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Cine

Lo que nunca nos dijimos

23-08-2016, 12:38:17 PM Por:
Lo que nunca nos dijimos

Una película que, aunque no logra funcionar del todo, logra momentos rescatables y entrañables.

Cine PREMIERE: 2.5
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Una chica argentino-mexicana –al igual que Flavia Atencio, la actriz que la encarna– de nombre Mariana viaja de la Ciudad de México a Mendoza con la intención de ver a su moribundo padre antes de que éste fallezca. Al llegar se enfrentará con un pasado doloroso –y sumamente oscuro– que la forzará a plantearse el lugar que tuvo y tiene dentro de su familia. Más o menos así puede describirse el contenido de esta película en tres o cuatro líneas y bien vale la pena empezar con eso: así aquellos que de entrada no gustan de estos temas, podrán retirarse por voluntad propia antes de pagar su boleto.

Para aquellos que llegados a este punto continúen interesados en el filme tenemos reservadas noticias un tanto dudosas: es una película regular pero con partes rescatables o, mejor dicho, es un filme que, pese a revelar inconsistencias de diversa índole, posee detrás un plausible y honesto deseo de que las cosas funcionen, esfuerzo que en determinados casos podría conseguir que uno decida acompañar a la historia hasta el final. Digamos que justo cuando uno piensa que tal o cual secuencia está mal armada o cae sin mucha gracia en un lugar diez mil veces contado, sucede algo que nos vuelve a meter en la narrativa sin que apenas lo percibamos. Ese algo puede ser, por ejemplo, las actuaciones, porque si bien es difícil que uno logre conectar con el personaje principal, cuya histeria se hace a ratos cansina, Atencio, quien además de contar con el protagónico es guionista y productora de la cinta, tuvo la certeza de hacerse acompañar de dos histriones de probadísimo talento, como lo son la argentina Ana María Picchio (Pequeños milagros), en el papel de la madre, y la chilena Catalina Saavedra (La nana), cuyo rol como enfermera del padre desahuciado aporta al conjunto algunos de sus momentos más logrados.

Paradójicamente, otro de los ganchos de la trama se ubica en el que es asimismo uno de sus principales defectos. En aras de evitar spoilers nos limitaremos con decir que la relación que Mariana y su padre mantuvieron cuando ella era una niña conforma la médula espinal del relato, pero uno no sabe bien qué hacer con la información que se aporta. Tanta ambigüedad ciertamente consigue que la cinta se aparte de, horror, el riesgo de percibirse como un Mujer, casos de la vida real alargado, pero también la acerca a terrenos sórdidos que para el caso necesitarían una mayor profundización. En nada ayudan las anárquicas salidas de tono que en dos o tres ocasiones pretenden agregar ternura o incluso un cierto tono cómico a la película y que se sienten, más que forzadas, artificiales, ni tampoco ese final que en la necedad de tejer una coincidencia tras otra resta veracidad a lo expuesto en pantalla.

Es una lástima que la música, ese gran aliado de las películas, termine por convertirse en un estorbo. En Lo que nunca nos dijimos yerra en cada dos por tres, no porque los temas sean en sí fallidos desde el punto de vista armónico, sino porque simplemente no van: ¿qué hace una pieza propia de thriller ornamentando a un drama?, ¿es de verdad necesario que una melodía nos recalque que la secuencia que se observa pretende al menos arrancarnos una sonrisa?

Por fortuna, y pese a sus graves defectos, es de agradecer que la dirección de Sebastián Sánchez Amunátegui, cineasta y productor chileno afincado en México, haya logrado enmarcar un producto sin falsas pretensiones. En ningún momento se percibe que la obra quiera exponerse como un filme urgido de grandes perspectivas artísticas, y además esquiva con efectividad la tentación de introducirse en el terreno moral. Sánchez Amunátegui se limita a contar una pequeña historia con los recursos que tiene a mano, sin juzgar a los personajes ni a sus actos. Habrá a quienes les baste con eso y se hagan de la vista gorda con la estética telenovelesca que impregna cada fotograma del metraje.

Y otros más la aborrecerán precisamente por lo mismo

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autor Carlos Jesús (aka Chuy) es escritor y periodista freelance. Desde 2006 radica en Berlín, desde donde colabora para distintos medios. Sus pasiones son su familia, la cerveza, escribir relatos y el cine de los setenta.
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