Las mejores películas románticas de la década
El cine puede retratar la complejidad del vínculo amoroso. Los mejores romances de la década son intensas reflexiones sobre el acto de amar.
Cuando terminé de integrar esta lista de mejores películas románticas de la década —parcial y subjetiva, como todas— me di cuenta de que hay pocas cintas que complazcan la fantasía de las relaciones monógamas como un árbol donde florece un amor invencible. En los árboles de verdad, los frutos y las hojas se caen en algún momento: unos porque maduran, otras porque se marchitan, pero ni cómo negar su sabor intenso, sus colores vívidos. Quizás amar, como vivir, sea un fracaso inevitable. Quizá no, pero independientemente de lo que averigüemos, la intensidad del amor es un placer indestructible.
En las historias listadas a continuación, veremos cómo algunos de los mayores cineastas contemporáneos observan el trayecto de unas miradas que pasan de reconocer algo nuevo y cálido a querer desconocer lo que ya se enfrió. A veces las películas de romance son más optimistas, pero la norma es que buscan la complejidad del vínculo amoroso con otros o hasta con nosotros mismos a partir de un dominio extraordinario del lenguaje cinematográfico.
Más importante aún: son todas intensas reflexiones sobre el acto de amar; de asentarse y de dejar ir. Ojalá disfruten estar de acuerdo con la lista –que toma en cuenta películas de romance hechas de 2010 a la fecha– o de diferir de ella, pero sobre todo: ojalá disfruten las películas mismas.
Copia fiel (Dir. Abbas Kiarostami, 2010)
De por sí el cine del maestro iraní Abbas Kiarostami es misterioso. Aunque hay claridad en sus temas, sus películas son habitadas por la variedad y la naturaleza impredecible de la realidad. Sin embargo en Copia fiel vemos algo más extraño: al tiempo desdoblarse, o tal vez a una pareja de actores practicando sus diálogos, o tal vez distintos espíritus habitando sus cuerpos. A veces la pareja que protagoniza este filme pareciera haberse conocido desde siempre; a veces no. Por momentos se aman, a veces ya no se soportan. Es irrelevante entender su comportamiento porque lo realmente significativo de este filme es su imagen cambiante y extraña de una relación, que resulta idéntica al amor mismo.
Laurence Anyways (Dir. Xavier Dolan, 2012)
La obsesión de Xavier Dolan, aparentemente, es ser adorado, pero en esta película el director quebequés se concentra en las dificultades de amarse a uno mismo y de seguir amando a quien, desafiando todas las normas, ha decidido por primera vez mostrarse como es realmente. La historia sigue a un hombre que descubre de repente que adentro lleva una mujer. Dolan se muestra inusualmente compasivo tanto hacia ella como hacia su novia y descubre no sólo las consecuencias de la norma social, sino las dificultades de abandonarla. A pesar de una duración un tanto excesiva, Laurence Anyways es una película importante para nuestro tiempo y un expresivo relato sobre la resistencia.
Tabú (Dir. Miguel Gomes, 2012)
En esencia, esta película del portugués Miguel Gomes parece un melodrama como cualquier otro: en los años 60, justo antes de los movimientos revolucionarios en África, dos jóvenes portugueses se enamoran y viven una relación condenada. Sin embargo, Gomes hace lo posible por mostrarnos que si esta historia está contada de manera tan idealista es porque no la narra él, el director, sino uno de sus personajes. El sonido se convierte en una clave para descubrir que la nostalgia es sólo la fabricación de un viejo enamorado.
Ella (Dir. Spike Jonze, 2013)
En otras películas de romance, nunca nadie le ha dicho a un aparato “te amo” tan en serio como el protagonista de este filme de Spike Jonze. Interpretado impecablemente por Joaquin Phoenix, Theodore es un tipo solitario después de su divorcio y por ello decide comprar un software que simula a una asistente virtual. Con el tiempo ambos se enamoran y a partir de ahí Jonze explora la soledad, la ilusión y las necesidades trágicas de un mundo donde todo se puede comprar. Scarlett Johansson merece una mención aparte por su interpretación del software: jamás la vemos, y sin embargo es una presencia que uno juraría orgánica y tierna.
La vida de Adèle (Dir. Abdellatif Kechiche, 2013)
En muchos sentidos, este filme de Abdellatif Kechiche –que se vio inmerso en controversia luego de los comentarios de las actrices principales sobre las «humillantes» condiciones de trabajo y su negativa ante la pregunta sobre si volverían a trabajar con el director– me parece la historia de amor definitiva del siglo: no sólo porque sucede entre dos mujeres en medio de una sociedad homofóbica ni porque desentraña los mecanismos de la atracción como sólo un gran psicólogo podría, sino por su arrojo para documentar —aunque se trata de una ficción— el universo entero de una muchacha que descubre su sexualidad, el amor y los errores de madurar. También es, gracias a Adèle Exarchopoulos y Léa Seydoux, uno de los grandes logros de la actuación en lo que va del siglo.
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Antes de la medianoche (Dir. Richard Linklater, 2013)
Si bien parecía que las películas anteriores de la trilogía Before habían abarcado todas las posibilidades en un romance entre un texano y una francesa, Richard Linklater demuestra en esta última parte que siempre se puede –y debe– añadir algo: las dificultades. Sin perder el optimismo de Antes del amanecer (1995) y Antes del atardecer (2004), la película explora lo que implican el éxito, la convivencia y la familia entre dos jóvenes que un día amanecieron juntos, convertidos en adultos. La madurez, parece decirnos la película, es un punto de crisis pero también uno de reencuentro.
Gloria (Dir. Sebastián Lelio, 2013)
La película que lanzó al estrellato internacional al director chileno Sebastián Lelio es la historia de dos amores: uno, el que Gloria, la protagonista, comienza a sentir por un hombre y que la ayuda a sobrellevar su soledad; el otro es el que no es capaz de sentir por sí misma. Su lucha por conciliar ambos –o por elegir sólo uno de ellos– delinea un personaje intrincado y variado, casi real, que no sería lo mismo sin la interpretación de Paulina García.
Carol (Dir. Todd Haynes, 2015)
Si La vida de Adèle es la historia de una maduración, Carol, del formidable cineasta estadounidense Todd Haynes, es la historia de una seducción. De principio a fin, los personajes de Rooney Mara y Cate Blanchett son mirados por la cámara mientras se miran entre ellas. Evitando la obviedad, raras veces se nos muestra lo que están observando porque lo que busca contemplar Haynes es la reacción que provoca el objeto del deseo. Situada en los años 50, la película recupera elementos de Douglas Sirk y su heredero, Rainer Werner Fassbinder, para hacer de una trama de amor prohibido uno de los grandes momentos del cine estadounidense actual.
45 años (Dir. Andrew Haigh, 2015)
Heredero del realismo de Lindsay Anderson y Karel Reisz, Andrew Haigh no nos muestra la crisis de un matrimonio que celebra 45 años juntos con la pirotecnia usual del melodrama. Al contrario, es en un ambiente grisáceo e intensamente silencioso que Charlotte Rampling y Tom Courtenay se cuestionan la validez de unos votos matrimoniales que esconden un fantasma. Mientras tanto, Haigh explora la memoria, el perdón, la vejez y la relación que tienen cada uno de estos elementos para manchar lo que, en teoría, debería ser una ocasión alegre.
Paterson (Dir. Jim Jarmusch, 2016)
Quizá la historia de un poeta que compone su mayor obra inspirado por el espacio y el poema que habitó —¿inventó?— William Carlos Williams no prometa romance, pero en la tierna relación del protagonista y su esposa nos encontramos con una imagen ideal del amor. Aunque no se trata de una «película de amor», sí presenta un retrato de él que vale la pena destacar. Él es un chofer de autobús en la ciudad de Paterson en Nueva Jersey; ella, una artista del hogar que exhibe en sus renovaciones caseras la misma creatividad que él. Cuando la tragedia incursiona, ella es su refugio y su esperanza. Romance o no, también es importante decir que Paterson es una de las mayores películas de Jim Jarmusch.
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El hilo fantasma (Dir. Paul Thomas Anderson, 2017)
El amor no sólo es el encuentro de dos libertades que se nutren. También puede ser la lucha por el control del otro. Paul Thomas Anderson lo ilustra como esto último en la historia de un dictatorial diseñador de moda que encuentra en una joven mesera no sólo a su musa y su amante, sino también –y quizá sobre todo– a su némesis. Lo que comienza como película romántica pronto se convierte en un inusual filme bélico y en una brillante crítica a la institución matrimonial y los roles de género.
Historia de fantasmas (Dir. David Lowery, 2017)
Ensayo sobre el tiempo y el nihilismo, este filme de David Lowery es también una imagen del luto, el recuerdo y el abandono de un amante que ha muerto. No recuerdo que alguien se comiera un pastel con tanta rabia y melancolía como Rooney Mara en una de las imágenes más hermosas de la película. Tampoco recuerdo la eternidad representada de forma tan ingenua y tan perdurable.
Una bella luz interior (Dir.ª Claire Denis, 2017)
Como Gloria (que también forma parte de esta lista de mejores películas de romance de la década) este es otro filme sobre una mujer que encuentra el amor propio, pero uno más extraño y quizá más contundente. Basada en Fragmentos de un discurso amoroso, del lingüista Roland Barthes, esta película de la maestra francesa Claire Denis –y protagonizada por Juliette Binoche en uno de sus mayores papeles recientes–, explora la vida de una artista que intenta encontrar el cariño en otros. Sin embargo, a partir de discusiones cuyo contexto ignoramos, va encontrando las dificultades de ser amada, incluso por sí misma, y la necesidad de bailar sola.
Llámame por tu nombre (Dir. Luca Guadagnino, 2017)
Dirigida por el italiano Luca Guadagnino, esta cinta no es un retrato político de la homosexualidad, y quizá ni siquiera sea un indagación compleja de la atracción. En cambio, sí es un retrato magnífico de la belleza y el placer. Su trama presenta un enamoramiento clásico –en el sentido más griego– entre un joven y un adolescente, atractivos efebos ambos, en la sensual campiña italiana. A lo largo del metraje los veremos escuchando, tocando y bailando música evocadora, comiendo platillos exquisitos o asoleándose con absoluto desenfado. Más que una película Llámame por tu nombre es una vacación.
Un amor inseparable (Dir. Michael Showalter, 2017)
Esta película de Michael Showalter, escrita por Emily V. Gordon y Kumail Nanjiani, es la menos subversiva del grupo pero también la más humorística y cálida. Basada en la relación real de sus guionistas, Un amor inseparable es una comedia romántica que logra una inteligente representación de un amor moderno: entre los temas se atraviesan la diversidad, la tradición, la migración y la muerte pero, por supuesto, su fin máximo es la conmoción de sus espectadores, que, quizás abrazados de alguien que los ama, harán bien en verla un Día de San Valentín.
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