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Cine

Las hijas del sol

01-07-2019, 11:57:55 AM Por:
Las hijas del sol

Eva Husson presenta una denuncia antibélica que busca ser también una declaración feminista. Lamentablemente, Las hijas del sol falla en las dos ambiciones.

Cine PREMIERE: 1.5
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Las hijas del sol cuenta el trayecto de dos mujeres quienes, a través de un conflicto armado, aprenden a lidiar con su pasado personal y sublimarlo como un motor vital para librar una guerra en contra del Estado Islámico (ISIS). La primera, Mathilde (Emmanuel Bercot, Amor mío) es una periodista francesa quien recientemente perdió el ojo derecho y a su esposo y colega; la segunda, Bahar (Golshifteh Fahrani, Paterson), fue hasta hace poco una joven kurda de ascendencia yazidí quien, después de haber sido secuestrada, abusada y vendida por los mismos islamistas que mataron a su familia, escapó del cautiverio para fundar y encabezar la guerrilla femenina que da título a la película.

Eva Husson, actriz, guionista y productora varios años antes de dar el salto a la dirección con Bang Gang: una moderna historia de amor (2015), nació en Francia años después de que su abuelo, un combatiente español de la Guerra Civil en el lado republicano, escapara de un campo de trabajo y llegara ahí como refugiado político en los primeros años del franquismo. Aunque su primer interés era el de narrar esa historia familiar, el genocidio de la población yazidí y el secuestro masivo de las mujeres de esa comunidad en 2014 la convencieron de contar la misma historia de resistencia y escape a través de otra mirada: la de una sobreviviente kurda.

Es difícil ponerle trabas o peros a una intención tan noble, sobre todo cuando el resultado, Las hijas del sol (Les filles du soleil, 2018), fue estrenado en una gala en Cannes con una espectacular marcha de mujeres en la alfombra roja, con Cate Blanchett y Agnès Varda a la cabeza. Sin embargo, el melodrama de Husson tropieza con su propia intención, al convertir las tragedias íntimas de sus protagonistas en un melodrama grandilocuente en el que la verosimilitud va y viene. Ni siquiera el expresivo rostro de sus actrices –uno de sus aciertos– es explorado a profundidad, pues la madurez de su registro actoral más de una vez queda ahogada por una banda sonora falsamente emotiva, una edición torpe y diálogos poco creíbles.

Es posible que en el plano comercial, Las hijas del sol pueda cumplir una función de presentar el drama kurdo a un público más amplio y genérico que el de los festivales de cine. No obstante, tampoco funciona del todo como una película informativa: el conflicto de las mujeres kurdas nunca aparece bien definido, el pueblo yazidí no es aludido por su nombre más de una vez ni las circunstancias geográficas, históricas ni culturales quedan del todo establecidas.

Para un espectador sin información previa, lo que ve podría estar ocurriendo en el Golfo pérsico de los noventa, en el Irak de 2003, en la Siria de nuestros días o en el Irán de cualquier año, sin que haya ninguna diferencia; cuando un cineasta pretende rescatar la memoria de un pueblo o de una minoría, que dicho grupo esté tan despersonalizado en pantalla, tan despojado de una identidad verosímil, es una falla mayúscula. Un antídoto saludable para esto es el documental nominado al Oscar En sus hombros, de Alexandria Murach, que describe con empatía y rigor periodístico la experiencia de Nadia Murad, la activista que recibió el Nobel de la Paz después de haber atravesado una odisea similar a la de los personajes de Husson, que resultan ficticios en el sentido más amplio: no solo el de imaginarios, sino de poco creíbles.

Tampoco existe gran mérito o propuesta en Las hijas del sol como película de acción, en tanto la fotografía de Mattias Troelstrup y la edición de Emilie Orsini nunca parecen decidir si lo que buscan es una película de guerra en toda regla, con espíritu de Oliver Stone o Kathryn Bigelow, o presentar una alternativa más íntima para retratar un conflicto. Al final, no termina por ser una cosa ni la otra: cuando irrumpe las escenas de acción, son presentadas con torpeza formal; cuando nos retiramos a la intimidad, ésta resulta poco creíble. Una película que denuncia los horrores de la guerra tendría que evitar lo primero; una película de espíritu feminista que busca la sororidad con sus espectadoras debería evitar lo segundo.

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autor Periodista, cinéfilo y lector compulsivo, conductor en Mi cine tu cine (Once TV), locutor, jazzero y tragón. Miembro de la Semaine de la Critique de Cannes en 2014 y del Berlinale Talents Press. Estando antes en París, pasaba más tiempo dentro del cine que afuera, así que volví a la Ciudad de México en donde el cine es más barato y, digan lo que digan, se come mejor.
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