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Cine

Pacífico – Crítica

19-10-2017, 11:00:21 AM Por:
Pacífico – Crítica

Con una mezcla elementos del documental y el cinema verité, Pacífico es un ejercicio formal que, como sus personajes, deambula sin dirección.

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Al hablar de su primer largometraje, Pacífico (2016), la capitalina Fernanda Romandía confiesa haber iniciado el proyecto sin saber si su intención sería registrar un documental con elementos y métodos del cine de ficción o una ficción cuyo material creativo fueran las imágenes documental. No tenía claridad sobre cuáles serían sus personajes, sus estructuras, sus arcos de narración y el guion, en palabras suyas, se escribió y reescribió sobre la marcha. Por desgracia, lo que la película resultante nos hace pensar es que la cineasta terminó el rodaje con la mismas dudas; los 70 minutos de Pacífico que este fin de semana llegan a la cartelera mexicana dan prueba de la disfuncionalidad –confesa– en su proceso creativo.

La anécdota parte de un entorno peculiar: las labores de cimentación de una casa diseñada por el legendario Tadao Ando en una costa del sur mexicano. Ahí, en torno a la monotonía obrera con la que se levanta una obra de alta arquitectura, se cruzan tres personajes: Diego, Oriente –trabajadores en la construcción; uno poeta y ensayista autodidacta, el otro, poseído de tiempo completo por sus notificaciones de Whatsapp– y una niña, Coral, quien deambula entre cimbras y castillos en busca, quizás en busca de una figura paterna. Cada uno vive hacia dentro de sí mismo, entregado a sus utopías: el regreso a la tierra natal en Michoacán, la belleza de un aforismo bien escrito o la infancia como refugio.

De la multitud de perspectivas y posibilidades que brindan este entorno, esta anécdota y los tres simpáticos personajes centrales, Pacífico elige no tomar ningún riesgo y no decir… nada. El gran elefante en el aula (el que un arquitecto de la talla de Ando proyecte una casa en el entorno más insospechado de la geografía mexicana) no es explorado más que como una anécdota ocasional. El guion escrito –es un decir–por Romandía y Daniela Schneider apuesta por la observación estéril, la distancia y la condescendencia de quien no sólo no entiende a los personajes de clases populares que retrata sino que, sin considerar que algo de belleza podría haber en el naturalismo de sus rutinas, los pone a recitar líneas inverosímiles con resultados que danzan entre la parodia y el desconcierto.

Coproducida por Bosco Sodi, interesante y polémico artista plástico, y por ND Mantarraya, de Carlos Reygadas, Pacífico sufre el desacierto de tener a las personas correctas desempeñando las funciones equivocadas: dos guionistas excepcionales como Pedro González Rubio (Alamar) y Joaquín del Paso (Maquinaria Panamericana) se encargan de la fotografía, mientras que una de las directoras de arte más estimulantes del panorama nacional, Daniela Schneider (La región salvaje, cuyo estreno fue pospuesto hasta el año que entraLas elegidas) se encarga aquí del guion y coproducción.

Me desmarco aquí de la crítica que hace hincapié en la ausencia de relato en propuestas como la de Romandía –“no cuenta nada”, es la más usual– pues la naturaleza de su forma deja claro, muy pronto, que sus intenciones no son narrativas. No hay pecado en ello. Lo que inquieta es la evidente desconexión y baja sensibilidad de la cineasta ante lo que ocurre frente a la cámara: a los tonos del habla, la textura de los rostros, las delicadas y silenciosas dinámicas sociales, fraternales y humorísticas, tan distintas a las de los barrios hype, urbanos y cosmopolitas de los que provienen sus realizadoras.

Si propuestas formales como Pacífico funcionan como pequeños milagros en cintas de Jean Rouch, Joris Ivens o el primer Juan Carlos Rulfo, es porque a las personas en pantallas las observamos directo a los ojos y no de arriba hacia abajo. Sin importar si Pacífico admite ser leída como documento o como ficción (y en realidad, no importa), es su carencia de dimensión humana lo que dinamita su propio concepto y la condena al puro y simple desconcierto. Lo único que vale la pena saber sobre el vacío es que no contiene nada.

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autor Periodista, cinéfilo y lector compulsivo, conductor en Mi cine tu cine (Once TV), locutor, jazzero y tragón. Miembro de la Semaine de la Critique de Cannes en 2014 y del Berlinale Talents Press. Estando antes en París, pasaba más tiempo dentro del cine que afuera, así que volví a la Ciudad de México en donde el cine es más barato y, digan lo que digan, se come mejor.
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