Padre no hay más que uno – Crítica de la película

A principios y a mediados de la década de los 2000, hubo una corta pero fructífera tendencia por presentar cintas con largos elencos infantiles poniendo en aprietos a los protagonistas adultos. La película Padre no hay más que uno se siente como un intento por volver a aquella “época dorada” del género que se vio marcado por títulos como La guardería de papá o Más barato por docena, sólo por mencionar algunos.

En ese afán de hacernos regresar en el tiempo, se utilizó un recurso infalible en estos tiempos, y ese no es otro sino el remake. El proyecto es una reinterpretación de Mamá se fue de viaje, filme argentino que, de hecho, ya tuvo su equivalente mexicano el año pasado.

La historia se centra en Marisa y Javier una pareja en la cual él es muy poco participativo: deja que su esposa lo haga todo mientras él, como informático sumamente ocupado que es, se la pasa trabajando. En resumidas cuentas, es lo que en la cinta se describe como un “esposo-cuñado”, alguien que está presente, pero en realidad, se desconecta para ocuparse de otros asuntos. Un día, ella se harta de la situación y decide tomar un viaje que, en realidad, estaba planeado para ambos con motivo de su aniversario, pero al que él no podrá acompañarla. Con esto, Javier se enfrentará al mayor reto que ha tenido en su vida: cuidar de sus hijos pequeños y adolescentes.

Dirigida por Santiago Segura –que también estelariza y escribe–, ésta es una propuesta dispareja que no está exenta de elementos rescatables, pero que, desafortunadamente, se ve sobrepasada por sus muchos errores. Todo comienza de manera firme, con algunos chistes dignos de hacernos soltar una risita aquí y allá, pero, con el paso de los minutos, todo se convierte en un despliegue de técnicas gastadas en el género familiar.

Resulta curioso, pero el guion recurre en gran medida al enfado del papá por tener que hacerse cargo de sus vástagos. Esta situación representa el mayor tropiezo del conjunto, pues para dejar claro su punto, el realizador presenta un sinfín de escenarios que, lejos de ser entrañables, terminan sintiéndose hirientes e incluso insensibles (sin entrar en muchos detalles, una broma recurrente es un comentario incisivo que Javier le hace a su hija para hacerle ver que no puede alcanzar sus sueños).

A esto tampoco ayuda la manera tan genérica en que se presenta el comportamiento del elenco juvenil. De acuerdo, sabemos que están en una edad de preguntas y descubrimiento, pero su excesiva energía es sólo un pretexto para poner a los chicos en sketches que rayan en lo absurdo. Ojo, aquí lo que no funciona es la construcción de los personajes. No obstante, las actuaciones cumplen bastante.

En contraste, algo que sí es sumamente entretenido es la trama paralela: aquellos fragmentos que, a la par de las desventuras del protagonista, nos muestran las divertidísimas vacaciones de la madre, quien para cubrir el puesto abandonado por su pareja invita a su concuña. Toni Acosta y Silvia Abril, intérpretes de Marisa y Carmen respectivamente, brillan con cada uno de sus diálogos.

Pero ni estos breves momentos genuinamente inspirados sacan a flote a la película Padre no hay más que uno, ya que, finalmente, todo se convierte en una obra llevada por el camino del cliché que, aunque pretende ofrecer una mirada conmovedora al significado de la relación entre padres e hijos, entrega una mezcla de mensajes confusos y humor seco que se intenta corregir cuando ya está por terminar la función. Sin embargo, cuando todo empieza a mejorar para los ficticios parientes, ya es demasiado tarde para que la audiencia conecte con ellos.

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José Roberto Landaverde Me fascina escribir, escuchar, leer y comentar todo lo relacionado con el cine. Me encanta la música y soy fan de The Beatles, Fleetwood Mac y Paramore. Mis películas favoritas son Rocky y Back to the Future y obvio algún día subiré los "Philly Steps" y conduciré un DeLorean. Fiel creyente de que el cine es la mejor máquina teletransportadora, y también de que en la pantalla grande todos nos podemos ver representados.