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Justin Timberlake en el Super Bowl LII

04-02-2018, 11:22:23 AM Por:
Justin Timberlake en el Super Bowl LII

Ha pasado mucho tiempo desde que el cantante sólo era reconocido por ser el novio de Britney Spears. En el 2018, de traje y corbata, Justin Timberlake será el encargado del show del Super Bowl LII.

Si para cuando leas este artículo la Tierra es todavía un sitio habitable, el Super Bowl número 52 se celebrará el 4 de febrero de 2018 en Minneapolis, Minnesota: rincón de la geografía estadounidense que, gracias al sarcasmo de los hermanos Coen y a las boberías de Marshall Eriksen (How I Met Your Mother), se ha colado en el imaginario popular. A dicha ciudad, por cierto, no había vuelto la máxima fiesta del futbol americano desde el lejano 1992. Aquel año, la afamada pausa del medio tiempo recayó en la cantante cubanoamericana Gloria Estefan, quien se esforzó en entretener a base de ritmos afroantillanos en un show que se mezcló –extrañamente– con un espectáculo invernal de dicha localidad.

Para ese entonces, Justin Timberlake era un niño, aunque no uno cualquiera. Era un pequeño a punto de convertirse en una estrella infantil gracias al programa The All New Mickey Mouse Club. Aun así, seguramente no se imaginaba que 26 años después ocuparía dicho foro, hoy por hoy espacio obligado para el Olimpo de artistas de fama internacional. Es cierto que en 2004 Justin ya había formado parte del celebérrimo espectáculo, pero lo hizo como artista invitado de Janet Jackson. Para esta ocasión, no obstante, tendrá que probar que su talento individual es al menos tan potente como el pezón más fotografiado de la historia. Los 150 millones de personas que tendrán que decidir entre disfrutar de su show o ir a la cocina por una nueva tanda de cervezas o un refill de guacamole serán quienes al final contarán con el legítimo derecho de juzgar.

Luego de tan esperada presentación, y si las cosas salen como se espera, el joven Timberlake volverá a lo de siempre, es decir, a dividir el tiempo entre las dos actividades por las que actualmente es reconocido. Una de ellas, queda claro, consiste en domesticar al soul a través de melodías pegadizas y bailes de habilidad diabólica como “SexyBack”, “Mirrors” o «Can’t Stop the Feeling«, canción nominada al Oscar por la cinta animada Trolls (2016).

La otra es el trabajo que ha realizado frente a la cámara. Es justo reconocer que sus capacidades como actor se han hecho cada vez más notables. Quizá desde Frank Sinatra nadie había mostrado tal capacidad de dominio en ambos campos, aunque sinceramente el rango histriónico de la Voz era más limitado. Timberlake, en cambio –sobre todo en los casos en los que está bien dirigido– puede convertirse en una pieza fundamental del conjunto, tal y como ocurre en Red social (2010) e incluso en comedias intrascendentes como Malas enseñanzas (2011). De allí que su aparición en calidad de coprotagonista en la nueva cinta de Woody Allen, La rueda de la maravilla, se perciba como la prueba que ha esperado durante años para que al fin se lo considere el actor de carácter que ha anhelado ser.

El sonido de los inocentes

Si un extraterrestre cayese en nuestro patio y por alguna extrañísima razón quisiéramos hacerle saber quién es Justin Timberlake, no habría mejor método que sentarlo en el sofá y obligarlo a ver el documental Justin Timberlake + The Tennessee Kids (2016). Se trata además de la última película del finado Jonathan Demme, a quien no sólo le debemos la fascinante monstruosidad de Hannibal Lecter en El silencio de los inocentes (1991), sino también documentales que hicieron escuela: entre ellos Stop Making Sense (1984), máximo testimonio del virtuosismo interpretativo de los Talking Heads. Fiel a su patentada costumbre de centrar la atención de la lente no tanto en lo que ocurre fuera del escenario como encima de él, Demme desviste al show de Timberlake de toda su pirotecnia y nos muestra al solista y a su conjunto como son en el fondo: un ensamble de voces e instrumentos que, en el ejercicio de honrar a su probada e incontestable armonía –y de paso al simple gozo de existir– es capaz de tocar con su gracia hasta al espectador más escéptico. O a un alien cualquiera.

Una versión de este artículo fue publicado en la edición #281 de febrero 2018 de Cine PREMIERE. 

Lee también nuestro conteo con los mejores shows de medio tiempo del Super Bowl.

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autor Carlos Jesús (aka Chuy) es escritor y periodista freelance. Desde 2006 radica en Berlín, desde donde colabora para distintos medios. Sus pasiones son su familia, la cerveza, escribir relatos y el cine de los setenta.
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