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«Las películas son mi esencia y son mi todo»: Sergio Tovar Velarde

18-05-2021, 5:12:06 PM Por:
«Las películas son mi esencia y son mi todo»: Sergio Tovar Velarde

El director de Cuatro lunas festeja 25 años de trayectoria con una retrospectiva que explora los inicios de su carrera frente y detrás de cámaras.

Para Sergio Tovar Velarde, la película Cuatro lunas (2014) ocupa un lugar esencial en su trayectoria artística: no sólo es un filme que vieron en pantalla millones de personas alrededor del mundo, sino que sirvió como el detonante para despertar la curiosidad del público sobre sus trabajos previos. Sin embargo, más allá del carácter trascendente de aquella cinta, el cineasta hace a un lado toda pizca de idealización para recordarnos que cada uno de sus trabajos han dejado una huella indeleble en diferentes momentos de su vida. “Mis películas son importantes en diferentes medidas y diferentes maneras”, nos dijo en entrevista exclusiva.

Cuatro lunas (2014)

25 años contando historias

Desde el pasado 23 de diciembre de 2020, Sergio Tovar Velarde celebra 25 años de trayectoria artística en el medio audiovisual de una manera poco convencional. Lo que comenzó como un experimento entre amigos, se convirtió en un recorrido virtual en el que cada semana el cineasta comparte con la comunidad cinéfila uno de sus célebres trabajos (entre cortometrajes y largometrajes), a través de Twitter y YouTube (aquí podrán disfrutar de toda su retrospectiva). Libre de arrogancia, el director no visualiza las retrospectivas como una forma de alimentar el ego o el narcisismo que pueden caracterizar a la figura de un director, sino que más bien conceptualiza el espacio fílmico como una oportunidad para liberar la mente y el corazón ávidos de contar historias.

“Personalmente, el cine ha sido una manera de ir dejando evidencia de mi entorno, de mi persona y de las situaciones a las que me he enfrentado en cada momento. Con esta retrospectiva me doy cuenta que todas mis películas sólo son eslabones de una cadena mucho más grande. Ahora que puedo mirar las películas que he hecho, me doy cuenta de que en realidad, aunque cada una es independiente y las historias no tienen nada que ver, en todos los casos es evidente que hay una persona tratando de contar cómo se siente y quién es en el momento de hacer esa película. Es la historia de una vida narrada a largo de diferentes episodios, sin una relación entre sí, pero que de todos modos terminan contando una misma cosa porque vienen del mismo corazón”.

Actor y director con alma de niño sin límites

Nacido el 31 de diciembre de 1982 en Tepic, Nayarit, México, Sergio Tovar Velarde tuvo un acercamiento muy peculiar con el séptimo arte. A los 5 años de edad, sus papás decidieron abrir un videoclub en el garaje de su casa donde había miles de películas disponibles para que el pequeño Sergio Jones -homónimo con el que firmaba sus primeras películas- las disfrutara una y otra vez. La exposición a un gran número de caricaturas y películas devino en una fuerte necesidad de hacer sus propias versiones como actor y director, así se concibió Ebeneezer Scrooge (1995), su primera película filmada con una cámara de video 8 analógica, basada en Canción de Navidad de Charles Dickens. “Yo grababa mis películas, luego las editaba en un VHS y las ponía en el videoclub para ver si alguien iba y las rentaba. Nunca nadie las rento (risas), pero lo que quiero decirte es que no necesitas presupuesto para hacer una película, porque cuando eres niño no hay límites”, nos cuenta el cineasta.  

Ebenezer Scrooge Sergio Tovar Velarde
Ebenezer Scrooge (1995)

Con el simple y sencillo objetivo de que el público se acercara a conocer su trabajo, el también director de Mi último día (2007) nunca pensó experimentar un viaje de redescubrimiento que lo hiciera darse cuenta de esa inquietud artística que siempre persiguió cuando apenas era sólo un niño de 12 años. “Yo pensé que mostrando el tour al público iban a conocerme a mí, pero más bien me di cuenta de que el que llegó a conocerse fui yo. Me siento muy agradecido con ese niño y me gustaría regresar a darle un abrazo y decirle: ‘¡Qué cabrón eres! (risas), como te quiero porque eres un niño entrañable’”.

Eso sí, al mirar atrás, confiesa que su sueño nunca fue ser director de cine, sino actor. Ahora, con todos estos años por delante, Velarde se da cuenta de que su esencia siempre ha sido ser un individuo escénico.

Una carrera sin etiquetas, pero con muchos riesgos

Para Sergio Tovar Velarde, su universo fílmico va más allá de aspirar a ser reconocido en la industria, presentarse en grandes festivales o acumular una gran cantidad de premios. Quizá parezca raro encontrase con un director como él, pero la realidad es que tiene muy bien arraigada esa idea de que para hacer cine, ni siquiera debes ser profesional -en el sentido más estricto de la palabra-, sino seguir tus convicciones, abrazar al cine como una extensión personal y reflejar tu propio estilo sin la mínima intención de imitar a los demás.

“Nunca he intentado que todas mis películas tengan un sello específico y decir: ‘voy a ser un director que hace este tipo de cine’, sino que me siento como una persona que quiere explorar muchas cosas. Mi acercamiento al cine es muy infantil en el sentido de que yo lo sigo entendiendo como un juego. Hubo un momento en mi vida en el que traté de ponerme más serio, hacer películas más intelectuales o con un tono más contemplativo y tratando de imitar las películas que yo veía en los festivales. Pero con el tiempo me di cuenta de que lo que había que ver en mí era no lo que me hacía parecido a los demás, sino lo que me hacía diferente. El día de hoy abrazo mis peculiaridades, abrazo mi rareza y siento que no quiero parecerme a ningún otro director como sí pasó años atrás durante mi carrera”.

De hecho, a Sergio Tovar Velarde tampoco le ha interesado repetir las mismas fórmulas del cine, sino más bien tomar riesgos. Bastaría echar un ojo a su filmografía para darnos cuenta de la peculiaridad de sus relatos como La danza de las salamandras (2001), su primera película de temática gay, rodada cuando tenía 17 años; KCl doce y cuarto (2003), con el actor Roberto Cobo; El joven telarañas (2006); El gusano (2006), sobre un hombre convencido de ser un gusano atrapado en un cuerpo humano; Jet Lag (2011) o Edén (2007), que narra el extraño caso de una niña a quien le crece una planta dentro del cuerpo. “Si yo hago una película y no estoy sintiendo que mi carrera puede irse al diablo de lo arriesgada que es, entonces no siento que estoy vivo. La magia del arte no sólo radica en la experiencia, la creación estética, la técnica o el discurso, sino también, necesariamente, en el riesgo y en la exploración”, nos dijo.

Como una de sus varias reflexiones personales acerca del proceso creativo de un director, Tovar Velarde considera que los directores deben ‘escuchar’ las películas porque son lo que verdaderamente importan, por encima del artista. Aunque claro, la figura del cineasta será importante en la medida en la que la obra sea consistente después de cierto tiempo. “No me interesa ser una estrella, me interesa que mis películas sean vistas y que trasciendan”, dice. “Creo que cuando la estrella es el director y la película es el segundo plano, entonces hay algo mal ahí”.  

Punto de origen

Durante nuestra charla, el cineasta también reflexionó sobre las vueltas que da la vida haciéndolo regresar a su punto de origen. En ese sentido, aquellas producciones rudimentarias que marcaron parte de su niñez y adolescencia hicieron eco un cuarto de siglo después con El fantasma de la lavadora, un proyecto que revitalizó su creatividad en medio de la pandemia y que realizó -sin ningún ostentoso equipo de producción- junto con Orlando Manrique -su pareja creativa y sentimental-. Así, Sergio Tovar Velarde regresó al mismo lugar donde todo comenzó: la casa de su padre en Tepic, Nayarit, encerrado y con una cámara en mano interpretando a dos personajes. “Yo dije: ’25 años después, ¿será posible?’. Me parece demasiada casualidad, demasiada coincidencia. Creo que hay algo mágico. El fantasma de la lavadora puede verse como el final de una época o como el principio de los siguientes 25 años”, nos dijo.

El fantasma de la lavadora Sergio Tovar Velarde
El fantasma de la lavadora (2020)

Sergio Tovar Velarde estrenará el próximo 25 de mayo, a través de YouTube, la continuación de El fantasma de la lavadora titulada el Fantasma de la licuadora, el trabajo que pondrá punto final -aunque más bien puntos suspensivos- a esta retrospectiva de 25 años de carrera. Más adelante volverá a ponerse en la silla de director de largometraje con Mundos cósmicos, protagonizada por Jorge Luis Moreno, Elizabeth Valdés, Diana Bracho, Mónica Dionne, César Ramos y Alonso Echánove.

El director sabe que el camino aún es largo y cada día es una nueva oportunidad para continuar construyendo lo que le apasiona y le da sentido a su existencia: contar historias frente y detrás de cámaras. Su profesión es un trabajo hecho con mucha pasión que nos recuerda que el cine es ese refugio cálido y de amor que puede protegernos de los momentos más sombríos en este guion llamado vida.

“He hecho cosas de las que no estoy orgulloso, pero de mi mundo y de mis películas sí. Por ese mundo doy la vida ¿sabes? Es mi casa, es mi refugio, es mi todo. Las películas me han salvado tantas veces que ya ni siquiera puedo contarlas», nos revela. “Existo porque existe un mundo al que yo puedo acceder a través del arte”. “Las películas son mi esencia y son mi todo. Soy un aprendiz de todo, pero que todos los días de mi vida he hecho algo artístico”, finalizó.

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autor Me encanta ver, hablar, escribir y soñar sobre cine. Mi serie favorita se llama 'La dimensión desconocida'. Siempre estoy cantando. Todo el día pienso en comida. Y no me quito mis gafas de sol ni para dormir.
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