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Cine

Había una vez… en Hollywood – Crítica

23-08-2019, 9:01:32 AM Por:
Había una vez… en Hollywood – Crítica

Tarantino no ha hecho una obra maestra, pero sí su película más íntima y una especie de testamento.

Cine PREMIERE: 3.5
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El Festival de Cannes fue este año uno de introspección entre sus invitados de mayor peso. Pedro Almodóvar recordó su carrera, sus amores y a su madre en Dolor y gloria (2019), mientras que Terrence Malick insistió en A Hidden Place (2019) —como en toda su obra reciente— en que la bondad es un camino inequívoco a la gracia. En Había una vez… en Hollywood (Once Upon a Time in Hollywood, 2019) Quentin Tarantino nos ofrece un parque de diversiones donde sus referentes favoritos —cinematográficos, musicales, culturales— se asoman como botargas para que la audiencia los reconozca y los abrace tanto como él mismo. Es un recorrido tierno —una palabra que nunca se me habría ocurrido asociar con Tarantino— que concluye con una desproporcionada y violenta venganza, quizá para recordarnos quién dirige la película pero sobre todo para afirmar a las cintas de explotación como el salvamento del cine. En suma, esto no quiere decir que Tarantino haya hecho una obra maestra, pero sí que Había una vez… en Hollywood es probablemente su película más íntima y una especie de testamento.

Una de las limitantes para la grandeza es el ritmo narrativo, que resulta bastante extraño. De hecho se podría decir que todo lo anterior a la secuencia final es una larguísima exposición que, más que revelar carácter e intención en los personajes, los utiliza para pasearse por el Hollywood de fines de los 60. Incluso vemos parodias de la época en el estilo visual de noticiarios, programas y películas; oímos su música en radios de coches e interiores, y brotan sus personajes —de Sharon Tate a Bruce Lee— como topos en una maquinita. Es discutible qué tan bien funciona. ¿Se trata de una subversión de la narrativa tradicional o de pobreza en la estructura dramática? Dado que Tarantino infructuosamente intentó algo similar en Los ocho más odiados (The Hateful Eight, 2015), me inclino a pensar que la muerte de Sally Menke, la editora de casi toda su filmografía, ha afectado su obra severamente, aunque al mismo tiempo le ha dado un riesgo inesperado: si antes el tiempo era convencional y llanamente dramático —todo lo que sucedía en pantalla estaba diseñado para contar la historia—, ahora Tarantino se conduce con calma, no para contemplar las imágenes pero sí para desarrollar placenteras naderías en conversaciones engendradas por el famoso diálogo de la Royale con queso.

Brad Pitt, Leonardo DiCaprio y Al Pacino en Once Upon a Time in Hollywood.

De la trama no puedo decir demasiado sin arruinar la experiencia de los espectadores e incluso el sentido de la película, pero se puede decir al menos un poco de la primicia y del carácter de los protagonistas. Leonardo DiCaprio interpreta a Rick Dalton, un actor que últimamente ha estado recibiendo papeles de villano en series de televisión, lo cual señala el ocaso de su fama. Su doble, chofer, motivador y mejor amigo por necesidad, Cliff Booth (Brad Pitt), es un silencioso veterano de guerra que puede o no haber matado a su esposa. En contra de la expectativa, no vemos al dúo en grandes aventuras que revivan la carrera de Rick sino haciendo su rutina a lo largo de varios días en 1969. Mientras tanto Sharon Tate (Margot Robbie) celebra su embarazo, se pasea con su esposo, Roman Polanski (Rafal Zawierucha), y presume sus pies a la cámara de Tarantino mientras se ve a sí misma en un cine. Esto nos lleva a la política del filme.

En buena medida, el rol de Tate es más el de un artefacto narrativo que el de un personaje: su carácter es ingenuo, y aunque su vida y su relación con Charles Manson resultan fundamentales para la historia, la mayor parte del tiempo Tarantino la ignora. Cuando no, la idealiza como una caricatura entrañable de la rubia estúpida. Esto sugiere una imaginación misógina en el director, que se expone más claramente en la humorística violencia hacia los personajes femeninos. Ver a las mujeres morir es un chiste, sobre todo si se encuentran al margen de lo considerado normal. En ese mismo sentido, Manson (Damon Herriman) y su llamada familia son expresados como representantes de la contracultura, detestada toda ella por Rick y Cliff, pero en la realidad Manson no fue el ideal de la izquierda estadounidense sino una desviación de ella; su visión apocalíptica remeda más bien la del conservadurismo radical. En estos aspectos Había una vez… en Hollywood revela a su creador como el limitado pensador que es, sin embargo eso mismo lo expone emotivamente como un espectador amoroso. En defensa del cine que lo formó, Tarantino tiende a destruir lo que se le oponga, porque más que matar las cosas que ama, cada hombre mata lo que las amenace.

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