El ejército de los muertos – Crítica de la película

Para nadie es un secreto que a Zack Snyder le gusta dotar a sus cintas de una grandilocuencia desmedida. Este estilo le ha llevado a ser uno de los creadores más reconocidos, para bien o para mal, en el amplio mundo de las superproducciones, pues los resultados de sus trabajos siempre dan algo de qué hablar, al ser divisorias en cuanto a aceptación. Con la película El ejército de los muertos, la conversación, sin duda, estará más viva que nunca, ya que el creativo alcanza un punto máximo de excesos que en esta ocasión lo rebasa, dando paso a un desfile de inconsistencias que, por lo menos este año, ya no podrá ser igualado –y, tratándose de él, eso ya es mucho–.

Estamos ante un capricho, un proyecto que se siente descontrolado en todo momento y que, por si fuera poco, también se percibe calculado. Snyder le envía a la audiencia un mensaje claro: ya no hay nada ni nadie que lo detenga. Será tarea de quien esté del otro lado de la pantalla decidir cómo tomarlo, pero lo cierto es que este es el filme con el que se puede demostrar de mejor forma lo que sucede cuando se tiene la tan mencionada libertad creativa. El responsable de 300 y el corte alterno de Liga de la justicia está lejos de ser el “provocador” que dice ser, pero lo que sí se le puede reconocer es que sabe lo que quiere y que no repara en opiniones ajenas para plasmar su sello en la pantalla.  Lamentablemente, la ayuda del estudio de la N roja para sacar a flote el proyecto no fue sino una carta blanca para, ahora sí, desplegar todo un arsenal de recursos que, en lugar de servir a la historia que se está tratando de contar, únicamente satisfacen los deseos del encargado de la producción (no sorprende que, en entrevistas, el cineasta se deshaga en halagos para la empresa de Ted Sarandos).

Todo empieza tranquilo, pero, de a poco, las verdaderas intenciones del conjunto salen a la luz. Se trata de diversión pura, la credibilidad no tiene cabida. Ya no existe el debutante que homenajeó a George A. Romero con respeto y contención en el remake de El amanecer de los muertos –por decir algo, porque en dicha entrega también hay un dejo de desfachatez–. En aquella producción, la intención por emular el cine serie B se tradujo en una aventura pequeña y bien balanceada sobre un grupo de sobrevivientes, con buenas actuaciones, efectos y ritmo. Parecía que cualquier dominio y conocimiento que el realizador tenía sobre el subgénero zombie quedó en el olvido: aquí los no muertos se desenvuelven en su “vida”, o mundo, como humanos, piensan, saltan de rascacielos a helicópteros en movimiento, pueden tener bebés, lideran multitudes y son capaces de repartir trancazos a diestra y siniestra. Sin afán de revelar spoilers, pero cuando uno de los protagonistas tiene un combate cuerpo a cuerpo –patadas incluidas– con uno de los monstruos titulares, todo intento por tomar en serio la propuesta pierde sentido.

Por otro lado, dentro del elenco de la película El ejército de los muertos únicamente destacan dos interpretaciones, que son las de un sorprendente Dave Bautista que demuestra que puede capturar emociones humanas y serias y una hilarante Tig Notaro que se roba cada escena del proyecto con sus acciones y los mejores diálogos de un guion que, además de apoyarse en numerosos clichés, desperdicia cada oportunidad que tiene para diferenciarse de otros filmes similares. El resto del ensamble no se puede lucir, pues mueren muy rápido, se les dan acciones muy simples para llevar a cabo y la mayoría sólo desempeña el rol de una suerte de extras. Tampoco ayuda mucho que los personajes secundarios masculinos tengan un machismo caduco que se hace presente a ratos, o que los estereotipos raciales estén a la orden del día.

Eso sí, las escenas de acción trepidantes y la fotografía de Snyder –quien en esta ocasión prescindió de otro cinefotógrafo– brillan en medio de un trabajo de edición cuestionable y lleno de altibajos, pues se pudieron haber eliminado varias escenas innecesarias para que la duración no fuera de dos horas y media. Además, al tratarse de una cinta de este director, los covers a éxitos musicales de otras décadas en clave de balada y las secuencias en cámara lenta están siempre presentes abonando al tedio.

La película El ejército de los muertos no encuentra nunca su camino. Quiere ser una cinta de atracos tipo Ocean’s, una sátira, una simple función de medianoche con gore excesivo y un drama romántico, pero se torna completamente inverosímil al tratar de cubrir todos estos terrenos. Una buena noticia es que, contrario a lo que pasó con el efectivo y emocionante nuevo corte del súper equipo de DC, este largometraje no tendrá una versión extendida. Tanta locura haría explotar la pantalla.

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José Roberto Landaverde Me fascina escribir, escuchar, leer y comentar todo lo relacionado con el cine. Me encanta la música y soy fan de The Beatles, Fleetwood Mac y Paramore. Mis películas favoritas son Rocky y Back to the Future y obvio algún día subiré los "Philly Steps" y conduciré un DeLorean. Fiel creyente de que el cine es la mejor máquina teletransportadora, y también de que en la pantalla grande todos nos podemos ver representados.