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Cine

Muchos hijos un mono y un castillo – Crítica

15-11-2018, 5:54:40 PM Por:
Muchos hijos un mono y un castillo – Crítica

Tener muchos hijos, un mono y un castillo es el deseo de infancia que consiguió Julia Salmerón a lo largo de los años. Ella, como protagonista del documental, es quien mantiene al espectador frente a la pantalla gracias a su carisma, porque la historia deja mucho qué desear.

Cine PREMIERE: 3
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«¿A quién le va a interesar un documental sobre mi vida? A quien me conozca, tal vez, pero si no, a nadie le interesaría», dice Julia en un momento del documental en el que habla sobre el asesinato de su madre y la historia de algunos otros parientes. Ésa es la sensación que provoca Muchos hijos un mono y un castillo en el espectador, después de ver a Julia buscar las vértebras de su madre (las cuales ella robó del funeral muchos años antes) dentro del castillo donde vive. A lo largo de toda esa primera hora, lo único que rompe la monotonía del rastreo son las historias de los objetos que encuentra al escombrar cada rincón de la casa.

Todos en algún momento hemos visto un video familiar, y nos hemos muerto de risa viéndonos con una apariencia y comportamientos distintos a los actuales. Estos videos nos recuerdan algunos momentos –o personas– que habíamos olvidado, y su encanto radica en el hecho de que nosotros mismos fuimos parte de lo que se ve en pantalla. Ver Muchos hijos, un mono y un castillo es como ver un video casero… pero de una familia ajena.

Gustavo Salmerón, director del documental y también hijo de la protagonista, tiene la intención de incluir al público en el humor local con su madre a través de apariciones constantes a cuadro o únicamente con su voz platicando con Julia. Sin embargo, no es la historia misma, ni su interacción, lo que te hace sentir incluido, sino ella misma y su personalidad.

El gran acierto de la película y por el cual ha sido aclamado en medios especializados y en los Premios Fénix –donde fue nominado al Premio Netflix Ópera Prima y galardonado en la categoría de Mejor largometraje documental–, es el humor auténtico y natural de Julia. La protagonista es el tipo de persona que hace comentarios oportunos y espontáneos de cualquier situación con gracia, sin importar qué tan serio sea. Incluso, tiene acciones inesperadas, como untarse las cenizas de su esposo en la rodilla y los ojos como acto de superstición, para ver si puede ayudarla a mejorar su salud.

El trasfondo del documental –y el propósito del director Gustavo Salmerón– fue mostrar cómo una familia puede fortalecer los vínculos afectivos cuando tienen un objetivo en común (en este caso, encontrar las vértebras de la abuela del cineasta). Sin embargo, lo surreal de la historia de Julia daba para explorar muchos otros aspectos curiosos –como su relación con el mono, los obstáculos que atravesó para conseguir un castillo o el cambio drástico que sufrió después de perder el castillo– que en el producto final quedaron en segundo plano.

El título Muchos hijos, un mono y un castillo no representa lo que la película relata, pues aunque son los deseos de la protagonista, estos pudieron ser explorados con mayor detalle. Al dejar de lado la fascinante historia personal de Julia, la película desperdicia una oportunidad para explorar los vaivenes de la riqueza y la complejidad de mantener una familia unida. Desafortunadamente, la cinta se pierde entre anécdotas menores que, aunque definitivamente son muy entretenidas, no están relacionadas entre sí y no exhiben la premisa principal que fue la unión de la familia.

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autor Escribir y el cine son mis más grandes amores. Admiro a Tarkovski, pero lloro cada que veo Up.
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