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Cine

Amor y monstruos – Crítica de la película

15-04-2021, 11:19:29 AM Por:
Amor y monstruos – Crítica de la película

Una cinta que será poco demandante para quienes gustan de universos de ficción más maduros y estructurados, pero que cumple gracias a sus intentos por rescatar el tradicional escapismo fílmico que tanto se busca en estos tiempos.

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Si se tuviera que definir el concepto de «serie B con alto presupuesto», no cabe duda de que la película Amor y monstruos sería la indicada para hacerlo, ya que el producto final es una combinación perfectamente balanceada de imaginación, creatividad y los recursos de un estudio de producción hollywoodense. Es curioso que un proyecto logre salir a flote con estas características, puesto que usualmente se le da prioridad a los aspectos comerciales y grandilocuentes por encima del ingenio o la intuición, pero aquí todo convive de manera armoniosa y efectiva. Aunque cuenta con una premisa simple, absurda y un tanto convencional, el conjunto destaca por sus efectos visuales impresionantes, humor sumamente bien colocado y escrito, secuencias de acción decentes y, sobre todo, porque sabe muy bien lo que es: entretenimiento puro.

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Se nos cuenta la historia de Joel (Dylan O’Brien), un joven tímido y nada hábil que debe sobrevivir en un mundo posapocalíptico en el que, debido al impacto de un asteroide radiactivo, todos los animales de sangre fría que habitan la tierra se convierten en criaturas gigantes, grotescas, hambrientas y temibles. Todo marcha medianamente bien hasta que decide salir del búnker subterráneo en el que vive para embarcarse en una expedición –muy bien fotografiada, pero típica de cualquier filme de aventuras que se precie de serlo– para ir a la colonia en la que se encuentra Aimee (Jessica Henwick), con el fin de reavivar su relación, la cual lleva interrumpida siete años. Cuando sube a la superficie, se enfrenta a un ambiente que había evitado.

Esta autoconsciencia mencionada anteriormente es, justamente, el motor de la narrativa, en el sentido de que, al no recurrir a la complejidad y optar por un rumbo cuasi paródico, es sencillo conectar de inmediato con lo que se ofrece, puesto que en todo momento se le recuerda a los espectadores que, esta vez, no habrá protagonistas serios y atormentados que libran batallas titánicas casi por obligación. Aquí, los personajes sí se ven motivados por el peligro que los rodea, aunque no por eso dejan de mostrar emociones. Desde su secuencia de créditos inicial, se puede notar que las cosas no se van a tomar en serio. Por supuesto, hay momentos emotivos, pausados y contemplativos, sin embargo, están tan bien insertados que no interfieren para nada con la intención general de divertir.

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Probablemente, esto se deba a las influencias que hay detrás de la película Amor y monstruos. Como productores están Shawn Levy y Dan Cohen (Stranger Things), mientras que el guion es de la autoría de Brian Duffield (Underwater) y Matthew Robinson (Dora y la ciudad perdida). Con esto en mente, queda claro por qué se perciben tintes de comedias ochenteras, pero también es fácil identificar las referencias más contemporáneas. Parte Zombieland y Depredador, parte Carpenter y Spielberg, los homenajes no cesan, pero la originalidad no se pierde.

En cuanto al elenco, acentuando el toque fresco pero juvenil que siempre es un sello de este tipo de obras, está O’Brien, quien en su rol principal se desenvuelve con tanto carisma que en ningún momento se pierde interés en su travesía. Es capaz de capturar perfectamente la inocencia, inseguridad y temor requeridos, pero resulta muy convincente la manera en que rápidamente puede cambiar a una personalidad enérgica y graciosa –mención aparte para el hilarante timing que tiene para esas narraciones fuera de cuadro–. Por otro lado, la interpretación de Henwick es fuerte y segura, cuestión que es todavía más creíble si se toma en cuenta que –afortunadamente– su papel no es retratado como un mero interés romántico, sino como una líder de su comunidad, que lucha cuando la situación toma un rumbo no esperado.

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Con sus apariciones secundarias, como un par de cazadores de bestias, Michael Rooker y Ariana Greenblatt también son responsables de muchas risas. Lamentablemente, alguien que no brilla para nada es el villano, que únicamente está ahí para llenar un espacio y, ya que su introducción se da hacia el final, queda poco tiempo para desarrollarlo plenamente, por lo que sus acciones se sienten apresuradas e innecesarias. Dan Ewing se esfuerza por entregar una buena contraparte antagónica, pero esto no es suficiente para salvar su intervención.

Dicho todo esto, es momento de pasar a un punto que no se puede dejar de comentar: el diseño de las criaturas que le dan título al largometraje. Gracias a un coqueteo entre lo hiperrealista y lo caricaturesco, los pobladores mutantes aportan un toque de rareza, muy ad-hoc con el tono disparatado que se maneja. Un maravilloso trabajo –nominado al Óscar– hecho por la compañía Mill Film. Es seguro atreverse a decir que esta es una propuesta que merecía totalmente verse en la pantalla más grande posible, aunque, por temas de pandemia, se haya decidido lanzarla en streaming.

La película Amor y monstruos será poco demandante para quienes gustan de universos de ficción más maduros y estructurados, pero cumple gracias a sus intentos por rescatar el tradicional escapismo fílmico que tanto se busca en estos tiempos, además de que, sin dejar de sentirse nueva, retoma lo mejor del cine de género de décadas pasadas. Si se quiere pasar un buen rato, no está demás darle una oportunidad.

Amor y monstruos ya está disponible en Netflix.

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autor Me fascina escribir, escuchar, leer y comentar todo lo relacionado con el cine. Me encanta la música y soy fan de The Beatles, Fleetwood Mac y Paramore. Mis películas favoritas son Rocky y Back to the Future y obvio algún día subiré los "Philly Steps" y conduciré un DeLorean. Fiel creyente de que el cine es la mejor máquina teletransportadora, y también de que en la pantalla grande todos nos podemos ver representados.
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