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Cine

Noches de Julio – Crítica

27-09-2019, 2:29:15 PM Por:
Noches de Julio – Crítica

Noches de Julio es un drama intimista atípico que apuesta por contar su historia a partir de texturas, un relato sobre el encuentro de dos soledades.

Cine PREMIERE: 3
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Drama intimista atípico en estos momentos en los que el cine mexicano está cargado de comedias, Noches de Julio apuesta por contar su historia a partir de texturas, lo mismo sonoras que visuales, sin perder el hilo de un relato sobre el aparente encuentro de dos soledades peculiares y la explosión romántica que las acerca.

La ópera prima de Axel Muñoz explora en la utilización sistemática de los close-ups para acentuar enfáticamente en la disfuncionalidad social del Julio del título (Hozé Meléndez acostumbrándose a estos personajes), empleado de una tintorería que, nos enteramos de inmediato, está obsesionado con Sofía (Johanna Murillo), una madura y atractiva clienta a cuya casa se cuela por una ventana que abre con ganzúas para “conocerla y conocer sus cosas” porque le gustan ella y su casa.

Con unos antecedentes que desconocemos pero que se mencionan varias veces, que bien podrían referir al Trastorno Antisocial de la Personalidad, Julio procura mantenerse aislado de sus compañeras y actúa tímidamente con su jefa (Laura de Ita), quien incluso quiere ascenderlo. Sin embargo, es confrontativo e incluso violento con su casera (Martha Claudia Moreno), que quiere correrlo del cuartucho que le alquila y que no le paga.

De repente, aparece un tercer personaje, Mara (Florencia Ríos), una chica aparentemente con las mismas costumbres que Julio y que de hecho sigue sus pasos tal y como él los de Sofía, quien de buenas a primeras desaparece de la historia. Muñoz entonces enfatiza en el uso de las texturas que había dejado claro desde los créditos iniciales. Va del fetichismo al enamoramiento, y de la realidad a lo que podría ser un producto desbordado de la imaginación que recuerda aquella cinta de Kim Ki Duk titulada 3-Iron (2004).

Aunque la película se desarrolla con pocos diálogos e insiste en el silencio de los personajes, es también insistente en no permitir el silencio ni por un segundo. Hay música ambiental o sonidos todo el tiempo, por ejemplo, insistentes ladridos que hacen referencia al estado emocional y mental del personaje de Julio. O los pasos, dotados de un peso fundamental para dar cierto aire de suspenso y advertencia. Un trabajo en conjunto entre Isabel Muñoz, quien se encargó del sonido, Federico Schmucler, que hizo la música, y León Felipe González, a cargo del diseño sonoro, aunque seguramente influido por la experiencia de Axel en el sonido.

Y aunque Muñoz y su guionista Claudia Garibaldi no se andan por las ramas (la película no llega ni a la hora y veinte minutos de duración) dejan varios cabos no necesariamente bien atados. Y a pesar de que no se quisieron comer el mundo en su primer bocado, se abocaron a un trabajo visual, cortesía de Oswaldo Toledano, que al final parece más efectista que eficiente.

Hoze Meléndez cumple y consigue transmitir las emociones de su personaje con escasas expresiones; sin embargo, Julio es uno de esos papeles que ya parecen habituales en su carrera. Florencia Ríos, por su parte, se confirma como una actriz con un potencial interesante más allá de las historias de terror en las que ha trabajado.

Al final, cada quien interpreta a su modo la historia. El cambio de iluminación y expresividad le dan indudablemente un toque onírico. Y nunca pierde el anclaje a la realidad, centrándose en esa intolerancia a lo diferente que se enfatiza una y otra vez cuando a Julio le dicen rarito para increparlo y reducirlo.

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autor Nadie quiere acompañarlo al cine porque come palomitas hasta por los oídos e incluso remoja los dedos en el extraqueso de los nachos. Le emocionan las películas de Stallone y no puede guardar silencio en la sala a oscuras. Si alguien le dice algo, él simplemente replica: "stupid white man".
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