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Kathryn Bigelow: Ranking de todas sus películas

27-11-2020, 5:00:02 AM Por:
Kathryn Bigelow: Ranking de todas sus películas

Basta repasar la obra de Kathryn Bigelow para percatarse de que su legado va más allá de ser la primera directora galardonada con el Óscar.

Kathryn Bigelow pasó a la historia por ser la primera mujer galardonada con el Óscar a Mejor dirección, pero calificar a la estatuilla como su mayor hazaña es simplificar su legado. Después de todo, su victoria fue producto de un largo recorrido de realización, en el que lejos de limitarse a temas y visiones recurrentes, desafió abiertamente los cánones establecidos en distintos géneros, incluso aquellos que fueron exclusivos para la perspectiva masculina por generaciones. Lo que algunos consideraron un atrevimiento permitió una expansión de los horizontes cinematográficos, que resultó clave en la construcción del cine contemporáneo.

Destaca además que alcanzó lo más alto sin rendirse ante los grandes. No sólo por las abiertas críticas políticas plasmadas en algunos de sus títulos más galardonados, sino por su insistencia en mantenerse en el plano independiente para garantizar el respeto absoluto a su visión.

Desde el drama militar hasta la acción, el sci-fi y el terror, repasamos la obra completa de Kathryn Bigelow en busca de su mejor película.

El peso del agua (Dir. Kathryn Bigelow, 2000)

Siempre ansiosa por abordar distintos géneros y temas, Kathryn Bigelow incursionó en el drama marital con El peso del agua. Un filme intimista, cuyo principal objetivo era explorar los deseos más ocultos de la especie humana a partir de una historia a dos tiempos: el asesinato de dos inmigrantes noruegas en las Islas de Shoals ocurrido a finales del siglo XIX y los esfuerzos de una fotoperiodista contemporánea por develar la verdad del suceso. Su misión se complica por las distracciones propias de una serie de flirteos y celos provenientes de su esposo, su hermano y la novia de este último, pero que a su vez permiten entender lo poco que ha cambiado el hombre con el paso del tiempo. Un argumento sumamente ambicioso, pero que nunca encuentra el rumbo ante el exceso de diálogos y los continuos saltos temporales que buscan generar paralelismos entre ambas historias sin éxito.

K-19: The Widowmaker (Dir. Kathryn Bigelow, 2002)

La Guerra Fría ha inspirado incontables películas, aunque casi todas desde una perspectiva occidental. Esta es la mayor diferenciación de K-19: The Widowmaker, que también se distancia de otras exploraciones al conflicto con la claustrofóbica incursión en un submarino que pretende demostrar el poderío de la Unión Soviética en una misión entorpecida por una serie de imprevistos, que aluden a la inestabilidad propia del sistema político, militar y social de la entonces potencia mundial. Tiene calidad y potencial, pero sucumbe ante una serie de clichés que terminan por convertirla en una más. El más grave es, sin duda, la construcción de sus personajes, con Harrison Ford y Liam Neeson dando actuaciones cumplidoras, que se ven afectadas por un acento francamente caricaturizado. Una exponente aceptable del subgénero submarino, pero muy alejada de sus mayores representantes.

Acero azul (Dir. Kathryn Bigelow, 1990)

Muchas directoras han aprovechado su labor para plasmar toda clase de historias femeninas que suelen pasar desapercibidas en un mundo eminentemente masculino. El caso de Kathryn Bigelow fue distinto, pues centró sus primeras obras en el sexo opuesto y volteó al propio tras casi diez años de carrera con Acero azul. Se trata de un drama policial con tintes de noir sobre una novata que en su primer día mata al atracador de una tienda para luego extraviar su pistola, lo que resulta en su suspensión. Más interesante es que su arma es tomada por un testigo que se obsesiona con la belleza del objeto, lo que conduce a una sustitución simbólica de la femme fatale por el menos recurrente homme fatale. La trama cae por la tibia construcción de este último, lo que no impide que la película sobresalga por sus múltiples fortalezas. La más destacada es su personaje principal, redondo en su exploración de la mujer en un mundo masculino a partir de una profesión tradicionalmente vinculada con los hombres. Una construcción favorecida por el estupendo trabajo de Jamie Lee Curtis en uno de sus roles más sólidos, pero sobre todo por la capacidad mostrada por Bigelow al momento de trasladar su propia experiencia profesional a la trama.

The Loveless (Dir. Kathryn Bigelow & Monty Montgomery, 1981)

Los inicios realizadores de Kathryn Bigelow no sucedieron de manera individual, sino en colaboración con el también debutante Monty Montgomery. La cinta rescató las bases de incontables películas que le antecedieron, desde Rebelde sin causa (1955) hasta Vaselina (1978), para reflejar una juventud sedienta de libertad, pero más importante aún, una sociedad tan temerosa por las potenciales amenazas de esta búsqueda que llega hasta las últimas consecuencias para detenerla. Esto con la exploración de un pueblo norteamericano que se torna nervioso y hostil ante la llegada de un grupo motorista foráneo estupendamente interpretado por un joven Willem Dafoe que daba sus primeros pasos en la actuación. Su potente mensaje representó el inicio de una carrera realizadora exitosa que siempre ha mostrado un gran interés en la profundización humana e influyó de manera importante en muchos otros títulos ansiosos por plasmar los excesos juveniles y la incomprensión social, lo que incluye su propia Cuando cae la oscuridad (1987).

Detroit (Dir. Kathryn Bigelow, 2017)

Kathryn Bigelow aprovechó sus primeras películas para la exploración social, pero sus intereses cambiaron con el tiempo al centrarse en la crítica política. La madurez alcanzada en el siglo XXI le permitió fusionar ambas rutas con Detroit. La cinta muestra la urbe titular como caldo de cultivo de numerosas tensiones suscitadas por Vietnam, el racismo, la corrupción y la pobreza, que finalmente estallan para dar paso a la llamada Rebelión de Detroit, que desembocó en el infame incidente del Motel Algiers, en el que tres jóvenes de color fueron asesinados sin razón por las autoridades locales. Esto para recordar una de las peores crisis internas en toda la historia de la unión americana y con ello reflejar muchos de los problemas que han aquejado al país en los últimos años en un ciclo de toxicidad y violencia que parecen no tener fin. Sobresale por la manera en que conjunta sus numerosos arcos narrativos, así como por su veracidad histórica. Aun así, sus muchas cualidades han sido cuestionadas por el rol que da a los afroamericanos, reducidos a víctimas indefensas y pasivas, dejando a un lado la resistencia que ofrecieron no sólo en este conflicto, sino a lo largo de la época, y que fue determinante en su lucha por la igualdad.

Días extraños (Dir. Kathryn Bigelow, 1995)

Puede que Días extraños no tenga la popularidad de otros títulos sci-fi, lo que no le impide ser uno de los mejores exponentes del género en los 90 e influencia para muchas otras películas. Esto porque, siempre fiel a su costumbre, Kathryn Bigelow no se conformó con una exploración pura de la ciencia ficción, sino que se decantó por fusionarla con el noir para la construcción de un mundo postapocalíptico sumido en el tráfico ilegal de experiencias virtuales y en el que un expolicía convertido en dealer digital intenta resolver el asesinato de una prostituta. Todo es cuesta arriba desde entonces con un ritmo frenético, un elenco de primer nivel encabezado por Ralph Fiennes y una serie de duras críticas sociopolíticas que van de las adicciones humanas a la ultramilitarización de la unión americana. Nunca fue un fenómeno masivo, ni el más sonado de los filmes de culto y, aun así, es una pieza fundamental del sci-fi de finales del siglo XX gracias a su exploración de los numerosos miedos que aquejaban a la sociedad ante la inminente transición a un nuevo milenio que parece destinado a detonar las más terribles pesadillas tecnológicas imaginadas por la ficción.

Cuando cae la oscuridad (Dir. Kathryn Bigelow, 1987)

Kathryn Bigelow fue pieza clave para el renacimiento del vampiro cinematográfico durante los 80 con la dirección de Cuando cae la oscuridad, que desechó el reciclaje de viejas fórmulas en busca de una evolución narrativa y simbólica del no muerto. Su labor implicó la erradicación del conde habitante del castillo decadente, reemplazado por feroces motoristas que deambulan por las carreteras norteamericanas en busca de sangre y altas emociones. Una perturbadora representación de las nuevas generaciones al interior de un país francamente confundido tras alcanzar una paz casi absoluta tras varias décadas sumido en el conflicto, lo que resultan en una existencia dominada por el hastío, la incomprensión y la continua búsqueda de la libertad centrada en la peligrosidad. De bases terroríficas, pero hábilmente fusionado con tintes del neo-western y la road movie que resultó en un clásico de su tiempo y en una de las mejores películas vampíricas de todos los tiempos.

Punto de quiebra (Dir. Kathryn Bigelow, 1991)

Si hay algo que ha caracterizado la carrera de Kathryn Bigelow es su paso revolucionario por distintos géneros durante los 80, en una evolución que alcanzó un punto definitivo con Punto de quiebra. En el papel es una espectacular película de acción que sigue a un agente del FBI infiltrado en una banda de surfistas cuyos integrantes figuran como principales sospechosos de una serie de atracos caracterizados por el uso de máscaras presidenciales. Más interesantes son las interpretaciones suscitadas a partir de sus aportaciones definitorias del bromance cinematográfico. Para muchos una muestra de profunda amistad masculina, para otros una representación de la homosexualidad latente entre dos hombres de alta virilidad. Esto a partir de un héroe que se desvía de su misión al obsesionarse con su objetivo y un atracador incapaz de corresponderle porque su pasión pertenece a la libertad que le brindan sus acciones. Un mensaje que se ve fortalecido por la invitación directa a una vida fuera de los cánones sociales: “si quieres lo mejor, tienes que estar dispuesto a pagar el precio máximo. No es trágico morir haciendo lo que amas”. Un clásico del género que cambió para siempre la acción fílmica con la sustitución del antiguo hombre-máquina por los individuos carcomidos por toda clase de dudas personales, presentó secuencias de alto riesgo que siguen siendo motivo de asombro hasta nuestros días, además de catapultar las carreras de Keanu Reeves y Patrick Swayze hasta lo más alto. Más importante aún, demostró que la realización del cine de acción no es exclusiva del género masculino, convirtiéndose en pieza clave en toda la historia del entretenimiento.

Zona de miedo (Dir. Kathryn Bigelow, 2008)

Hay quienes piensan que el éxito de Kathryn Bigelow con Zona de miedo fue demasiado abrupto, cuando realmente fue el producto de una evolución narrativa, técnica y temática trabajada a lo largo de los años. Esta confusión ha propiciado lecturas superficiales que la señalan como otra película de guerra dotada de tintes propagandísticos, al girar en torno a un militar especializado en el desarme de bombas durante la Guerra de Irak y que más allá de los riesgos y penurias de su profesión, es consciente de que “cuanto mayor te haces, menos cosas te encantan, y para cuando llegas a mi edad, tal vez solo sean una o dos cosas. Conmigo, creo que es una”. Todo lo contrario. Al igual que muchos de sus títulos previos, la cineasta ofrece una cátedra sobre la vulnerabilidad: del género masculino, del ejército norteamericano, la cultura estadounidense y de una generación marcada por un conflicto bélico contra un enemigo invisible. El mensaje se potencia por una serie de decisiones técnicas de primer nivel, que van de la cámara subjetiva al uso de super 16mm para aumentar las tensiones del entorno, así como el brutal uso del silencio con el que se plasma la calma previa a la explosión que representa la muerte misma. Finalmente, la encomiable interpretación de Jeremy Renner con la que inició su camino a la élite hollywoodense. Ganó el Oscar a Mejor película, pero hizo historia pura al ganar la categoría de Mejor directora, siendo Bigelow la primera y única mujer hasta ahora en hacerse con esta última estatuilla. Más representativo aún fue que la victoria implicó superar la sombra de su expareja James Cameron, así como una reversión simbólica de los roles de género que han aquejado a la industria por generaciones, en este caso con una deconstrucción del hombre desde una mirada femenina.

 La noche más oscura (Dir. Kathryn Bigelow, 2012)

Casi todas las películas de Kathryn Bigelow han girado alrededor de personajes masculinos, siendo La noche más oscura la tercera y última excepción, así como la más memorable de todas. Al igual que muchas otras cineastas, la californiana traslada la mirada femenina a un mundo regido por los hombres, pero con la gran diferencia de que lo hace en el escenario más extremo posible. Las altas esferas de poder político y militar de los Estados Unidos durante la feroz cacería de Osama Bin Laden. Más destacado es que la directora no muestra al personaje central como una víctima de su género, sino como alguien en tal igualdad de condiciones que lleva la búsqueda a niveles obsesivos. Esto convencido de que la captura podría marcar una victoria decisiva, tal vez no en el campo de batalla, sino en el terreno emocional para una unión americana necesitada de un golpe de ánimo tras un inicio de siglo lleno de pesares. Esto último tenía un tono irónico en el guion original, que se centraba en una década de fracasos ante la incapacidad por concretar los objetivos, pero el enfoque cambió de último minuto con el asesinato del terrorista en mayo del 2011. Contrario a lo que muchos podrían pensar, no es una película propagandística, ya que está cargada de duras críticas a las prácticas aprobadas por los altos mandos en la búsqueda de resultados, siendo las torturas a los prisioneros las más sonadas de todas. Mención aparte para Jessica Chastain en el papel de Maya, analista de la CIA creada para este proyecto, pero presuntamente inspirada en una agente real que sólo responde al nombre clave de Jen por razones de seguridad. Suele ser considerado el punto más alto en toda la carrera de la actriz y que incomprensiblemente para muchos no le valió el Oscar. Una película redonda, digna de múltiples visionados que permiten disfrutar sus cualidades y que parece destinada a ser objeto de estudio de un periodo sumamente turbulento en la historia de la humanidad.

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autor Algún día me uniré a los X-Men, la Alianza Rebelde o la Guardia de la Noche. Orgulloso integrante de Cine PREMIERE desde el 2008.
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