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Películas de vampiros, las mejores de la historia

03-01-2022, 12:32:00 PM Por:
Películas de vampiros, las mejores de la historia

Del mítico conde Drácula a la enigmática Eli, un recuento de las mejores películas de vampiros en toda la historia del cine.

Las mejores películas de vampiros, vaya reto… «Escuche… los hijos de la noche. Qué música la suya«. Las lúgubres palabras del conde Drácula a Jonathan Harker no sólo figuran entre los momentos más emblemáticos de la literatura universal, sino que reflejan fielmente la amplia gama de emociones desatadas por los vampiros a lo largo de la historia: del más intenso terror a la fascinación hipnótica.

Esto ha convertido al vampiro en uno de los monstruos más populares dentro del imaginario colectivo, mientras que sus amplias posibilidades simbólicas le han vuelto un protagonista recurrente en incontables películas. Algunas tan brillantes que han trascendido por generaciones, posicionándose entre los grandes clásicos de todos los tiempos y en una escala obligada para los amantes de la oscuridad.

A continuación un recuento con las 25 mejores películas de vampiros.

25. El beso del vampiro (Dir. Robert Bierman, 1988)

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Una comedia negra incomprendida, pero que alcanzó el estatus de culto por su peculiar uso del vampiro, que deja de ser la amenaza palpable de antaño para convertirse en una condición psicológica surgida tras un encuentro casual entre un ambicioso agente literario y una aparente criatura de la noche. Una maldición ancestral reemplazada simbólicamente por un franco miedo al contagio en los tiempos del SIDA, con un hombre incapaz de definir entre descargar su ira con todo aquel que se cruce en su camino o forzar su muerte antes de sellar su paso al otro lado. Nicolas Cage juega un rol clave en el proyecto, pues su exagerada interpretación de un arrogante narcisista nunca persigue la identificación del público, sino la observación del errático accionar de un potencial infectado que se consideraba inalcanzable por los males que aquejan al mundo.

24. ¡Vampiros en la Habana! (Dir. Juan Padrón, 1985)

Considerada por algunos como una simple película animada, cuando lo cierto es que ¡Vampiros en la Habana! posee una trama compleja que aprovecha la universalidad del humor y del conocimiento vampírico para explorar las distintas preocupaciones sociopolíticas de su contexto. Y es que mientras Drácula de Bram Stoker emplea a las criaturas de la noche para aludir al colonialismo invertido, el director altera este valor simbólico para reflejar los miedos latinoamericanos de una sociedad cuyos deseos por salir al sol se ven aquejados por los invasores extranjeros plasmados en los colmilludos europeos y estadounidenses.

Esto para mostrar un franco escepticismo al sistema capitalista representado en la obsesión de los otros con la venta de una fórmula solar originalmente diseñada para su distribución gratuita. Su carga política incrementa aún más con el uso de elementos distintivos de la revolución cubana que sella su posicionamiento como una auténtica pieza histórica de su momento.

Películas de vampiros, las mejores de la historia

23. La hora del espanto (Dir. Tom Holland, 1985)

Separar la figura del vampiro con el palacio gótico es casi imposible, pero el cine debió hacerlo para renovar los temores de la audiencia con una reubicación al contexto actual. La hora del espanto, también conocida como Fright Night, fue determinante para esta transición simbólica al usurpar la tranquilidad del suburbio –eterno referente del American Dream– con la llegada de un enigmático individuo que aprovecha la incredulidad contemporánea para devorar a sus vecinos.

Sus planes sólo son entorpecidos por un joven amante del terror y su ídolo televisivo, el anfitrión de un show paranormal cuyos presuntos conocimientos podrían ser decisivos para concretar la misión. Una fórmula inusual que no sólo ambicionaba la actualización del monstruo, sino la reivindicación del pensamiento fantástico con un héroe improbable cuyas incomprendidas aficiones le convierten en la única esperanza contra una amenaza ancestral. La eterna lucha del bien contra el mal, pero también de la credulidad contra el escepticismo.

22. Entrevista con unos vampiros (Dir. Taika Waititi, 2014)

La actualización del vampiro ha resultado en una continua humanización de la criatura que casi siempre se apoya en el drama para la identificación de las audiencias, siendo What We Do in the Shadows una de las pocas excepciones, así como la más brillante de todas. Taika Waititi aprovecha su sentido del humor para un falso documental que desecha la eterna fascinación por la vida eterna con un cuarteto de colmilludos condenados a una inmortalidad, no de elegancia y glamour como dictan los cánones más tradicionales, sino de rutinas y quehaceres. A esto sumemos las continuas y molestas actualizaciones para adaptarse a una sociedad cada vez más diferente de la que los vio nacer. Una divertida comedia, pero sobre todo un ingenioso recordatorio de que hasta el más añejo de los mitos puede ser refrescado con un poco de inventiva, como la aparentemente simple implementación de un trasfondo más mundano.

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21. Nadja (Dir. Michael Almereyda, 1994)

La obra cumbre de Bram Stoker ha inspirado numerosas adaptaciones, pero también todo tipo de reinvenciones que han planteado una gran variedad de desenlaces para la historia. Tal es el caso de Nadja, que aborda la aniquilación de Drácula a manos de Van Helsing, y los esfuerzos de Nadja, hija vampira del conde, por recuperar los restos de su padre y aprovechar el trágico evento para reencontrarse con su hermano alienado. Sus esfuerzos no pasarán desapercibidos para el mítico cazavampiros, quien tratará de concretar su misión aniquiladora con el apoyo de su gente más cercana.

Fascinante por el tratamiento que da a los personajes tradicionales para expandir el mito, pero sobre todo por la manera en que los aprovecha para explorar temas muy distintos a los plasmados por la novela original: rivalidades ancestrales, herencias quebradas, así como la situación de aquellos jóvenes condenados a vivir bajo la sombra de los pecados cometidos por sus padres y en continua duda sobre cuál debería ser su posición en el oscuro legado familiar.

20. Entrevista con el vampiro (Dir. Neil Jordan, 1994)

La publicación de Las Crónicas Vampíricas de Anne Rice, iniciada en 1976, representó un momento clave para el resurgimiento del no muerto en el imaginario de las nuevas generaciones. Su legado continuó extendiéndose por varios años hasta alcanzar uno de sus puntos más altos con la adaptación cinematográfica de la obra inicial: Entrevista con el vampiro. Triunfó en taquilla por su reparto integrado por Tom Cruise, Brad Pitt, Kirsten Dunst, Antonio Banderas y Christian Slater, pero trascendió por la evolución que representó para el mito al reemplazar las tradicionales novias femeninas por una relación homoerótica entre la dupla estelar.

Una decisión determinante para la humanización de la criatura, que además se vio beneficiado por la presencia de la enigmática Claudia, la pequeña vampira condenada a una vida eterna deambulando entre el cuerpo de una niña y las inquietudes de una mujer con la que se plasmó una oscura versión del Complejo de Electra. Fue decisiva en la modernización del vampiro, al grado que muchas de las construcciones más actuales se apoyan en sus bases.

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19. El vampiro (Dir. Fernando Méndez, 1957)

Es bien sabido que El vampiro figura entre los grandes clásicos del terror mexicano, pero menos conocido es el hecho de que la película trascendió más allá de sus fronteras para revolucionar al reviniente cinematográfico y ser un paso decisivo en la construcción del monstruo que conocemos hoy en día. Esto con una adaptación apócrifa de la obra maestra de Bram Stoker, si bien respeta la esencia de la criatura, no vacila en alterar sus bases para alterar su simbología, rescatando así los miedos culturales del conquistador extranjero que regresa para reclamar lo que una vez fuera suyo.

Esto desata una lucha por el territorio, pero también por sus mujeres, con la criatura exhibiendo una feroz dentadura que le convirtió en el primer no muerto del celuloide en exhibir sus colmillos. Un detalle intrascendente para algunos, pero que magnificó la carga sexual del vampiro con un simbolismo tan potente que incluso sirvió de inspiración para Christopher Lee en la concepción de su Drácula (1958).

18. Thirst (Dir. Park Chan-wook, 2009)

La trilogía de la venganza convirtió a Park Chan-wook en un especialista de la brutalidad humana, un tema que ha seguido explorando desde entonces desde distintas perspectivas siendo Thirst una de las más elaboradas. Un religioso lleno de culpas que se somete a un experimento que resulta en su condenación eterna y en una sed insaciable de carne y sangre. Esperanza y amenaza, salvador y demonio, amante y asesino, amigo y traidor, y otras tantas dualidades surgidas de una conversión que no se concreta del todo con el desarrollo de la inusual condición, sino con el perturbador triángulo amoroso que forma con la esposa de un amigo y que conduce a la verdadera monstruosidad. Una película oscura y altamente sangrienta, pero dotada con tintes de humor negro que la hacen una pieza única dentro del flamante cine coreano del siglo XXI.

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17. Hijas de la oscuridad (Dir. Harry Kümel, 1971)

El cine de los 70 se caracterizó por sus elevados niveles de erotismo, una tendencia que no tardó en llegar al vampírico para afianzar la carga sexual de estas de las criaturas de la noche, que fuera sugerida por tantas cintas en el pasado pero limitada por las restricciones de la censura y la propia sociedad. Pocas películas ejemplifican esta evolución como la belga Hijas de la oscuridad, que combina violencia y sensualidad con enorme destreza para mostrar el cruce entre una pareja de recién casados con una misteriosa condesa y su ayudante al interior de un hotel prácticamente vacío.

La soledad y el tedio de los primeros desemboca en encuentros íntimos con las féminas que los acompañan en el inmueble, pero más importante aún, en una serie de descubrimientos sobre su propia naturaleza sexual, como la afición por la brutalidad y el deseo por las personas del mismo género. Su hipnotismo vampírico aumenta por sus tintes surrealistas que dificultan descifrar si estamos en un extraño sueño o en una perturbadora realidad donde nada es lo que parece, mientras que su legado trascendió en diversos títulos, siendo El ansia (1983) protagonizada por Catherine Deneuve el más popular de todos.

16. Drácula (Dir. Terrence Fisher, 1958)

Tuvieron que pasar casi tres décadas para que el legado fílmico de Drácula iniciado por Bela Lugosi encontrara a su primer gran sucesor en Christopher Lee. El mítico actor británico, famoso por la interpretación de algunos de los más temibles villanos del cine, revolucionó la figura vampírica con un personaje tan brutal como irresistible para sus víctimas –y sus audiencias—, lo que aumentaría la fascinación por el monstruo en el imaginario de las audiencias al convertirlo en símbolo de una letal sensualidad.

Más impresionante aún es que el histrión logró esta hazaña sin siquiera una veintena de líneas, incrementando así la amenaza de la criatura al desechar cualquier tipo de identificación para la construcción de un ser completamente ajeno a nuestro mundo. Su labor se vio complementada por un estupendo Peter Cushing cuyo Van Helsing fue más que un simple adversario, sino un triunfo simbólico del conocimiento sobre el oscurantismo intelectual. Un proyecto memorable y que ocupa un lugar privilegiado en el celebrado catálogo de horrores construido por la mítica Hammer.

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15. Los muchachos perdidos (Dir. Joel Schumacher, 1987)

Puede que Joel Schumacher batallara con la comprensión del murciélago, pero fue determinante en la evolución del vampiro contemporáneo. Esto al aprovechar el potencial simbólico de las criaturas para la concepción de un coming-of-age altamente innovador, en el que dos jóvenes tienen una oportunidad inmejorable para decidir su destino: una vida ordinaria aquejada por los problemas más básicos representados por su madre o una de emociones extremas sellada por la inmortalidad en compañía de una peligrosa pandilla de vampiros motoristas.

Una película que aprovecha al monstruo para el terror, pero también para la reflexión al representar todas aquellas de las que no hay vuelta atrás. Su éxito se vio favorecido por su estreno en una época de desenfreno juvenil tras casi tres décadas de turbulencia militar, política y económica en la unión americana, mientras que su paso al culto se concretó con la identificación alcanzada entre las generaciones venideras desde hace más de 30 años.

14. La danza de los vampiros (Dir. Roman Polanski, 1967)

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Su comicidad sustentada en el slapstick provocó la incomprensión de muchos y el ser la película que cruzó los caminos de Sharon Tate y Roman Polanski ha ensombrecido su legado a ojos del público. Aun así, su enorme potencia simbólica, lograda por el entonces joven cineasta en plano francamente ascendente le valió un sitio de honor entre lo mejor del cine vampírico de todos los tiempos.

Una cinta que se mofa de los elementos más emblemáticos del Drácula de Bram Stoker, no para desprestigiar al clásico literario, sino para equiparar a hombres y monstruos: seres de moral imperfecta, ansiosos por sus respectivos intereses y que tienen más elementos en común de lo muchos quisieran aceptar.

Su humor no está peleado con el terror, palpable en la hilarante pero lúgubre danza en la que se busca el rescate definitivo, sus francas alusiones satánicas que se olvidan del ser alejado de Dios para representar al monstruo entregado a la oscuridad por decisión propia, así como en el oscuro desenlace que termina tajantemente con todas las esperanzas para nuestros héroes y con ello, para toda la humanidad.

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13. Cuando cae la oscuridad (Dir. Kathryn Bigelow, 1987)

El vampiro cinematográfico perdió fuerza durante los 60 y buena parte de los 70, con proyectos simplistas que se limitaron a explorar su ferocidad y sensualidad. Kathryn Bigelow fue determinante para revertir la tendencia con Near Dark, que reinventó las propiedades del vampiro para capturar los excesos de una juventud perdida y decadente. Atrás quedaron los condes solitarios, elegantemente vestidos y que acechaban las inmediaciones de sus castillos, reemplazados por clanes salvajes en cuero y que deambulan por las interminables carreteras norteamericanas, representando así una libertad engañosa ante su nula cabida social y la monstruosa condición que les aqueja. Un filme de terror que, apoyado en elementos del neo-western y la road movie que tan buenos resultados dieron en la década anterior, contribuyó al resurgimiento del mito para las nuevas generaciones, que no han perdido el interés por estas criaturas de la noche desde entonces.

12. Drácula (Dir. Francis Ford Coppola, 1992)

Superar al Drácula de Tod Browning y Bela Lugosi parecía una misión imposible, lo que no impidió que Francis Ford Coppola intentara la hazaña con su propia adaptación. Para lograrlo, el director de clásicos como El padrino (1972) y Apocalipsis ahora (1979) fue más respetuoso con la obra de Bram Stoker, y se acompañó de un elenco de ensueño encabezado por Gary Oldman, Winona Ryder, Keanu Reeves y Anthony Hopkins, para narrar la historia de un condenado que ambiciona una segunda oportunidad con la presunta reencarnación de su amada.

Los aficionados del vampiro convencional aún debaten las consecuencias de estas decisiones: unos piensan que erradicar la maldad en busca de la humanización atentó contra las bases de la criatura; otros lo consideran una evolución necesaria para la exploración de un ser de gran complejidad. Ni siquiera este drama romántico atentó contra el terror del filme, con un impresionante trabajo de caracterización que sigue siendo motivo de alabanzas y fuente de incontables pesadillas hasta nuestros días.

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11. La sombra del vampiro (Dir. E. Elias Merhige, 2000)

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Max Schreck pasó a la historia por su papel del conde Orlok en Nosferatu (1922), tan brillantemente ejecutado que desató una de las leyendas más famosas del cine y que incluso hoy día genera incertidumbre en los más escépticos: que era un auténtico reviniente.

El rumor sentó las bases de La sombra del vampiro, una metanarrativa que se torna hipnótica por la manera en que distorsiona la realización del clásico germano para abordar el mito, pero también para plasmar los extremos de algunas producciones: el actor hecho uno con su personaje y el cineasta que firma sangrientos acuerdos en busca del máximo realismo.

Un deseo artístico de tal intensidad que deambula peligrosamente cerca de la obsesión y que ha desembocado en tantas películas malditas. Estas cualidades se ven favorecidas por las estupendas actuaciones de John Malkovich y Willem Dafoe como director y actor/monstruo respectivamente, cuyas respectivas cualidades resultan en uno de los mejores duelos histriónicos del cine vampírico, así como en la ejecución de todo un clásico que selló la transición de esta criatura de la noche al nuevo milenio.

10. Una chica regresa sola a casa de noche (Dir. Ana Lily Amirpour, 2014)

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Si A Girl Walks Home Alone at Night ha trascendido entre los mejores exponentes del vampírico contemporáneo es por su estupenda reinvención del mito para la construcción de un mensaje altamente feminista. Esto con la destitución de la eterna entidad masculina centrada en la eterna búsqueda de víctimas femeninas por una chica que deambula por las calles del inframundo iraní para vengarse, no del género masculino, sino de aquellos hombres que han representado alguna amenaza para la mujer.

Un ser que combina los elementos más icónicos del monstruo y la damisela para desembocar en una sangrienta vigilante que, más que una simple criatura de la noche merece ser etiquetada como un auténtico ángel oscuro. Un filme de terror que deambula muy cerca del western y cuyos temas se ven enriquecidos por lo espectral de su fotografía en blanco y negro, lo que resulta en una ópera prima verdaderamente brillante a cargo de Ana Lily Amirpour así como una destacado debut del cine iraní en el cine de vampiros.

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9. Martin (Dir. George A. Romero, 1977)

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La experiencia de George A. Romero con los no muertos no se limitó al zombie, sino que trascendió hasta el más añejo vampiro con Martin. El talento y la creatividad que siempre caracterizaron al cineasta impidieron la exploración convencional del mito y condujeron a la historia de un joven ordinario salvo por considerarse una de estas criaturas.

La evidente ausencia de elementos fantásticos, como el hecho de que el personaje extraiga la sangre de sus víctimas con jeringas y no con afilados colmillos, o su inmunidad a defensas convencionales como el ajo y los crucifijos, le hacen parecer un simple drama psicológico, pero el evidente nerviosismo de sus personas más cercanas y las enigmáticas visiones que atraviesan por su mente siembran la duda hasta en los más escépticos.

El resultado es una impactante exploración de una sociedad que resiste a dejar el pensamiento mágico en un mundo que parece cada vez menos fantástico y que alcanza su punto más alto en su retorcido tercer acto para dar una de las joyas menos celebradas del que figura entre los grandes maestros del terror de todos los tiempos.

8. Adicción (Dir. Abel Ferrara, 1995)

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Si la figura del vampiro ha trascendido por generaciones es en buena parte por la capacidad de adaptación de sus dotes simbólicas. Abel Ferrara da cátedra de ello con Adicción, que se apoya en bases filosóficas para convertir la figura del reviniente en una representación de las debilidades humanas frente a los placeres que le rodean. Esto con la historia de una joven condenada que debe decidirse entre seguir sus pasiones para sellar la maldición que le aqueja o luchar contra ellas en un esfuerzo por recuperar la humanidad perdida.

Una poderosa metáfora de la drogadicción, enriquecida con reflexiones sobre la religión, la violencia sexual, el SIDA y las distintas luchas del bien contra el mal que se dan en el mundo exterior, pero también al interior de uno mismo. Puede que esta construcción, aunada a su ritmo semilento y su fotografía en blanco y negro, entorpeciera su popularización entre las audiencias masivas, pero le ha convertido en continuo objeto de análisis, un filme de culto y un título indispensable entre los principales aficionados de estos trágicos seres.

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7. Sólo los amantes sobreviven (Dir. Jim Jarmusch, 2013)

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El vampiro tradicional ha representado algunos de los deseos más añejos del ser humano, como son la riqueza, la sensualidad y el dominio absoluto sobre la muerte. Pero los tiempos han cambiado y la supervivencia del mito ha exigido una actualización desde la raíz que siga plasmando las distintas inquietudes sociales. Pocos lo han entendido tan bien como Jim Jarmusch, quien aprovechó su incursión en el subgénero para explorar la posición de una pareja reviniente atada por su amor eterno, pero estancada por el tedio propio de una vida eterna carente de sentido.

La dupla integrada por unos hipnóticos Tom Hiddleston y Tilda Swinton es consciente de que los mejores años han quedado atrás, con las viejas noches de aventuras escarlata reemplazadas por un proveedor de sangre limpia en un mundo cada vez más impuro. No sólo añoran, sino que se aferran al pasado a partir de sus ropajes, sus aficiones y su propia relación, y aun así son incapaces de emplear su tímida, pero temible bala de madera que les permita terminar con la condena. Una actualización tan destacable como necesaria para garantizar la vida eterna de estas ancestrales criaturas en el imaginario colectivo de las audiencias contemporáneas.

6. Cronos (Dir. Guillermo del Toro, 1993)

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Guillermo del Toro inició su camino ascendente con una brillante revolución del mito vampírico que reemplazó a los monstruos de grandes colmillos por una humanidad codiciosa y dispuesta a todo para alcanzar la longevidad perpetua, en una ruta marcada por el dolor, el sufrimiento y la sangre.

Esto con una maldición perpetrada, no a partir de las clásicas mordeduras, sino de un enigmático dispositivo ancestral que proporciona la vida eterna al usuario y que cae en manos de un simple comerciante que vive en carne propia sus efectos y su condenación eterna. Sentó las bases del que terminaría convirtiéndose en el sello distintivo del tapatío: un ser distinto, pero que lejos de una amenaza, es la víctima de un mundo imperfecto, temeroso y que le acosará hasta el cansancio.

Uno de los grandes exponentes del terror de finales del siglo XX, determinante para el acercamiento de las nuevas generaciones con las viejas leyendas y clave para el que no tardaría en colocarse entre los realizadores más talentosos de su generación.

Películas de vampiros, las mejores de la historia

5. Vampyr (Dir. Carl Theodor Dreyer, 1932)

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Nosferatu (1922) y Drácula (1931) suelen considerarse los primeros grandes exponentes del vampírico. Lo cierto es que ambos clásicos son acompañados –para algunos, incluso superados– por la no menos mítica Vampyr. Esto no siempre fue así.

La adaptación de Carmilla escrita por Sheridan Le Fanu, sobre un hombre aquejado por visiones de una mujer atacada por una vampira, fue duramente criticada al momento de su estreno por la hostilidad de su construcción, producto de una inusual combinación de tendencias a partir del expresionismo alemán y el impresionismo francés.

El tiempo y las lecturas posteriores le hicieron justicia al posicionarle, no sólo entre los grandes referentes del terror, sino entre las películas más perturbadoras de todos los tiempos, pues su mezcla de estilos, aunada a su ritmo semilento y la potencia de sus imágenes, resulta en una fórmula capaz de estremecer a las audiencias contemporáneas sin ningún problema y cuyo legado sigue siendo fuente de inspiración para incontables cineastas del género.

4. Nosferatu: El vampiro (Dir. Werner Herzog, 1979)

Películas de vampiros, las mejores de la historia
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Nosferatu (1922) fue concebido luego de que FW Murnau fuera incapaz de hacerse con los derechos de Drácula.

La situación había cambiado drásticamente en 1979 con la novela de Bram Stoker en dominio público, lo que permitió que Werner Herzog realizara un aparente remake que realmente es una brillante combinación de dos obras cumbre del terror vampírico con la que aborda la maldición que representa una vida eterna cuando se está sumido en la soledad.

El mensaje se vio fortalecido con un Klaus Kinski estupendamente caracterizado y que brinda una memorable interpretación de un Drácula tan temible como patético cuya condena no le impide mostrar fascinación por la vida plasmada en la marcada Lucy. Un exquisito complemento que nunca pretende competir con los grandes clásicos del subgénero, sino honrar su grandeza y aprovecharla para concebir una esencia propia que contribuya a la continuidad del mito, algo que resulta especialmente palpable en su hermoso pero oscuro desenlace que hoy figura entre las secuencias más representativas del reviniente cinematográfico.

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3. Déjame entrar (Dir. Tomas Alfredson, 2008)

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Si Let the Right One In se posicionó entre los grandes exponentes del cine vampírico no fue sólo por su respeto –para muchos, rescate– del mito vampírico en tiempos de la polémica saga Crepúsculo (2008), sino por lo complejo de su narrativa que permitió dos lecturas tan opuestas como fascinantes y que como tal, siguen generando enorme debate entre las audiencias.

Por un lado, está su cara más amable, pero también la más sencilla de vislumbrar, el trágico romance de dos pequeños marginados, un niño que padece bullying y una niña condenada a la vida eterna, que permite la humanización de la criatura sin atentar contra su ferocidad y que conduce a uno de los desenlaces más conmovedores del nuevo milenio.

Pero también está su cara oculta y mucho más cruel, con la introducción de una chica maldita que aprovecha la necesidad de su nuevo amigo para reemplazar a su viejo e incapacitado protector. Esto quebraría la historia de amor para dar una relación unilateral marcada por el mero interés, en un ciclo sin fin marcado por la condenación y las pasiones distorsionadas. Si ambas interpretaciones funcionan es en buena parte por el apoyo de John Djvide Lindqvist, quien adaptó brillantemente su propia novela para dar una cinta fidedigna en trama y en esencia con la que se trabajan elementos poco explorados de estos seres de leyenda.

2. Drácula (Dir. Tod Browning, 1931)

Películas de vampiros, las mejores de la historia
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Los horrores de Universal Monsters comenzaron con la escalofriante caracterización de Lon Chaney en El fantasma de la ópera (1925), pero la popularización de la franquicia sucedió varios años después con las hipnóticas interpretaciones de Bela Lugosi en Drácula y Boris Karloff en Frankenstein. La adaptación de la novela escrita por Bram Stoker tiene una historia especialmente fascinante, ya que su protagonista fue elegido tras su estupenda labor como el conde en la puesta en escena neoyorquina realizada unos años antes.

No es completamente fiel a la novela y aun así se ha convertido en todo un referente del cine vampírico gracias a la dualidad plasmada por el histrión húngaro, que va de la elegancia aristocrática al lado más oscuro de la criatura, enaltecida además por un peculiar acento extranjero que afianzó al monstruo como un símbolo del colonialismo invertido.

No fue el único Universal Monster encarnado por Lugosi, pero sí el que garantizó su inmortalidad fílmica, al grado que separar al hombre del vampiro sigue siendo una labor prácticamente imposible a más de 50 años del fallecimiento del actor.

Películas de vampiros, las mejores de la historia

1. Nosferatu (F.W. Murnau, 1922)

Mejores películas de vampiros
Películas de vampiros, las mejores de la historia

Es fácil pensar que Nosferatu no es más que un plagio de Drácula. Después de todo, la producción se inspiró directamente en la obra maestra de Bram Stoker, lo que resultó en una aparatosa demanda que debió llevar a su desaparición absoluta. Pero la película, al igual que la criatura protagonista, se negó a morir y selló una vida eterna que le colocó entre los grandes clásicos de todos los tiempos.

Esto se debió al talento de FW Murnau, quien respetó la trama del ancestral conde transilvano, pero no perdió oportunidad de contextualizar sus distintos elementos para potenciar su carga simbólica. Esta ha provocado que Nosferatu sea una extraordinaria cinta de vampiros, pero también una escalofriante anticipación de los horrores que se cosechaban en Alemania, producto del antisemitismo y el odio al prójimo suscitado tras la Gran Guerra y que conducirían al Holocausto.

A esto sumemos la exquisita labor de Max Schreck como el conde Orlok que desató la creencia popular de que era un auténtico vampiro, en una de las más famosas leyendas cinematográficas que siguen cautivando hasta nuestros días. Una obra maestra imprescindible, no sólo para los aficionados de los revinientes, sino del cine de alta calidad.

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autor Algún día me uniré a los X-Men, la Alianza Rebelde o la Guardia de la Noche. Orgulloso integrante de Cine PREMIERE desde el 2008.
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