El proyecto Adam – Crítica y sinopsis de la película

Nuestra crítica y sinopsis de El proyecto Adam. No es raro que una narrativa se repita constantemente para adaptarse a las necesidades específicas de diferentes filmes. El western, el cine deportivo, la ciencia ficción y todos los géneros, habidos y por haber, tienen establecidas varias estructuras base que solamente se reconfiguran, agregando, quitando y acomodando detalles para apelar a diferentes audiencias. Lo mismo sucede con el subgénero de los viajes en el tiempo: durante décadas se han reutilizado sus tropos de forma tan excesiva que, a veces, los resultados son terribles.

El proyecto Adam se desprende de la rama de las travesías temporales y no teme al dejar claro en todo momento que abreva de clásicos que han tratado el tema. No obstante, la sorpresa es que, a pesar de que no se puede asegurar que se trata de algo cien por ciento original, tampoco se puede pasar por alto lo propositiva que resulta.

Ahí está el viajero renuente, ahí está el acompañante que sigue sus pasos y que se desenvuelve como una suerte de segundo cerebro de tal protagonista, ahí está la guerrera o guerrero de otra línea temporal, ahí están la villana y el villano con hambre de poder, el constante peligro de una crisis cataclísmica, el inventor sabio, etcétera. Pero el director, Shawn Levy, y el equipo de guionistas, conformado por T.S. Nowlin (Maze Runner: Correr o morir), Jonathan Tropper (Hasta que la muerte los juntó), Jennifer Flackett y Mark Levin (Wimbledon, La isla de Nim), juegan las mejores cartas posibles para hacer que todo se sienta fresco. Las piezas encajan de forma funcional y pareciera que estamos en terreno inexplorado.

El año pasado, Levy ya había hecho algo parecido con Free Guy: Tomando el control. Dicho filme se puede describir como una mezcla entre Truman Show (1998), Ready Player One: Comienza el juego (2018) y El último gran héroe (1993). Si ahí el creativo ya jugueteaba con las características meta a las que se puede recurrir en la gran pantalla para construir una subversiva crítica al ámbito gamer.

Ahora repite el proceso, aunque no para satirizar, sino para diseccionar y hacer un repaso de lo mejor del sci-fi estadounidense de la década de los 80 e incluso un poco del nuevo milenio. Las referencias en turno van desde Mi encuentro conmigo, Frequency (2000) hasta Volver al futuro (1985) –no podía faltar–, pasando por Terminator (1984). Por si esto fuera poco, a ratos se perciben homenajes a El regreso del Jedi (1983). Ésta última no pertenece al canon de viaje en el tiempo, pero está sumamente arraigada a la cultura pop, así que su inclusión no está fuera de lugar.

A simple vista, las menciones a éstas cintas podrían parecer un recurso flojo para resumir la historia, pero, como pocas veces, es vital reconocer el papel de todas estas producciones en la creación de éste flamante conjunto. Si bien sus apariciones no están veladas, llega un punto en el que, gracias a varios replanteamientos interesantes, se olvida que están ahí.

Conocemos a Adam Reed, un niño de 12 años que, en 2022, está de luto por la reciente muerte de su padre. Además, a diario enfrenta abusos por parte de sus compañeros en la escuela. Un día, un piloto intergaláctico que viene del año 2050 estrella su nave en la casa del joven, entrando a nuestra línea temporal. De inmediato, ambos caen en cuenta de que son la misma persona –no es spoiler–. Así, inicia una aventura para salvar el futuro y el presente de la Tierra. Decir lo que sucede después sí es una mala idea, sobre todo si se quiere disfrutar la experiencia al máximo. De cualquier modo, con la sinopsis anterior es posible formar una idea del tipo de espectáculo que se nos presenta.

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Eso sí, lo que es importante mencionar es la calidad impresionante de lo que vemos. Es por demás notorio que, ésta vez, el estudio de la “N” roja no reparó en gastos para hacernos sentir como si estuviéramos en una sala de exhibición: lo primero que destaca son los impactantes efectos visuales. Vemos imponentes naves metálicas con contornos luminosos, soldados amenazantes y artefactos tecnológicos tan útiles como extraños. Si a esto le agregamos una paleta de colores vibrantes, la inmersión en el ambiente futurista es mayor. En la cuestión adrenalínica, todo es perfecto. Las canciones de Pete Townshend o Led Zeppelin que se eligieron para acompañar las escenas vertiginosas abonan al ritmo fluído.

Además, la fotografía hipnotizante de Tobias A. Schliessler (Hancock) –que coquetea entre la estética independiente y artificial– y el score de Rob Simonsen (Ghostbusters: El legado) –que hace uso de inquietantes sonidos de sintetizador– se complementan a la perfección. Hay que agregar que la mezcla de sonido es maravillosa en todo sentido. Con todo esto, es bueno reportar que ésta es de las pocas producciones del servicio de streaming que no se ve como hecha para televisión. Atrás quedaron los filtros prefabricados, aquí sí hay textura.

Las actuaciones son bastante sólidas. Shawn Levy vuelve a hacer dupla con Ryan Reynolds, quien da vida al Adam adulto. Sin alejarse del todo de su personalidad cínica y humor ácido, el histrión entrega una actuación un poco más contenida que de costumbre. Por su parte, Jennifer Garner, quien interpreta a la madre del héroe, no cuenta con muchas apariciones, pero le inyecta a sus escenas una naturalidad conmovedora. Zoe Saldaña interpreta a Laura, la esposa de Adam, y sus intervenciones son excepcionales, gracias a su habilidad para la acción y su actitud firme pero despreocupada. Asimismo, el antagónico de Catherine Keener cumple, pero la actriz podría mostrarse aún más temible.

Mención aparte para Mark Ruffalo, quien personifica a Louis Reed, el padre del protagonista. En su rol como científico, el actor se despoja totalmente de la timidez que le ha dado a muchos de sus personajes. Aquí lo vemos como alguien parlanchín y lleno de vida, algo poco común. Sin embargo, quien merece todas las palmas es Walker Scobell, personificando a la versión joven de Adam, que sin esfuerzo desborda carisma e hilaridad.

La película El proyecto Adam es otra grata sorpresa en la filmografía de su realizador y de sus estelares. En su colaboración previa, debajo de toda la parafernalia, se escondía un pertinente mensaje sobre las consecuencias de depender de la tecnología a diario. Ahora, se advierte sobre lo fatal que puede ser utilizar el tiempo de manera indebida, más aún si no es para estar con quienes amamos. Después de todo, las horas y los minutos nunca son suficientes para demostrar cariño. De nueva cuenta, estamos ante una entretenida megaproducción veraniega –y todavía no es verano–. Mínimas inconsistencias se asoman aquí y allá, pero son prácticamente imperceptibles. Lo que importa es disfrutar y asombrarnos como si no hubiera un mañana.

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José Roberto Landaverde Me fascina escribir, escuchar, leer y comentar todo lo relacionado con el cine. Me encanta la música y soy fan de The Beatles, Fleetwood Mac y Paramore. Mis películas favoritas son Rocky y Back to the Future y obvio algún día subiré los "Philly Steps" y conduciré un DeLorean. Fiel creyente de que el cine es la mejor máquina teletransportadora, y también de que en la pantalla grande todos nos podemos ver representados.