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Cine

Los herederos

09-05-2017, 2:31:56 PM Por:
Los herederos

Una historia sobre adolescentes en el México contemporáneo.

Cine PREMIERE: 2.5
Usuarios: 4
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Hace una década, Jorge Hernández Aldana debutaba como director con la inefable El búfalo de la noche (2007), adaptación de una novela de Guillermo Arriaga que tenía un reparto multiestelar (incluía a Diego Luna, Liz Gallardo, Camila Sodi, Irene Azuela, entre otros). Fue tal el fracaso de público y crítica de esta película que Hernández Aldana tuvo que esperar varios años para volver a dirigir. Ver una película con esos antecedentes, y el hecho de que hubiera sido filmada hace un par de años sin haber encontrado distribuidor, no auguraba nada bueno.

No obstante, a pesar del ritmo que va decayendo conforme la trama avanza, Los herederos es un interesante relato moral sobre los actos y sus consecuencias, sobre una sociedad decadente, sobre adolescentes sin límites y sobre una sociedad corrupta. Y no hace falta que el realizador adopte una postura o condene a sus personajes. Él simplemente se limita a contar una historia y cada quien podrá sacar sus propias conclusiones. A lo que le saca provecho es a una forma de filmar más emparentada con el documental que le da un toque realista a su historia, y la cual tuvo el efecto contrario en su ópera prima.

Coyo (Máximo Hollander) es un chico que parece uno de los más pequeños entre su grupo de amigos quinceañeros, con quienes pasa sus vacaciones decembrinas entre fiestas, alcohol, drogas y algo de sexo. Su mejor amigo es Gerardo (Diego Velázquez), de quien paulatinamente se va distanciando y más aún a partir de que alguien se mete al patio de su casa y mata a su perro. Entonces Coyo, un chico aparentemente tranquilo, empieza a juntarse con Viejo, Graco y Chacho, otros chavos de su entorno de familias de clase media alta.

Sus andanzas comienzan con una ametralladora de aire con la que salen a dispararle a gente desde la camioneta de los papás de Coyo (interpretados por Úrsula Pruneda y Rodrigo Mendoza), quien la toma sin permiso.

En lugar de ponerle un alto, los padres, a pesar de estar en desacuerdo con la actitud de su hijo, dejan que siga. Solamente que Coyo toma el arma de su padre y la lleva con sus amigos, así que los retos que se autoimponen escalan en alcances. Ahí es donde la tragedia se desata cuando se proponen diversos asaltos y Coyo, que pierde el segundo disparejo con la que deciden quien se baja del auto para asaltar por pura diversión, se dirige a una panadería en la Condesa. Ante la altanería de los dependientes, Coyo enfurece y dispara el arma, pero sus amigos lo dejan y él miente con respecto de sus acciones para justificar el no tener la camioneta.

Es ahí cuando Hernández Aldana pone énfasis en el papel de los padres, en la corruptibilidad de la sociedad, en los chicos dejados a su voluntad y en una sociedad que ve en la violencia un aspecto cotidiano de su día a día y en la forma como unos padres son capaces de arreglar, no precisamente de fondo (la escena de la cena familiar hacia el final es un ejemplo), los errores de sus hijos. Aunque a estas alturas el ritmo de la película decae, es suficiente por su corta duración. Coyo, cuando es honesto, tiene la consecuencia de ser señalado y condenado por la sociedad. Lo que sigue no lo sabemos, porque Hernández Aldana tiene la audacia de dejar en puntos suspensivos una historia que no se ve que vaya a terminar bien. O quién sabe.

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autor Nadie quiere acompañarlo al cine porque come palomitas hasta por los oídos e incluso remoja los dedos en el extraqueso de los nachos. Le emocionan las películas de Stallone y no puede guardar silencio en la sala a oscuras. Si alguien le dice algo, él simplemente replica: "stupid white man".
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