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Cine

La jaula – Crítica

19-10-2018, 11:00:43 AM Por:
La jaula – Crítica

Con La jaula, Juan Pablo Blanco no sólo se refiere de la privación corpórea de la libertad, donde un ente es restringido físicamente, sino al aprisionamiento emocional.

Cine PREMIERE: 4
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Un viaje retrospectivo íntimo a la infancia. Juan Pablo Blanco fabrica una ópera prima, La jaula, que retoma el candor de la inocencia mientras confronta a su protagonista con la ruptura de la ingenuidad. Pero su cine, además de personal, tiene chispazos de guerrilla: fue hecho con un pequeño crew en locaciones que se escabullen de las tradicionales vistas de la Ciudad de México, y abren el panorama a la vegetación hidalguense o una escuela primaria de Morelos.

Con él mismo como protagonista –decisión que obedeció más a la falta de recursos que a su interés por estar frente a la cámara—, Blanco narra la historia de Gerardo en dos etapas de su vida: cuando niño se muda con su mamá a una nueva casa rodeada de bosques, animales simbólicos, vegetación y rumbos ideales para explorar; y cuando, al inicio del filme, es plantado en el altar y decide retirarse cual ermitaño a una cabaña ajena a los lujos mientras enmienda su corazón. Bosqueja así una historia de reconciliación con uno mismo y sus circunstancias.

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Juan Pablo Blanco escribió, dirigió y protagonizó su ópera prima.

Tras el rechazo que sufre, Gerardo adulto inicia un periplo interno similar al de Alicia en el País de las Maravillas, pues un conejo —figura recurrente en su vida— parece guiarlo hacia su renacimiento, su sanación. Una vez resguardado en su refugio —la cabaña lejana—, se detonan recuerdos de su infancia y se enfatiza en la presencia de las mujeres que lo forjaron de pequeño y repercutieron en su vida: su madre, su nueva maestra y una vecina.

Ambas historias, la presente y la pasada, corren en paralelo y en ellas se dosifica la información con sutileza, para que el lector trate de dilucidar los cómos y porqués del personaje, ya que por momentos el argumento se mantiene críptico y sólo mediante migajitas informativas la historia se revela. ¿Cómo llegó Gerardo al punto en que llegó? ¿Qué pasó en su infancia? ¿Por qué toma esa decisión final?

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Las ganancias de la película se donarán a la escuela primaria donde se rodó para contribuir a la educación en temas sustentables.

El título de La jaula no sólo se refiere a la privación corpórea de la libertad, donde un ente es restringido físicamente, sino al aprisionamiento emocional, el estancamiento de Gerardo en un punto del cual debe emerger resarcido, sanado. No obstante, es la historia de su niñez la que sobresale y hace correr los hechos, pues para Blanco el filme habla sobre la pérdida de la inocencia a través de las decisiones que uno se ve orillado a tomar para madurar y convertirse en adulto.

Para el armado de su filme debut, Juan Pablo Blanco se blindó con recursos visuales y cinematográficos, como el juego de colores que hay en el filme —arranca en blanco y negro, mientras que la infancia se retrata a color— con la finalidad de enfatizar las transiciones emocionales del protagonista: cuando se siente enjaulado en contraposición a cuando sus días rebosan de libertad.

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El pequeño Patricio Pasquel interpreta a un niño que se muda con su madre para separarse de su padre.

Si bien los fragmentos de Gerardo mayor pueden parecer estáticos o hasta rudimentarios, el tono de La jaula vira en la instancia infantil. El pequeño Patricio Pasquel, quien se despoja de sus antecedentes en el modelaje para arropar a su personaje, hace un trabajo luminoso, cálido, verosímil y franco; es el alma de la historia y una revelación en la actuación. Gracias a él y todos los elementos narrativos que lo rodean, la película ofrece varias capas de lectura, pero, como ocurre en los buenos filmes, depende del espectador la interpretación que desee darles o cómo quiera descubrirlas.

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autor No soy la Madre de los Dragones, pero sí de @Enlabutaca; desde ahí y en Cine PREMIERE estoy en contacto con las buenas historias. Melómana, seriéfila, cinéfila, profesora universitaria, y amante de las bellas artes. Algún día escribiré una novela de ciencia ficción. ¡Unagui!
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