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Cine

Nuevo orden – Crítica de la película

22-10-2020, 5:26:05 PM Por:
Nuevo orden – Crítica de la película

En un país cada vez más dividido por un presidente, por las clases privilegiadas, por una realidad cada vez más asfixiante e injusta para la mayoría de la población, ¿cómo recibir el mensaje –profundamente clasista– de una película como Nuevo orden?

Cine PREMIERE: 2.5
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El mundo se cae a pedazos. El peligro y la desesperanza se respiran en el aire. Pero dentro de esta casa –una lujosa mansión en algún lugar privilegiado de la Ciudad de México– se vive una gran fiesta. Ostentosas camionetas, vestidos de alta costura, bocadillos incomibles y copas de champaña a medio tomar enmarcan una boda que reúne a la élite del país. Mientras unos bailan y celebran la ocasión, otros hablan de negocios, se drogan o reparten fajos de dinero como si se tratara de cualquier cosa. Pero incluso a esta gente privilegiada le es imposible desconectarse de la realidad que ocurre allá afuera. El color verde, ese maldito color verde de las protestas, se hace presente. De alguna u otra forma. Y su presencia cada vez más notoria hace evidente lo innegable: se está estableciendo un nuevo orden y ya no hay forma de evitarlo. Y en cuestión de segundos, una presencia enemiga advierte que este mundo de privilegio se ha roto para siempre. Ahora, lo que antes parecía una velada de lujos y privilegios, es atacada por un montón de salvajes; unos encapuchados y otros sin temor a mostrar en su rostro una gran satisfacción por arrebatarle a otros los que no han tenido nunca. 

En Nuevo orden, su nueva película, el galardonado cineasta mexicano Michel Franco escandaliza a su público en los primeros minutos con una secuencia que deja helado a cualquiera. Y rápidamente nos sitúa en un México distópico, de guerra civil, que se encuentra al borde del colapso por la desigualdad abismal que ha habido desde siempre entre las clases sociales de este país. 

Con su cámara, el responsable de cintas como Después de Lucía, Chronic o Las hijas de Abril nos plantea un México de dos contrastes totales; muy absolutos y muy reales: el de los ricos y el de los pobres. Y es en este momento, cuando el mundo colapsa, cuando comenzamos a percibir una división también de buenos y malos. Si bien esto es algo que se irá modificando –de cierta forma– a lo largo de la película, desde este primer momento, Nuevo orden deja en claro de qué lado está y no deja de tratar con benevolencia a la clase privilegiada de este país. 

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¿Cuántas veces no hemos escuchado o vivido en carne propia el clasismo de quienes poseen una vida privilegiada? ¿Cuántas miradas de repudio, acciones de rechazo, comentarios de superioridad no se emiten a diario en este país para referirse a los menos favorecidos? A excepción de un personaje que lo hace evidente –encarnado por Patricia Bernal–, todo esto no llega a ser tan obvio en la cinta como en la vida real. Desde luego que es ridículo pedirle a una cinta de ficción que refleje tal cual la realidad; sin embargo, bajo las reglas establecidas por el propio Michel Franco, la película Nuevo orden se sitúa en un contexto que coquetea con muchísimos elementos que forman parte de nuestro presente. 

Aquí los ricos sufren, y ven materializada esa pesadilla milenaria –e infundada– de que algún día serían atacados por la servidumbre, por los pobres que los miran con envidia. Y esos pobres, aquí, son retratados de la peor forma: como criaturas salvajes sin corazón, como zombies hambrientos –no hambrientos de carne humana, sino de riqueza–, como seres despiadados, carentes de toda conciencia y humanidad, que desestabilizan el mundo para apropiarse de lo que nunca han tenido y que, bajo este nuevo orden, ahora les pertenece por tomarlo a la fuerza. 

Distopías mexicanas Nuevo orden

En un país donde la mayoría de las veces alzar la voz y destruir monumentos han sido la única forma de llamar la atención y solucionar los problemas que tanto nos lastiman, Michel Franco criminaliza la protesta. Le da la razón a aquellos que juzgan a quienes, de forma desesperada, exigen justicia desde las calles. En un contexto nacional donde las mujeres, más que nunca, se han unido para poder conseguir un país seguro para ellas, la película Nuevo orden utiliza el color verde –símbolo de la lucha por el aborto legal en nuestro país– como señal para ilustrar el peligro y para distinguir a quienes buscan desestabilizar el mundo. En este país en llamas, destruido por el “odio de los pobres hacia los ricos”, aparecen monumentos vandalizados, vehículos incendiados, militares en las calles y un letrero donde se lee la consigna “Ni una más”. En un país cada vez más dividido por su presidente, por las clases privilegiadas que se sienten amenazadas, por una realidad cada vez más asfixiante e injusta para la mayoría de la población, ¿cómo recibir el mensaje –profundamente clasista– de una película como Nuevo orden

Pero es el caos que la propia cinta plantea lo que termina por enredarla en sus ambiciones narrativas. Nuevo orden pasa de ser un filme de ricos contra pobres para convertirse en uno sobre un país militarizado, donde la gente que empuña un arma busca formas cada vez más despiadadas por vengarse de este establishment ya derrocado. Eso sí, nunca dejando de obligarnos a sentir compasión por la clase privilegiada. Porque después de aquella escena polémica –vista en el trailer y que incendió las redes–, el filme no deja de golpear a los ricos y lo hace cada vez con más saña, llegando de nueva cuenta a esos elementos escandalizantes propios del cine de Franco, estremecedores pero hasta cierto punto, vacíos y que no llegan a ningún lado. Sólo nos provocan pensar si hubiese sido mejor que el filme siguiera por esa línea y nos mostrara a un México convulso y militarizado, bajo reglas bélicas, donde reina únicamente el lado visceral del ser humano; algo, tristemente, muy cercano a nuestro presente. 

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En el México de Nuevo orden, todos pierden. Pero es una realidad donde todo cambia para seguir igual. Y es por ello que da la impresión –por más increíble que parezca– que los que más terminan sufriendo son los que forman parte de la clase trabajadora del país, que ahora vive en un estado de sitio, en una distopía que les ha arrebatado la poca libertad que tenían. Ver todo eso reflejado en los ojos de la gran Mónica del Carmen –o en la mirada del novel y talentoso Fernando Cuautle– te eriza la piel y te deja con la idea desesperanzadora de que, aun en un mundo distópico como éste, tu color de piel o tu status social no dejará de ser una condena perpetua. 

El mundo ha aplaudido a la película Nuevo orden y seguramente lo seguirá haciendo. No por nada, el mismo distribuidor de Parásitos en EE. UU. ha tomado la cinta para impulsarla en aquella nación. Pero aquí, en México, el filme terminará siendo visto por dos ópticas distintas, muy absolutistas, como lo plantea la misma historia. Una la catalogará como “una cinta necesaria y una muestra de lo que nos sucederá la próxima semana” y otra, como la de su servidor, que la considera como una película más de “ricos filmando a los pobres” –unos ricos aterrados de los “pobres”, cabe aclarar–, que brillará más en este país por la polémica generada que por lo que cuenta en la pantalla.

Fernando Cuautle y Mónica del Carmen

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autor Apasionado de ver, escribir, leer, investigar y hablar sobre cine en todas sus formas. Soy fan de Star Wars, me sé de memoria todos los capítulos de Friends y si me preguntan de cine mexicano, no hay quien me calle. Editor en Cine PREMIERE.
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