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Cine

Marguerite

18-06-2016, 5:37:36 PM Por:
Marguerite

La película francesa, Marguerite es inteligente, conmovedora y divertida.

Cine PREMIERE: 3.5
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En medio del cada vez más extendido y apabullante verano de superproducciones hollywoodenses, que por supuesto también disfrutamos pese a que nos gustaría que sus estrategias comerciales no implicarán acaparar por completo las salas, dejando mínimas opciones al espectador, las producciones que apuestan por las herramientas fílmicas como una forma estilizada de explorar la naturaleza de las emociones, encuentran su lugar en la cartelera. Este es el caso de la más reciente propuesta del francés Xavier Giannoli, la cual logra hacerse de un merecido hueco. Esta situación debe ser aprovechada por todo aquel espectador que guste del cine no sólo como entretenimiento, sino como una forma de explorar sensibilidades y regodearse con el ser humano en todas sus dimensiones. Y es que en Marguerite –filme que retoma el personaje real de Florence Foster Jenkins–, se conjugan lo absurdo y lo extravagante para disfrazarse de seducción, y darle a los sentimientos todo el protagonismo en un irresistible escenario ambientado en el París de principios de siglo. 

La protagonista es una mujer que ocupa su tiempo y sus recursos en organizar elegantes fiestas operísticas, usando su lujosa morada como sede. A tales eventos asisten aristócratas, intelectuales, algunos especialistas en el tema, periodistas e incluso cantantes que participan en el pretencioso programa. Usualmente todo funciona, hasta que llega el momento en que la anfitriona decide abrir la boca para cantar –pues ella es la estrella del show–, y su voz es horrible: prácticamente una agresión para los oídos. Pero nadie se lo dice, se quedan callados, le aplauden y disimulan su incomodidad. Todos, por una razón u otra, siguen alimentando la fantasía de la señora en un juego de socarrona complicidad e interés que conforme avanza, devela ser más complejo de lo que parece. 

Si de entrada la estrafalaria situación representa una buena base para desarrollar una comedia disparatada, conforme avanza la historia, los personajes adquieren los matices suficientes para ir más allá del lugar común. Aunque también es cierto que esto tarda un poco en definirse. Es entonces que la película se revela como una entrañable reflexión acerca de la piedad y el respeto, un ensayo sobre cómo las personas encuentran las formas más inesperadas para lidiar con sus deseosos y frustraciones, con la soledad y el paso del tiempo… Aunque esto implique construirse una realidad muy particular, en base a una mentira, una deliciosa mentira.

Por supuesto, para poder sostener la película, era necesario una actriz que evitara las fórmulas obvias y los excesos, que pudiera delinear con detalle la belleza en los límites de la “pena ajena”. Es sobre Catherine Frot que recae dicha responsabilidad, y ella con toda su veteranía, responde y con creces. En sus manos, Marguerite Dumont, que de inicio es choqueante e incómoda, logra una identificación plena con el espectador, proyectando lo conmovedor de su ridículo asumido, llevándolo hasta sus últimas consecuencias. El resto del reparto, en términos generales cumple, pese a que algunos secundarios se quedan sólo en el apunte. Y es que no todo es miel sobre hojuelas, el director, que tan bien había sorteado la primera de las trampas evitando caer en la farsa más literal,  no resistió la tentación de regodearse con algunas escenas, alargando más de la cuenta el relato. Así, lo que podría haber resultado en una joya, queda sólo como una buena película, inteligente, conmovedora y divertida, eso sí. 

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autor Critico de cine y cómics. Critico en Cine con Kristoff de Telehit. Fue editor de Stageone México. Colaboró con Playboy, Chilango y la edición mexicana de Archie. Hoy escribe para La Razón y Mórbido Magazine. Conduce el programa de radio y Tv, Rocket.
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