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Cine

Museo – Crítica

24-10-2018, 9:21:45 AM Por:
Museo – Crítica

El robo más espectacular en el México moderno sirve a Alonso Ruizpalacios para bordar una explosiva y entretenida meditación sobre el fracaso, la amistad y la identidad cultural. Museo es una de las mejores películas del año y al fin ha llegado a las pantallas.

Cine PREMIERE: 4.5
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Sólo los mediocres están siempre en su mejor momento, escribió William Somerset Maugham, quien ya llevaba varios años muerto como para saber que dos oportunistas de poca monta iban a tomarle la palabra, sin saberlo, en el México de finales de 1985. Habían pasado apenas tres meses desde los terremotos de septiembre y faltaba medio año para el Mundial de Futbol de 1986, y en Museo, la segunda película de Alonso Ruizpalacios, se respira como polvo la atmósfera de tensión entre esos dos polos: un país que se sacude los escombros al tiempo que se prepara para un carnaval.

Esta es la historia de un fracaso planeado, una amistad rota y una redención involuntaria; es la historia de una pareja dispareja que, como la sociedad que los crió, viven fascinados a la vez por el progreso y por el pasado, tanto, que no se mueven hacia ningún lugar. Juan (Gael García Bernal) y Benjamín, de apodo Wilson (Leonardo Ortizgris) son esta pareja de satelucos a quienes la modernidad del suburbio mexiquense no les trajo la plenitud anunciada por las inmobiliarias, sino apenas una insatisfecha adolescencia de clase media en la cual media es la palabra clave.

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Juan (Gael García Bernal) y Wilson (Leonardo Ortizgris) recrean el saqueo de más de cien objetos originales resguardados en el ala maya del Museo Nacional de Antropología.

 

La primera de las muchas ironías de la película es que sea a estos yuppies de poca monta, patéticos encantadores a quienes el azar abra las puertas para ejecutar el robo más ambicioso y extravagante del México moderno: el saqueo de más de cien objetos originales resguardados en el ala maya del Museo Nacional de Antropología. Se trata del mismo atraco narrado por la Princesa Yamal en uno de los pasajes más emotivos de Bellas de noche, el extraordinario documental de María José Cuevas que, como Museo, se asoma también a las ruinas de un pasado que sigue en ebullición.

La segunda ironía es que la película, coescrita por Ruizpalacios y por Manuel Alcalá (productor, por cierto, del documental de Cuevas), enciende los motores precisamente en donde las películas sobre robos suelen bajar el telón: en las secuelas del crimen, pasada la ráfaga de acción. El guion, justamente premiado en Berlín, revela un aprendizaje feroz y bien digerido de Sidney Lumet (Tarde de perros), Peckinpah (La huída) o Tarantino (Perros de reserva), en donde las tensiones se desatan una vez que la policía se ha perdido de vista.

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Cuando el dúo protagónico parte hacia la península maya en espera de encontrar algún comprador millonario para su botín, lo único que encuentran es la evidencia sostenida de su estupidez.

 

Cuando el dúo protagónico parte hacia la península maya en espera de encontrar algún comprador millonario para su botín, y lo único que encuentran es la evidencia sostenida de su estupidez, es cuando Museo emprende la exploración de sus personalidades y nos enfrenta cara a cara con la posibilidad de que nosotros, en las mismas circunstancias, quizá no seríamos mejores que ellos, aunque tuviéramos más suerte.

Entre sus virtudes, además de la precisión del montaje y la dinámica inteligencia de su puesta en escena, Museo tiene el acierto de utilizar los resortes habituales de sus géneros (es, al mismo tiempo, una comedia criminal, una buddy movie y un melodrama familiar) para desnudar nuestra conflictiva relación con el pasado y la Historia, como cuando Juan, a pesar de estar ofreciendo piezas de patrimonio nacional a un coleccionista británico, se siente ofendido al escuchar el término “prehispánico” y corrige airado: “se dice mesoamericanos o mayas, señor, eso es lo que son”.

Con el bisturí bien afilado para la comedia social, el director de Güeros se permite el chiste-en-clave de musicalizar la emocionante secuencia del robo con «La noche de los Mayas», de Silvestre Revueltas, apostando porque nadie entienda el sarcasmo. Como una réplica fiel del original (redondeada por el hecho de que el museo en el que ocurre el robo sea una réplica exacta construida en los Estudios Churubusco), Museo es una proeza de diseño y una entretenidísima aventura de género que resulta, además, un artefacto ácido y punzante de crítica social.

Juan (Gael García Bernal) a pesar de estar ofreciendo piezas de patrimonio nacional a un coleccionista británico, se siente ofendido al escuchar el término “prehispánico” y corrige airado: “se dice mesoamericanos o mayas, señor, eso es lo que son”.

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autor Periodista, cinéfilo y lector compulsivo, conductor en Mi cine tu cine (Once TV), locutor, jazzero y tragón. Miembro de la Semaine de la Critique de Cannes en 2014 y del Berlinale Talents Press. Estando antes en París, pasaba más tiempo dentro del cine que afuera, así que volví a la Ciudad de México en donde el cine es más barato y, digan lo que digan, se come mejor.
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