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Cine

No me ames – Crítica

26-07-2019, 1:43:28 PM Por:
No me ames – Crítica

Una cinta que intenta hacer una observación sobre la condición humana y su depravación, pero termina en un argumento de telenovela llevado al extremo.

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El silencio con el que corren los créditos finales es precisamente reflejo del vacío que le deja al espectador un filme tan brutal como No me ames, un vacío pesimista que por más de media hora se ha vanagloriado revolcado empachado en sus vueltas de tuerca infinitas pero relamiéndose en una crueldad explícita con supuestos subtextos acá dejados a mera especulación.

El cineasta griego Alexandros Avranas había demostrado en su trabajo previo un afán por la provocación con resultados irregulares: Señorita Violencia (2013) fue un ejercicio pleno y perturbador que lo llevó a ganar el premio de dirección del Festival de Cine de Venecia, mientras que Crímenes oscuros (2016), con Jim Carrey, lo mostró nuevamente perturbador pero afín a la violencia gratuita y sinsentido. No me ames, cuarta película en su filmografía, parece guiarlo precisamente en esa dirección de vacuidad.

Un largo plano secuencia, ejecutado sin más artilugios estéticos que un dolly pero sí con una perturbadora brutalidad al lado de la piscina de una lujosa villa, es un ejemplo de aquello: lo que menos queremos es seguir mirando esa vejación reduccionista que allí ocurre. Pero forma parte de lo que ha ocurrido y seguirá ocurriendo en este filme al que, más que encontrarle interpretaciones críticas sobre la decadencia de la sociedad griega o la violencia contra las mujeres (más bien va por el rumbo contrario), se le ve pleno odiando a sus actores, a sus personajes, generando un exhibicionismo crudo que finalmente queda reducido a la vacuidad más absoluta. Es como si se le extirpara la sustancia a Haneke o a Verhoeven y se les añadiera, además, mucha más explicitud, del tipo del exhibicionista que abre su gabardina en medio de un parque público un domingo a mediodía.

Y aunque la primera parte de la película está más armada como un thriller, con la tensión entre tres personajes moviéndose en un espacio que se percibe claustrofóbico, pronto esa incomodidad se traslada al espectador.

Una pareja (Eleni Roussinou y Christos Loulis) contrata a una joven inmigrante (Célestine Aposporis) como vientre de alquiler y la lleva a vivir con ella en una lujosa villa en un barrio alejado y exclusivo. Las mujeres se quedan en la casona mientras él va a trabajar. Intiman. Pero pronto la aparentemente recatada esposa se siente ofendida con el comportamiento de la chica y discuten. Sale a dar una vuelta en auto y después el marido es avisado de que su esposa ha fallecido en un accidente y ha quedado calcinada.

A partir de ahí el relato se descose y se vuelve cada vez más perturbador. Pero gratuitamente. Lo que se cuenta no es una observación sobre la condición humana y su depravación. Lo que se cuenta es un argumento de telenovela llevado al extremo, realzando aquello que la televisión todavía no se atreve a mostrar en el horario estelar de sus melodramas. Los protagonistas bien podrían ser David Zepeda y Kimberly Dos Ramos o Esmeralda Cruz y Pablo Martínez-Negrete. Y Manuel Ojeda haría ese personaje que cataliza toda esa violencia vacua en la que Avranas se regodea. El resultado sería más o menos el mismo pero nos ahorraría al señor de la gabardina.

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autor Nadie quiere acompañarlo al cine porque come palomitas hasta por los oídos e incluso remoja los dedos en el extraqueso de los nachos. Le emocionan las películas de Stallone y no puede guardar silencio en la sala a oscuras. Si alguien le dice algo, él simplemente replica: "stupid white man".
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