El Muro de Berlín , que dividió Alemania de 1961 a 1989, fue uno de los símbolos más emblemáticos de las tensiones suscitadas durante la Guerra Fría. Su edificación generó dolor, frustración y miedo entre los germanos, así como en el resto del mundo que lo vieron como un acercamiento a un nuevo conflicto bélico, mientras que su destrucción renovó las esperanzas por alcanzar la anhelada paz tras un siglo XX plagado de conflictos.
Esto convirtió al Muro de Berlín en un personaje recurrente en el cine, no sólo como barrera física, sino sociocultural e ideológica, así como una presencia latente en un mundo dividido por los intereses políticos.
A continuación, las diez películas más importantes con el Muro de Berlín.
NOTA : La siguiente lista se encuentra en orden cronológico
Los peligros del amor (Dir. Billy Wilder, 1961)
Sólo un genio como Billy Wilder aprovecharía uno de los momentos más tensos en toda la historia de la humanidad como punto de partida para una de sus comedias más memorables, pero también más controvertidas, al grado que le llevó a ser tachado de insensible. La cinta nos lleva hasta Alemania occidental, con un empleado de Coca-Cola trasladado a la planta local tras un grave error cometido en la sucursal de Medio Oriente y cuyos planes de ascenso se ven en peligro cuando la hija de su jefe en Atlanta, encomendada a su cuidado, termina enamorándose de un germano del este que desea llevarla a vivir a Moscú. Su solución: incriminar al joven de cualquier modo para que sea hecho prisionero por las autoridades soviéticas. La cinta no incluye al Muro de Berlín en su trama, pero forma parte importante de la selección porque su rodaje se vio aquejado por la abrupta construcción del mismo, iniciada el 13 de agosto de 1961 y que obligó a la producción a trasladarse a Munich para completar el filme. Hoy las críticas a Billy Wilder son vistas desde otra perspectiva, pues el tiempo ha permitido comprender que el proyecto fue contemplado para un mundo muy distinto al que finalmente atestiguó su estreno.
Cortina rasgada (Dir. Alfred Hitchcock, 1966)
El espionaje y la política fueron elementos recurrentes en la obra de Alfred Hitchcock. Cortina rasgada es un buen ejemplo, donde se alía con Paul Newman y Julie Andrews para introducirnos con un científico norteamericano que abandona el mundo occidental en beneficio del bloque comunista. O al menos eso es lo que parece… Aunque incluye varios estereotipos de la época y los actores nunca fueron del agrado del cineasta, quien se vio obligado a incorporarlos por presiones del estudio, el filme se ha convertido en uno de los clásicos secundarios del Maestro del Suspenso gracias a su bien conocida habilidad para las vueltas de tuerca, que en este caso son atestiguadas por el personaje de la actriz, convirtiéndose así en los ojos del público. El Muro tiene una presencia importante como frontera geográfica, pero también simbólica al representar el cruce a la seguridad de los protagonistas y con ello, el triunfo del bien.
Funeral en Berlín (Dir. Guy Hamilton, 1966)
La Guerra Fría fue determinante para la popularización del cine de espías durante los 60: Hollywood sucumbió rápidamente ante los clichés, mientras que Reino Unido se inclinó por una ruta más refinada. El mejor ejemplo es Funeral en Berlín, con Michael Caine en el papel de Harry Palmer, un agente secreto con la misión de recibir a un desertor comunista, la cual se complica ante una serie de circunstancias suscitadas por las tensiones políticas de la región. El Muro puede apreciarse en numerosas ocasiones, destacando que algunas escenas incluso se observan algunas partes en construcción. Más curiosa aún es la anécdota durante el rodaje, pues se filmó tan cerca de la frontera interalemana que algunos soldados soviéticos ubicados en la parte oriental quisieron sabotear la cinta con espejos que reflejaban la luz solar a las cámaras, lo que obligó que la producción se trasladara a puntos más lejanos para algunas secuencias.
Octopussy (Dir. John Glen, 1983)
A nadie sorprende que el agente secreto más famoso de la ficción viajara a la frontera interalemana para concretar una de sus misiones más emblemáticas. Se trata de Octopussy, donde un caso de robo y suplantación de joyas y reliquias lleva al mítico 007 al centro de un elaborado plan soviético para forzar el desarme occidental mediante amenazas nucleares. Su estadía en el fragmentado país es breve, pero memorable, al ser la única película en toda la franquicia que muestra el famoso cruce entre ambas Alemanias: Checkpoint Charlie. Una situación curiosa para muchos, pero que se torna lógica si consideramos que los productores de la saga siempre se han inclinado por rutas más fantásticas que garanticen la atemporalidad y la universalidad fuera de las complicaciones políticas del mundo real.
Las alas del deseo (Dir. Wim Wenders, 1987)
Considerada por muchos como la obra maestra de Wim Wenders, la cinta nos adentra en un mundo resguardado por incontables ángeles que lo vigilan todo desde las alturas. Es así como conocemos a Damiel, quien desea renunciar a su celestial responsabilidad tras enamorarse de una artista circense y con ella, de toda la complejidad que implica el ser humano. Ningún sitio como Berlín para capturar esta profundidad: su emblemático Muro refleja una humanidad fragmentada por males como la tristeza, la frustración y la ira, mientras que su evidente decadencia permite soñar con la reconciliación absoluta. Después de todo, si hay algo que el personaje central ha aprendido con los siglos es que la naturaleza humana poco entiende de poderes superiores, pues su lucha implica una continua búsqueda sustentada sobre la experiencia, pero también las ilusiones.
Las leyendas de Rita (Dir. Volker Schlöndorff, 2000)
Resulta irónico que un símbolo de la represión y el rompimiento como el Muro de Berlín fuera visto por algunos como su única esperanza para mantener la libertad. Así lo demuestra Las leyendas de Rita, que se inspira en las vivencias de Inge Viett para introducirnos con una anarquista de Alemania occidental cuyo desprecio por el mundo capitalista le lleva a cometer toda clase de ataques contra el sistema. Un estilo de vida que le pone en la mira de las autoridades y que le obliga a cruzar la construcción para refugiarse en el bloque comunista con apoyo no oficial de su gobierno. Es entonces cuando la fémina vive en carne propia las carencias de un modelo económico que nunca había entendido del todo, un sacrificio que sirve de muy poco ante la inminente reunificación germana que reactivará su búsqueda. Una cinta poderosa, aunque injustamente criticada por sus estereotipos, pues realmente son una herramienta con la que se busca exaltar la perspectiva del personaje central ante el odiado capitalismo y la utopía comunista.
Berlin Blues (Dir. Leander Haußmann, 2003)
Adaptación a la novela homónima de Sven Regener, que nos traslada al distrito germano de Kreuzberg, cuya ubicación en la Alemania occidental no salvó a los negocios locales de verse aquejados por la cercanía del Muro, lo que resultó en un área dominada por grupos estudiantiles, artísticos y LGBT. Es así como conocemos a Herr Lehmann, un bartender del área, cuyos problemas personales lucen intrascendentes ante las presiones suscitadas en la parte oriental de la construcción y que desembocarán en su inminente caída. Una historia fascinante, tanto por la brillante recreación de la atmósfera espacio/temporal, como por sus esfuerzos en capturar la perspectiva de las subculturas marginadas del mundo capitalista.
Adiós a Lenin (Dir. Wolfgang Becker, 2003)
Muchas películas han capturado el sentir de una Alemania fragmentada, pero ninguna con la emotividad de Adiós a Lenin. La cinta protagonizada por Daniel Brühl inicia poco antes de la reunificación germana, cuando una ferviente seguidora del partido comunista cae en coma, para luego despertar en un país completamente distinto. Sólo que ella no lo sabe, pues en un esfuerzo por evitar un shock que pudiera terminar con su vida, su hijo idea un complicado plan para convencerla de que todo sigue igual, lo que le permitirá desarrollar una transición más paulatina y llevadera. El Muro de Berlín tiene una presencia mínima, pero fundamental para demostrar que, si bien las barreras geográficas fueron difíciles de romper, nunca tanto como las socioculturales e ideológicas de una nación brutalmente dividida por casi 30 años. El resultado es una exquisita metáfora sociopolítica sobre la esperanza del cambio frente a la añoranza del pasado por el miedo al futuro.
La vida de los otros (Dir. Florian Henckel von Donnersmarck, 2006)
Los métodos de espionaje y control de la República Democrática Alemana ya habían sido abordados por numerosos filmes, pero casi siempre desde la irrealidad occidental ante la estricta censura sufrida por los germanos del este. Todo cambió con La vida de los otros, cuyo estreno a 17 años de la caída del Muro le dio las libertades necesarias para profundizar en las operaciones realizadas por la policía secreta, convirtiéndose así en la primera gran película dramática desde la reunificación. Su grandeza radica en que lejos de satanizar a los involucrados, la cinta aborda su sentir en un sistema político en el que todos eran sospechosos, lo que invariablemente detonaba la identificación con las mismas personas que debían vigilar. Esta capacidad para capturar la hermandad y comprensión en una era aquejada por la intolerancia y la sospecha le valió el Oscar a Mejor película extranjera, superando en el camino a Guillermo del Toro y su El laberinto del fauno.
Puente de espías (Dir. Steven Spielberg, 2015)
Steven Spielberg, responsable de algunos de los mejores dramas cinematográficos, parecía el único capaz de adaptar la historia verídica de James B. Donovan, un abogado encomendado con la negociación secreta que pretendía intercambiar a un piloto norteamericano derribado en plena Unión Soviética por un espía de la KGB retenido como prisionero por los Estados Unidos. La responsabilidad le trasladó al centro de Alemania y con ello, a las fronteras entre el mundo capitalista y la cortina de hierro, donde un recién construido Muro de Berlín parece aumentar la crisis política durante uno de los puntos más críticos de la Guerra Fría y de toda la humanidad. Los sucesos estuvieron cerca de ser adaptados en 1965, con Gregory Peck y Alec Guinness en los roles estelares, pero MGM prefirió desechar el proyecto por las elevadas tensiones de la época.
Luis Miguel Cruz Algún día me uniré a los X-Men, la Alianza Rebelde o la Guardia de la Noche. Orgulloso integrante de Cine PREMIERE desde el 2008.