúltima alianza.
The Pirate (Dir. Vincente Minnelli, 1948)
En su momento fue un fracaso financiero, no sólo por los numerosos retrasos que elevaron sus costos, sino porque el público y la crítica la consideraron demasiado extravagante. El tiempo le hizo justicia, pues hoy en día The Pirate es considerada una de las películas indispensables en la carrera de Judy Garland y Gene Kelly, así como uno de los musicales más originales de todos los tiempos. La cinta nos introduce con Manuela Alva, una joven huérfana criada por sus tíos en un pueblo caribeño y quien está prometida con un hombre adinerado de la región, pero que sueña con ser raptada por un pirata que se enamore de ella. El sueño se cumple cuando un cantante ansioso por conquistarla se hace pasar por un bucanero, abriendo paso a un extraño, pero muy divertido romance. A pesar de su curiosa premisa, la cinta suele generar sentimientos encontrados entre los aficionados de Garland, quien padeció una severa crisis nerviosa durante el rodaje y tuvo un intento de suicidio en cuanto terminó la filmación.
The Clock (Dir. Vincente Minnelli, 1945)
Judy Garland centró casi toda su carrera en el cine musical y apenas hizo un puñado de filmes dramáticos. El primero de ellos fue The Clock, sobre un soldado con 48 horas de permiso que pasa en compañía de una chica a la que acaba de conocer. Aunque se trata de un romance sencillo, la película tuvo una buena recepción gracias a la presencia de la actriz, la naturalidad que reflejó con su compañero Robert Walker y la emotividad de su historia que conmovió a un público que aún sufría en los últimos días de la II Guerra Mundial. Esta historia pudo ser muy diferente, ya que los altos mandos de MGM no estaban convencidos de que Garland pudiera sacar adelante el proyecto y sólo accedieron por la insistencia de la actriz que estaba ansiosa por hacer un filme completamente dramático.
The Harvey Girls (Dir. George Sidney, 1946)
El western era uno de los géneros más famosos en los 40, por lo que no sorprende que Judy Garland haya tenido un breve paso por él, con la gran peculiaridad de que no era un filme puro, sino un híbrido musical. Lo más curioso es que el proyecto fue originalmente concebido como un drama que debía ser protagonizado por Lana Turner y Clark Gable, pero el plan cambió gracias a las sugerencias del productor Arthur Freed, quien le vio potencial para ser algo más. No se equivocó, pues el resultado es sumamente original, con la actriz encarnando a una joven que viaja al oeste para encontrarse con un enamorado por correspondencia, para luego sufrir un desencanto que le hace unirse a un grupo de chicas que pretenden abrir un restaurante en la tierra prometida. A la fecha, sigue siendo considerado uno de los westerns más singulares de todos los tiempos.
Summer Stock (Dir. Charles Walters, 1950)
Una de las mejores películas en la carrera de Judy Garland, pero también una de las más turbulentas, al grado que marcó su última colaboración con MGM tras 15 años juntos. La historia muestra a la actriz en el papel de una granjera cuya tranquilidad se ve aquejada por la llegada de su hermana y un grupo de amigos que desean aprovechar un establo para ensayar sus números. Aunque la producción sufrió numerosos retrasos, aparentemente provocados por las adicciones de Garland, la película tiene la que muchos consideran la mejor secuencia en la exitosa trayectoria de la actriz, con el musical “Get Happy” en el que aparece con una chaqueta de smoking, medias y un sombrero. Curiosamente, el número fue filmado dos meses después del resto del filme, lo que permitió que su interprete perdiera cerca de 9 kilos de peso y alcanzara cierta estabilidad emocional. La película también marcó su última colaboración con Gene Kelly, quien suele ser catalogado como el mejor compañero actoral de toda su trayectoria.
Easter Parade (Dir. Charles Walters, 1948)
La historia del cine está llena de accidentes afortunados, siendo Easter Parade un buen ejemplo de ello. Esto porque el rol masculino principal era para Gene Kelly, quien debió abandonar el musical por una lesión, lo que abrió el camino para que Fred Astaire regresara de un retiro temporal y ofreciera una de las actuaciones más memorables de toda su carrera. La leyenda del actor era tan grande, que la propia Judy Garland se mostró nerviosa de trabajar a su lado e incluso se negó a tener cualquier acercamiento con él hasta ser propiamente presentada. Esta interacción explica la estupenda química de la pareja en una cinta sobre un bailarín que debe aliarse con una joven prometedora, aunque también algo atolondrada, tras romper relaciones con su compañera original. Una película exquisita y que bien merece un lugar entre los grandes musicales de todos los tiempos.
El juicio de Núremberg (Dir. Stanley Kramer, 1961)
Judy Garland es todo un emblema del cine musical, pero esto no le impidió ejecutar otros roles con la misma destreza. El mejor ejemplo es El juicio de Núremberg que, sin tener la fama de otros títulos, suele ser ubicado entre sus mejores trabajos. La actriz interpreta con enorme destreza a Irene Hoffman, una de las testigos principales de las cortes estadounidenses contra los líderes nazis y quien debe declarar sobre las relaciones con un judío que le hicieron ser condenado a muerte. La cinta obtuvo once nominaciones al Premio de la Academia, una de las cuales fue para Judy Garland en la categoría de Mejor actriz de reparto. No ganó, convirtiéndose así en una de las grandes leyendas hollywoodenses que nunca fue galardonada con una estatuilla en competencia.
La rueda de la fortuna (Dir. Vincente Minnelli, 1944)
Todos saben que El mago de Oz (1954) y Nace una estrella (1954) son las películas más celebradas de Judy Garland. Menos conocido es el caso de La rueda de la fortuna, tradicionalmente considerada la tercera cinta más memorable de su obra. La trama es relativamente sencilla, pues explora los sentimientos encontrados de una familia de St. Louis de inicios de siglo XX que debe mudarse a Nueva York en busca de una vida mejor. Nadie sufre la decisión como Esther, la segunda de cuatro hijas y quien se muestra especialmente renuente a la partida, consciente de que ésta implicará decir adiós a un chico del que se ha enamorado. El papel es interpretado por Garland con gran emotividad. Aunque no suele ser considerado entre los mayores clásicos del cine, pero muchos atribuyen su popularidad a la nostalgia americana por los tiempos más sencillos, ya que el libro en que se inspira fue publicado en 1942, mientras que la película estrenó en 1944, es decir, en plena II Guerra Mundial.
Nace una estrella (Dir. George Cukor, 1954)
Nace una estrella de 1954 es uno de esos pocos casos en que el remake supera al filme original. Y no sólo eso, sino que ninguna de las dos versiones posteriores ha igualado su legado. La historia es bien conocida por todos: una joven aspirante a cantante profesional es cobijada por un ídolo en decadencia cuando ésta le salva de una humillación pública. Además de su emotiva historia, estupenda producción e inolvidable banda sonora, la película brilló por ser considerada el retorno triunfal de Judy Garland tras cuatro años de ausencia desde Summer Stock (1954). La espera valió la pena, pues representó su primera nominación al Oscar, aunque al final perdió la estatuilla ante Grace Kelly por The Country Girl. La popularidad del filme incrementó todavía más porque vino acompañado de un nuevo retiro temporal de su estrella, quien regresaría a las pantallas hasta 1961 con El juicio de Núremberg.
El mago de Oz (Dir. Victor Fleming, 1939)
Judy Garland debutó en la actuación en 1929, pero tuvieron que pasar diez años para que se convirtiera en una verdadera estrella. La espera valió la pena, pues El mago de Oz no sólo es la película más memorable de toda su filmografía, sino uno de los grandes clásicos de todos los tiempos. La historia pudo ser muy diferente pues, aunque el productor Mervyn LeRoy aseguraba que la joven actriz siempre fue su primera opción para el papel de Dorothy, existen incontables rumores que vinculan al personaje con Shirley Temple, Jean Harlow y Deanna Durbin. A pesar de su destacada labor, la Academia ni siquiera la nominó al Oscar, pues se contentó con darle un Premio Juvenil fuera de competencia. Una decisión controvertida, pero que pasa a segundo término cuando recordamos que hoy en día es imposible imaginar a cualquier otra actriz recorriendo el camino amarillo o interpretando el inolvidable tema "Over the Rainbow".
Luis Miguel Cruz Algún día me uniré a los X-Men, la Alianza Rebelde o la Guardia de la Noche. Orgulloso integrante de Cine PREMIERE desde el 2008.