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Cine

Neruda – Crítica

05-03-2017, 8:23:42 PM Por:
Neruda – Crítica

Pablo Larraín le da la vuelta al relato biográfico con este thriller sobre Pablo Neruda.

Cine PREMIERE: 2.5
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El chileno Pablo Larraín es uno de los realizadores latinoamericanos más sobresalientes de la actualidad. Y es bastante prolífico. El año pasado dirigió dos largometrajes importantes sobre personajes históricos: por un lado, Jackie, sobre Jackie Kennedy, y por otro, la película Neruda, sobre Pablo Neruda. En ambas, producciones multinacionales, demuestra su capacidad en la dirección de actores, su determinación a no ceñirse al relato biográfico convencional, su capacidad para encontrar al diseñador de producción y al de vestuario adecuados para reconstruir épocas distintas, su habilidad para hacer que dos fotógrafos diferentes funcionen como vehículos unitarios de su discurso cinematográfico. No obstante, ambas cintas se presentan como relatos cansinos y repetitivos en los que Larraín le da mayor peso a la forma que al fondo, perjudicando el relato.

1948. Pablo Neruda (Luis Gnecco, bufonesco) es senador en Chile y acusa al gobierno, con una pericia verbal imbatible, de traicionar al país. El presidente González Videla no solo lo desafora, sino que manda arrestarlo y perseguirlo allá donde vaya. La misión se le asigna al serio y ficticio inspector Peluchonneau (Gael García Bernal, espléndido), quien comienza una persecución por todo el país, pues el poeta se mueve a la clandestinidad al no poder dejar Chile. Ante la posibilidad de convertirse en mártir de la libertad, Neruda le deja pistas a su perseguidor para que este se sienta cada vez más cerca de él, como si quisiera ser atrapado.

Neruda película

Larraín convierte así el relato biográfico de la película Neruda en un thriller de manufactura impecable, sin duda, pero carente de emociones y profundidad. El Neruda que retrata, a saber qué tan cercano o lejano a la realidad esté (el guionista Guillermo Calderón no tendría por qué ser fiel a la realidad, pero unos documentalistas chilenos que han hecho un trabajo sobre el Nobel, y que han enfrentado la férrea oposición de la Fundación Pablo Neruda, me decían que estaba alejadísimo y que en realidad responde a una distorsionada visión oficialista), es un personaje grotesco, decadente y egocéntrico, patético e infantil, que arriesga su causa por unas horas de diversión en algún burdel o por ser el centro de atención de alguna fiesta a la manera de las descritas por Tom Wolf. Es como un bufón que no se cansa de repetir el vigésimo de los 20 poemas de amor tantas veces como se lo piden con tal de ser loado y alabado.

Y el personaje de Gael, que Larraín utiliza como un narrador consciente de su papel en la caza del fugitivo, hace reiterativas reflexiones sobre sí mismo que en realidad acaban siendo sobre el poeta. Un perseguidor que siempre está varios pasos atrás de su perseguido, cegado por la confianza de que invariablemente terminará atrapando a Neruda pero que en realidad parece nunca querer hacerlo. Un perseguidor que termina invisibilizado por su fracasado afán de salirse del rol secundario que le ha tocado interpretar. En la película Neruda, Larraín rodea a sus protagonistas de personajes secundarios que más bien parecen parte del decorado, que cumplen una función formal para que la historia vaya caminando. Son casi comparsas en este juego del gato y el ratón en el que Larraín decidió regodearse, sin mucha fortuna, para darle la vuelta al relato biográfico.

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autor Nadie quiere acompañarlo al cine porque come palomitas hasta por los oídos e incluso remoja los dedos en el extraqueso de los nachos. Le emocionan las películas de Stallone y no puede guardar silencio en la sala a oscuras. Si alguien le dice algo, él simplemente replica: "stupid white man".
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