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Cine

Nación asesina – Crítica

11-10-2018, 1:12:53 PM Por:
Nación asesina – Crítica

Una película emocionante y violenta sobre las consecuencias de la hiperconectividad que combina el horror, el drama, la acción, la comedia y el thriller.

Cine PREMIERE: 3
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Es bien sabido que en esta época hiperconectada se tiene la posibilidad de una vida doble. Ser uno en carne y hueso, ser otro en el mundo online: redes sociales, mensajes de texto, mensajes de audio, fotografías, todo un conjunto de lo que somos o de lo que no podemos ser. Así pasa en Salem (una clara referencia histórica y literaria), una localidad en Estados Unidos que sirve como escenario para Nación asesina, y que cumple el viejo y acertado dicho: pueblo chico, infierno grande.

En Salem, dentro de su estructura de sociedad conservadora, convive una nueva generación de adolescentes en donde Lily (Odessa Young), Bex (Hari Nef), Sarah (Suki Waterhouse) y Em (Abra) son las protagonistas de una popularidad exacerbada al puro estilo Chicas pesadas (2004). Pero estas chicas tienen la “semilla” del discurso feminista que Nación asesina, de Sam Levinson, trata de adaptar en una película que combina el horror, el drama, la acción, la comedia y el thriller.

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Nación asesina es un proyecto pop, una vorágine de imágenes perfectas para una actualidad que necesita de la reivindicación de las minorías. Y es que Lily y sus amigas se convierten en una de esas minorías cuando, además de ser mujeres, son expuestas como las causantes (una acusación dirigida principalmente a Lily) de una ola de secretos develados por todo Salem: cada día, un hacker publica fotos, mensajes o videos relacionados esencialmente con la vida sexual de la víctima en turno. Lily se transforma en el objeto de odio de todo un pueblo compuesto principalmente por la fragilidad de los egos masculinos.

La facilidad de poder mutar de género en género cinematográfico hace que la película tenga un ritmo vertiginoso, como una alusión a la velocidad y a la facilidad para construir el “yo” perfecto con el botón “Publicar” en cualquier red social. En este prefacio conocemos el mundo banal, hipócrita y de pose que sortean día a día este grupo de amigas, una introducción sobre la “normalidad” perfecta y la tensión latente hacía lo femenino, que será interrumpido por la ira in crescendo de una comunidad moralmente ambigua que exige un castigo ejemplar.

Alejado de los primeros destellos que hablaban sobre el vacío o la peligrosidad del manejo de datos personales en la era digital, el director estadounidense trata de colocar a la película en territorios que parecen coquetear con temas como el empoderamiento femenino (feminismo per se), pero ¿lo logra? Después de la acusación y su persecución (con más de una hora de violencia física y sexual explícita casi gratuita) Lily llega a la misma conclusión de la Novia en Kill Bill (2003): la única manera de sobrevivir en un infierno chico es matar o morir, y si se piensa al personaje como la protagonista violentada que toma las armas (el mundo de Dietland en donde un grupo de mujeres elimina hombres violadores, por ejemplo), por más radical que parezca su determinación, es innegable que lo que tenemos en pantalla es la idea de un empoderamiento.

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Levinson convierte el instinto de sobrevivencia de Lily en un espectáculo que se regocija en la sangre del cine B, de los apocalipsis distópicos que hacen de Salem una mini alusión al clima político actual con discursos que validan la homofobia, la transfobia, el machismo y la misoginia. Lily se convierte en el ícono posmoderno que no busca la solución o la reconciliación ante el odio o la psicosis generalizada que rechaza la otredad; ella es, más bien, el actuar vertiginoso, inmediato, el carácter que define a su generación entrecruzada por discursos complejos y contrarios.

Hacia el final, Nación asesina crea la ilusión de una resolución y la apropiación del empoderamiento, sólo restaría preguntarse qué pasa con la representación de ese empoderamiento. Nación asesina es atractiva por su narración estilizada como la miseria seductora, satírica y discontinua que vimos en El club de la pelea (1999), además de eso, hay momentos Tumblr de chicas “rebeldes” con cuerpos delgados que imponen nuevos estándares de belleza: ¿a quién no le complacería ver a cuatro adolescentes guapas, à la mode, con increíbles gabardinas rojas sacadas de alguna película japonesa de culto, armadas hasta los dientes y listas para matar? La violenta fantasía de todos esos hombres que las persiguen es, irónicamente, ellas mismas después de empoderarse.

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autor Escribo sobre cine y televisión. Me gusta pensar las imágenes. Colaboradora en Revista Nexos, Butaca Ancha y F.I.L.M.E Magazine. Cuando sea grande quiero ser como Luisa, en Días de otoño de Roberto Gavaldón.
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