La decisión de partir – Crítica de la película

El cine de Park Chan-wook ha recorrido un camino específico a lo largo de los años. Sus primeros y más conocidos trabajos son un ejercicio de estética en medio de la acción y el estudio de la violencia. Más tarde, el coreano se enfocó en darle un giro a su carrera con su etapa romántica. Aquellos excesos sangrientos desaparecieron del cuadro, pero también se habló del salvajismo del ser humano desde otras lindes. En esta ocasión, el cineasta lleva un paso más allá su exploración de temáticas. La decisión de partir, es una película que conjuga todas sus inquietudes narrativas y estéticas, pero desde un lugar que pide todavía más del espectador. 

Sin que necesariamente su cine previo pecara de sobre explicativo, sus apuntes en imágenes por lo general eran directos. En esta ocasión el director versa sobre los mismos temas: el romance, el misterio, la violencia y el estudio de las sociedades. No obstante, todo dibujado sobre un lienzo repleto de secretos, detalles y piezas de un rompecabezas en donde el público también es partícipe. Una dinámica que deviene desde el mismo corazón de la historia. 

La decisión de partir cuenta el relato de Hae-jun (Park Hae-il), un detective policial surcoreano asignado al caso de un hombre que cayó desde lo alto de un peñasco. El enigma debe analizarse desde sus diversas posibilidades de resolución. Pudo ser un accidente, un suicidio, o un homicidio muy bien orquestado. La única persona que puede aclarar el incidente es también la principal sospechosa: la esposa del finado, Seo-rae (Tang Wei). El mayor conflicto es que mientras mayor acercamiento tiene el detective con ella, también comenzará a sentir una inevitable atracción. 

Si bien hasta el momento la película se definiría como un thriller detectivesco y policial, Park Chan-wook omite seguir los patrones establecidos por el género. Cuanto más involucrada este la audiencia con el caso y mientras mayores preguntas se formulen con respecto a la inocencia de la viuda, más se transformará todo en un inesperado romance puro y duro. 

Una de las virtudes más gratificantes de La decisión de partir es que se trata de una película que nunca se detiene. Es juguetona en su intención de envolver al espectador y transitarlo a través de distintos géneros que ponen en conflicto esa sensación de predictibilidad que uno cree haber alcanzado a los pocos minutos de iniciado el metraje. El filme está repleto de giros muy bien trabajados que en ningún momento rompen con el ritmo establecido desde el inicio. 

Aunque en toda la obra se respira la influencia del cine noir, con ciertos trazos de lo mejor de Alfred Hitchcock –Vértigo (1958) la alusión más directa- , encasillar a la película en dichas referencias sería el camino fácil. El misterio detectivesco, los elementos criminales-policiacos y la femme fatale están presentes. Pero existe algo que la distingue de todo aquello y no es otra cosa que su director. Park Chan-wook reinventa el cine negro y lo maquilla de un romance tan conmovedor como obsesivo.

Desde el primer encuentro que existe entre Hae-jun y Seo-rae en una sala de interrogatorios, su química resulta abrumadora. Su conexión inmediata, el juego de miradas entre ambos y las breves palabras intercambiadas, ya dotan a la película de una seducción poderosa. No una seducción que pueda traducirse en erotismo, o deseo carnal. Sino en una genuina afinidad que resulta todavía más eficaz y conmovedora, a pesar del contexto chocante en el que se desarrolla.

El guion coescrito por Jeong Seo-Gyeong y Park Chan-wook funciona como una pieza de relojería en donde nada sobra. Todos sus personajes y las situaciones que se presentan ajenas al caso son imperativos. Todos ellos constituyen secciones de un discurso que debemos explorar para entender a la pareja protagonista. A final de cuentas la película es una danza entre ellos. Un ir y venir entre la inocencia, la culpa, morales endebles y la irremediable tentación de rendirse ante la atracción. 

La música que acompaña dicha danza entre los personajes es la puesta en escena construida por su director. En manos de cualquier otro, una película como La decisión de partir pudo ser una simple historia de romance y misterio que al final entrega una resolución sorpresiva. Sin embargo, Park Chan-wook demuestra ser un artesano dominante del lenguaje cinematográfico. Uno que desdobla géneros a su antojo y que es consciente de que la imagen es el elemento más importante del cine.

Las imágenes de Park rehuyen de la tentación de ser condescendientes con el espectador. La comprensión del misterio, la exploración del interior de sus personajes y los flashbacks necesarios para potenciar la historia, son presentados con una ejecución narrativa por demás brillante. Tanto la fotografía, como dirección artística se funden en uno solo y son probablemente el elemento más importante al momento de hacer de esta película todo un viaje.

Se trata probablemente de la película más madura y meticulosa de su director. Aquella que con mayor elegancia reafirma los principios del quehacer cinematográfico; y que hace gala de cómo deben usarse todos los elementos para contar una historia a través de la imagen. Park Chan-wook entrega aquí su lado más sensible y romántico, pero tampoco es ciego ante la oscuridad del ser humano, ni ante las durezas del mundo. Después de todo en la vida real un romance imposible es más común, que un final feliz de cuento de hadas.

Debido a la crisis sanitaria por COVID-19, en Cine PREMIERE te recomendamos revisar con las autoridades de salud las medidas sanitarias necesarias (especialmente el Lineamiento general para la mitigación y prevención de COVID-19 en espacios públicos cerrados) antes de acudir al cine a ver una película.

¿Te interesa el mundo del emprendimiento?
Conoce Emprendedor.com el medio lider en contenido de Ideas de Negocio, Startups, Finanzas, Noticias para emprendedores, Franquicias, Marketing, Inspiración, síguenos y proyecta lo que eres.

Luis Angel H Mora Mi relación más estable es con el cine, la fiesta y la música. Me encanta escribir sobre cine, conocer gente nueva y compartir ideas. Idealista en todo sentido, supongo que es mi rasgo acuariano de ascendente.