Aquellos que desean mi muerte – Crítica de la película

Comúnmente, los filmes enfocados en situaciones de tensión tienden a perderse entre un mar de intenciones mal ejecutadas. O llega un punto en el cual se abusan de las inverosimilitudes o en cierto momento todo toma, sin más, el camino fácil, aquel que se apoya en la simplificación extrema. En la película Aquellos que desean mi muerte, afortunadamente, no sucede ninguna de estas cosas. Por el contrario, se trata de una propuesta sobria, en el sentido de que no recurre a los típicos adornos de la industria fílmica estadounidense para dejar claro su objetivo. De hecho, esta naturalidad es el mejor atributo del proyecto.

Si bien estamos ante un largometraje que retoma cuestiones que ya se han visto en incontables ocasiones, todo se nos presenta con tal habilidad narrativa que resulta refrescante. Ésta es una cinta donde la crudeza y la visceralidad están siempre presentes, y en el que no hay ningún elemento que impida que pensemos que lo que estamos viendo podría suceder. Aquí los personajes exudan humanidad, tienen problemas mundanos –que no rayan en el sentimentalismo– y, sobre todo, hablan como se habla en el mundo normal, cosa que se agradece. Esto es algo que, sin duda, se puede atribuir principalmente a dos factores: el estilo del realizador Taylor Sheridan (Wind River) y el talento que conforma el elenco.

Se nos cuenta la historia de Hannah (Angelina Jolie), una bombera paracaidista que pertenece a un grupo conocido como smokejumpers. Mientras ella lidia con un trauma del pasado, se encuentra con Connor (Finn Little), un niño que huye de un par de asesinos (Aidan Gillen; Nicholas Hoult) que lo persiguen a través de los bosques de Montana. Así, ambos, asistidos por el sheriff Ethan (Jon Bernthal) y su esposa Allison (Medina Senghore), tendrán que evitar a los maleantes, al tiempo que sobreviven al fuego que se extiende sin piedad.

Es preciso decir que quien carga el peso del proyecto sobre sus hombros en todo momento es Jolie, con este protagónico que, sin lugar a duda, es una de sus mejores interpretaciones. Valiente y decidida, pero sin dejar de ser accesible, Hannah es una heroína que se quedará en la mente de la audiencia por mucho tiempo y esto es gracias a la intérprete que le da vida. Lo que hace la ganadora del premio de la Academia es excepcional, porque no cede a los convencionalismos que se perciben en otros personajes del mismo tipo. Ella actúa desde el corazón y el instinto, elevando sus escenas a otro nivel, ya que es capaz de capturar las complejidades psicológicas del duelo, pero también de sortear con temple y motivación las adversidades que la vida y la naturaleza le ponen enfrente, ya sean imponentes incendios, implacables tormentas eléctricas o incluso dos hombres por demás violentos que están al acecho. Este es un gran estudio de personaje que le debe su construcción al trabajo de la actriz y a un medianamente sólido guion de la autoría de Michael Koryta (autor de la novela en la que se basa el largometraje), Charles Leavitt (Diamante de sangre) y el propio Sheridan.

En la película Aquellos que desean mi muerte también destaca la actuación de Senghore, quien demuestra que la supervivencia es posible aún en los escenarios menos pensados. De mirada profunda, actitud serena y una determinación que no se recarga en la agresividad, su rol en el conjunto es notable.

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Sin embargo, quienes no brillan para nada son Gillen y Hoult. En un principio, sus roles parecen prometedores, pero poco a poco su participación se diluye entre diálogos genéricos e interpretaciones poco inspiradas.

Para pasar a lo técnico, quizá lo más importante sea mencionar que esta es una cinta con ritmo pausado, que sí recupera ciertos elementos del género de acción –particularmente en su tercer acto–, pero que le debe más al suspenso y al western. El conflicto tarda en llegar, pero cuando lo hace, el resultado es cumplidor. Sheridan hace de la frialdad y la melancolía recursos necesarios para que todo funcione, lo cual resulta irónico si se toma en cuenta que uno de los temas principales es la reacción contra el fuego que, además, gracias a la impresionante fotografía de Ben Richardson, se convierte en un villano más, que cubre la pantalla con una aterradora majestuosidad.

Con todo esto, la película Aquellos que desean mi muerte se convierte en una propuesta atractiva, que aunque tiene algunos problemas de edición y escritura, lo compensa con calidad actoral y una trama que se deslinda del artificio, dándonos a cambio entretenimiento con un realismo que ya rara vez se ve.

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José Roberto Landaverde Me fascina escribir, escuchar, leer y comentar todo lo relacionado con el cine. Me encanta la música y soy fan de The Beatles, Fleetwood Mac y Paramore. Mis películas favoritas son Rocky y Back to the Future y obvio algún día subiré los "Philly Steps" y conduciré un DeLorean. Fiel creyente de que el cine es la mejor máquina teletransportadora, y también de que en la pantalla grande todos nos podemos ver representados.