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Cine

Las estrellas de cine nunca mueren – Crítica

15-06-2018, 5:58:50 PM Por:
Las estrellas de cine nunca mueren – Crítica

l filme es enigmático y etéreo, pero por encima de todo quienes más brillan son Annette Bening y Jamie Bell como los actores Gloria Gahame y Peter Turner.

Cine PREMIERE: 4
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Algunas de las historias de amor más emblemáticas de la literatura y el cine parten de aquellos amantes desgraciados y obstaculizados para permanecer juntos. Desde Romeo y Julieta hasta Casablanca, hay romances cuya grandiosidad radica en la tragedia resguardada en su interior. Este dejo de nostalgia y congoja baña Las estrellas de cine nunca mueren (Film Stars Don’t Die in Liverpool), una relación épica que no parte de la imaginación de un escritor jugueteando con los destinos de sus personajes, sino de una historia real comprendida en las memorias del actor Peter Turner, quien figura en esta película.

Es el idilio real entre el joven británico en los albores de su carrera, cuando gracias a una conspiración del destino conoce a Gloria Grahame, estrella de cine varios años mayor y célebre por cintas como En un lugar en solitario al lado de Humphrey Bogart; Los sobornados, Encrucijada de odios, y ganadora del Oscar como Mejor actriz de reparto por Cautivos del mal. Grahame también trabajó a las órdenes de cineastas como Fritz Lang, Vincente Minnelli y Cecil B. DeMille, entre otros.

El tórrido romance donde todo parece ir viento en popa por algún motivo termina, pues cuando arranca la película, los amantes se reencuentran en situaciones desfavorables y es la misión del director Paul McGuigan (Victor Frankenstein) dosificar la información de tal modo que el espectador coloque las piezas en su lugar y descifre los conflictos atados al par de intérpretes. La historia per se se alimenta de convencionalismos y puede incluso parecer cotidiana; es decir, su base de fondo no es novedosa –una historia de amor-desamor–, pero gracias a la adaptación de Matt Greenhalgh y el trabajo de McGuigan alcanza una nueva dimensión mediante su esquematización –la cual tampoco es completamente nueva, pero ensalza el argumento–.

La estructura del guion rompe con las convenciones del tiempo; a través de bloques temporales revela la naturaleza de la relación de los amantes protagónicos. Estos momentos se contrastan a partir de la paleta de colores y las decisiones de diseño de producción, pues mientras la etapa de separación se rodea de escenarios oscuros; la historia de amor flota en medio de colores cálidos, luminosos y etéreos que capturan la nostalgia de lo que fue.

Pero por encima de la estructura del filme, decisión que lo vuelve más enigmático, misterioso e interesante, los verdaderos diamantes son sus actores: Annette Bening como la legendaria Graham y Jamie Bell en papel del caballeroso Peter. Ambos se muestran fuertes, juguetones, vulnerables, desgarrados y desprotegidos; los arcos dramáticos de sus personajes les permiten transitar a través de diversas emociones y hacernos vibrar en cada uno de sus estados. De hecho, ambos consiguieron nominaciones al BAFTA en el renglón histriónico, y la cinta también contendió como Mejor película y guion en los premios británicos.

Tal vez hay algunos huecos e inequidades argumentales –como las prácticamente inexistentes apariciones de los hijos de Gloria, que en cambio sí se mencionan recurrentemente–, pero se agradece su alejamiento del cliché de los excesos –alcoholismo o drogadicción– alrededor del detrimento de estrellas de cine que lo tuvieron todo pero se apagaron en silencio, como ocurrió a Norma Desmond en Sunset Boulevard.

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autor No soy la Madre de los Dragones, pero sí de @Enlabutaca; desde ahí y en Cine PREMIERE estoy en contacto con las buenas historias. Melómana, seriéfila, cinéfila, profesora universitaria, y amante de las bellas artes. Algún día escribiré una novela de ciencia ficción. ¡Unagui!
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