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El cine y los juegos olímpicos

08-08-2016, 12:38:00 PM Por:
El cine y los juegos olímpicos

Desde hace más de un siglo, el ser humano ha puesto a prueba su grandeza en los juegos olímpicos, y el cine ha estado ahí para verlo.

Los Juegos Olímpicos de Río
de Janeiro
. Además de un gran espectáculo deportivo y económico, son un terreno
muy fértil para las grandes historias. Historias de superación, de fraternidad…
Y también –¡cómo no!– de miserias humanas. En definitiva, son el material
dramático y documental perfecto para el cine. Después de todo, Olimpia es la
capital de las grandes proezas humanas.

Con ello no nos referimos a
películas como la famosa y oscarizada Carros de fuego
(1981) –y a su inolvidable música de Vangelis–, ni a otros vehículos de ficción
sobre victorias estadounidenses o derrotas jamaicanas honorables. No. En
realidad, es el cine documental el que se ha acercado a los juegos olímpicos de
la mejor manera, a menudo con el objetivo de celebrar al hombre y mostrar de
cerca sus hazañas casi sobrehumanas. Y aunque ahorita esté de moda ver los documentales
del catálogo de Netflix, no está de más dar un breve recorrido por aquellos
filmes que se han dedicado a retratar la máxima de las contiendas.

De Berlín a México, pasando
por Tokio.

Las primeras imágenes documentales de los juegos se remontan nada
menos que a los de París… ¡en 1900! Sin embargo, el primer filme documental con
verdadera ambición fue, en realidad, parte de una campaña ideológica: obra de
esos grandes propagandistas (y no tan buenas gentes), los nazis. Leni
Riefenstahl, una de las cineastas más controvertidas de la historia –y responsable
de mostrar la imaginería nacional socialista al mundo entero, en películas como
El
triunfo de la voluntad
–, realizó, durante las olimpiadas de
Berlín de 1936, un colosal filme, larguísimo, barroco y esteticista, sobre ese
hito culminante del éxito internacional de Hitler. Su nombre es Olympia
y fue la primera cinta documental sobre este magno evento.

La película es una
celebración del ser humano, pero visto a través de unos ideales muy específicos.
Se recrea en los éxitos propagandísticos de los atletas alemanes, en
revolucionarias imágenes subacuáticas, en metáforas visuales que retratan al
hombre como un dios, prácticamente. Sin embargo, y de forma involuntaria, nos
regala también la gran satisfacción de ver a Hitler, Goebbels, Goering y otros
mandatarios nazis tragando bilis ante el triunfo del atleta afroamericano Jesse
Owens, que ganó cuatro medallas de oro en aquellos juegos, superando a los
atletas de raza aria.

Posteriormente, en los Juegos de Tokio, en 1964, Kon Ichikawa, uno de los grandes cineastas históricos
de Japón, dirigió La
Olimpiada de Tokio
. En la línea del cine tradicional japonés, y
contradiciendo la competitividad deportiva, en lugar de centrarse únicamente en
las grandes victorias y en los ganadores, el filme (que se puede ver completo
en YouTube) cuenta pequeñas historias humanas, cotidianas, cercanas. Si bien la
película cumple con las expectativas, nos quedamos con las ganas de saber qué
hubiera sido de ella si la hubiera dirigido Akira Kurosawa, como estaba
inicialmente previsto.

En el caso de México, los
atletas retrataron a los atletas. En nuestros Juegos de 1968 se produjo una
cinta importante, en la misma línea de cine oficial; es decir, de película
hecha para reflejar las grandes hazañas deportivas del evento. Olimpiada
en México
fue dirigida por Alberto Isaac, que no sólo fue un
multipremiado director nacional, ganador de once premios Ariel, lo curioso es
que también fue atleta olímpico. Conocido como “La Flecha Colimense”, Isaac
nadó en los Juegos de Helsinki (1940) y
Londres (1944), años después logró una nueva “medalla” con esta película, que
fue nominada al Óscar en la categoría de Mejor película documental.

Y es que, en cada edición de
los juegos hay una cinta digamos que oficial que, en la mayoría de los casos,
nadie ve, aunque la dirijan grandes profesionales como el español Carlos Saura
y su cinta Maratón
sobre los Juegos Olímpicos de Barcelona 92. En Londres, sin ir
más lejos, fue el británico Asif Kapadia –que acaba de ganar el Óscar por su
trabajo en Amy–,
quien realizó un documental corto en duración (de apenas 30 minutos), pero
ambicioso en forma y medios: The Odyssey (2012).

Un retrato de lo mejor y
peor del hombre

El deporte es un reflejo
amplificado y deformado de nuestras mejores virtudes y defectos. Muchos de
nosotros vimos, seguramente, la película de Steven Spielberg, Munich (2005),
sobre la venganza israelí a los asesinatos de seis atletas judíos, víctimas de
terroristas palestinos del grupo Septiembre Negro durante los Juegos de 1972.
Pues bien, la masacre fue también contada en el documental de Kevin Macdonald, Un día de septiembre
(1999), narrada por Michael Douglas. El director de El último rey de Escocia
recibió, sin embargo, numerosas críticas, en especial del famoso crítico Roger
Ebert (quien cuestionó la elección del director de darle a los eventos el tono
de un thriller),
pero eso no evitó que fuera premiada por la Academia.

Más recientemente, en 2006,
el mismo Tarantino produjo Freedom’s Fury, una película sobre la semifinal de
waterpolo entre la URSS y Hungría en los Juegos de Melbourne de 1956, que ocurría
mientras los soldados soviéticos ocupaban las calles húngaras, sometiendo a los
revolucionarios. Es evidente que los húngaros no simpatizaban con los rusos, y
el encuentro fue un auténtico baño de sangre. Cincuenta años después, los
cineastas Colin Gray y Megan Raney lograron reunir a los sobrevivientes para
que hicieran las paces.

El cine vs la realidad

El séptimo arte ha hecho un
esfuerzo por retratar, tanto en ficción como en documental, ese gran
acontecimiento que, cada cuatro años, nos mantiene pegados a la televisión
viendo –qué sé yo– gimnasia artística u otros deportes que no nos interesan
nada el resto del tiempo. Esas películas no son sólo material dramático para
que la pasemos bien, también son testimonios históricos. Porque, a pesar de que
parezca que, a estas alturas, los juegos olímpicos no son más que lo que se
programa entre los comerciales de refrescos, no lo son. Representan algo más: son lo mejor del género humano, son
belleza y superación, son Usain Bolt, Nadia Comaneci o los clavadistas
mexicanos. Es por eso que cuesta creer que ninguna película haya podido
reproducir la belleza y emoción del acontecimiento en sí, su esencia. Ojalá
suceda ahora, con las actividades y producciones de los Juegos Olímpicos de Río
de Janeiro, que cuentan con Fernando Meirelles como director creativo.

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autor Guionista de cine y TV, escribo series, telenovelas, artículos, bodas y comuniones. Empecé en esto haciéndome socio del club de fans de Freddy Krueger, y aunque ya perdí la credencial, sigo con la ilusión de ver qué se cuece al otro lado de la pantalla. www.roomservice.mx
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