Maria por Callas – Crítica

El documental del director Tom Volf es un exorbitante trabajo de investigación para conocer a una de las mejores cantantes operísticas del siglo XX –si no es que la más sobresaliente–, y a través de su propia voz. No sólo lo es por la manera en que devora y acaricia cada nota en un romance conquistador de la música y la composición. También porque ella misma se dibuja a través de sus propias palabras. Maria por Callas es, principalmente, una narración en primera persona.

De ascendencia griega, pero nacida en Nueva York, Maria Anna Cecilia Sofia Kalogeropoúlos se describe a sí a través de diversas entrevistas recopiladas de archivos televisivos. En ellas relata los dolores y la soledad de su infancia, el yugo materno y la obsesión por la perfección que la persiguió desde pequeña. Una obsesión que no nacía de forma innata en la pequeña, más bien le fue impuesta, pero gracias a lo cual alcanzó gloria en las bellas artes.

Maria desmitifica la fiereza y el carácter intempestivo de la diosa musical Callas. Habla de los sacrificios, su infancia atípica, así como la religiosidad y el rigor que se requirieron para convertirla en la soprano que fue. Pero Maria por Callas también se toma tiempo para inspeccionar su vida amorosa y responder a los titulares sensacionalistas en torno a su matrimonio con Giovanni Battista Meneghini, su relación con el que fuera el hombre más rico del mundo: Aristóteles Onassis, y su posterior ruptura a causa de Jackie Kennedy.

En medio hay episodios acogedores e hipnóticos con presentaciones de Callas protagonizando óperas, glorificando arias y demostrando sus dotes actorales. No sólo fue una magnífica cantante, sino también actriz. De ahí que su participación fílmica al mando de Pier Paolo Passolini en Medea, donde dio vida al personaje arquetípico de la bruja inspirada en la tragedia de Eurípides, tienen presencia en el documental.

Curiosamente, ambas deidades griegas (Callas y Medea) compaginaban intrínsecamente, pues luchaban por un regreso. La primera a los escenarios después de que el agotamiento físico y emocional la alejaran de ellos –en el documental narra abiertamente su depresión–. La segunda, porque, en la versión de Passolini, Medea busca venganza tras la traición de su esposo Jasón. Volf se encarga de hacerlo patente.

Pese a incurrir en ciertos convencionalismos temáticos de los documentales biográficos e idolatrías, Maria por Callas es un testamento de humanidad, del daño colateral del éxito tanto literal como implícito. La musa reconoce su deseo por haber formado una familia y haber tenido hijos, su anhelo por una vida normal, sí. Pero también, cuando enumera las maravillas de su carrera profesional, de los viajes, los conciertos y la adoración de su público, lo hace con una sonrisa envuelta en tristeza y unos ojos melancólicos que revelan la verdad. Centelleantes, anuncian su desazón tanto en el plano personal como profesional. Es la humanización del mito, de una deidad inconforme con su Olimpo y añorante de la vida terrenal.

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Mabel Salinas No soy la Madre de los Dragones, pero sí de @Enlabutaca; desde ahí y en Cine PREMIERE estoy en contacto con las buenas historias. Melómana, seriéfila, cinéfila, profesora universitaria, y amante de las bellas artes. Algún día escribiré una novela de ciencia ficción. ¡Unagui!