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Cine

Malacopa – Crítica

20-09-2018, 5:32:54 PM Por:
Malacopa – Crítica

Armando Casas presenta una comedia cuya fórmula se agota al intercambiar protagonismo entre Luis Arrieta y Luis Ernesto Franco, y que tampoco es certera al incorporar elementos de acción.

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Bajo la premisa de que “fracasan más los tímidos que los audaces”, Malacopa entremezcla un tema del cual han bebido muchos filmes dramáticos y sórdidos como el alcoholismo, pero lo traslada al género de la comedia con ciertos puntapiés de acción. Todo ello para tratar de probar la siguiente tesis: ir por la vida siendo gris y manteniéndose en el fondo no es bueno. ¿Pero irse al otro extremo sí?

Armando Casas dirige la historia de Mateo (Luis Arrieta), joven y prometedor arquitecto, de vestimenta impecable, cabello engominado y que parece no romper un plato. Desde siempre ha batallado con su timidez, la cual le impide alcanzar los vuelos para los cuales supuestamente está destinado, y eso lo mantuvo a la sombra de su fallecido padre: un coqueto, bailador y seguro hombre ataviado con sombrero y una anforita como eterna cómplice de sus partidas amorosas.

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Sin embargo, el temeroso protagonista pausa su pusilánime actuar cuando al entrar en contacto con el alcohol para “agarrar valor” descubre su otro yo: Malacopa (Luis Ernesto Franco, con quien Arrieta trabajó en Los inadaptados), un ser desenfadado que le hace perder el control e inmiscuirse en todo tipo de predicamentos porque carece de freno moral. Cuando recupera la sobriedad, se ve obligado a lidiar con las consecuencias de la juerga anterior. A partir de ahí la cinta es un constante vaivén entre la represión de Mateo y el libertinaje de su segunda personalidad, fórmula que alcanza a agotarse pese a ser un metraje de menos de hora y media.

Junto a ellos tenemos un breve cameo del cineasta y actor Alfonso Arau (Como agua para chocolate), en rol del padre de Mateo, quien indirectamente le hace sentir que no honra ese famoso refrán de: “hijo de padre, pintito”. Su breve aparición, aunque grata, se apoya demasiado en el factor discursivo: se abusa del diálogo para conmover o inmiscuirse en la psique e inseguridades del protagonista, debilidades de carácter puntualizadas repetidamente.

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Como comedia, Malacopa encuentra en Luis Ernesto Franco su mejor catapulta. Cuando él está en escena brilla, se siente cómodo, confiado y el filme cobra bríos, es ligero y dinámico; vamos, hilarante. En cambio, en las escenas donde Arrieta conduce los eventos, el motor cómico palidece por el carácter lánguido de su personaje, un detrimento directo para el ritmo de la historia. Si bien ellos son la principal fuente de comedia, a la postre la cinta coquetea con la acción pero erradamente.

Armando Casas lleva al extremo diversas situaciones al punto de la inverosimilitud, especialmente la subtrama que colinda con los gajes del cine de acción e involucra actos criminales, los cuales muestran poca cohesión con el resto de un argumento abusivo de los desinhibidos comentarios sexistas hechos por Malacopa.

Si bien su mayor fortaleza recae en la materialización física de los estragos del alcoholismo y la adicción cuando la fiesta se sale de control –lo cual se le aborda como si fuera un juego–, la película también esboza la importancia de encontrar el punto medio, porque si bien el mundo no es de los tímidos, tampoco es de los alcohólicos.

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autor No soy la Madre de los Dragones, pero sí de @Enlabutaca; desde ahí y en Cine PREMIERE estoy en contacto con las buenas historias. Melómana, seriéfila, cinéfila, profesora universitaria, y amante de las bellas artes. Algún día escribiré una novela de ciencia ficción. ¡Unagui!
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