La Extraña Vida de Timothy Green – Crítica

En el cine, como en todo, en gustos se rompen géneros. Hay quienes disfrutan de las películas/cuentos de hadas y hay quienes no. Sin embargo, no importa si pertenece al género del terror, la aventura épica, la sátira, el romance o la fantasía sentimental como es el caso de la historia de la vida de Timothy Green, una película que será efectiva siempre y cuando cumpla con una condición: que logre su objetivo, independientemente de la categoría a la que pertenezca.

Desafortunadamente, este es el principal problema de la película de La Extraña Vida de Timothy Green, que molestará o no al espectador dependiendo de su muy personal tolerancia para con las historias “inspiradoras” de guión débil. En cierto modo, criticar a esta cinta de Disney se siente como dispararle a un conejito: es una de esas historias que desde que ves el trailer quieres que te guste y te imaginas a miles de mamás y maestros de primaria poniéndosela a los niños una y otra vez para sacar moralejas. ¿Qué moraleja? Eso es lo que nadie sabe.

Ante las tantas adaptaciones de cuentos, sí se agradece la realización de una película basada en una idea original, que nos invita a un universo mágico en live action, sin querer soltar el realismo de las relaciones humanas. Dirigida por Peter Hedges (Como la vida misma), cuenta la historia de Cindy y Jim Green, un matrimonio que al no poder cumplir su deseo de tener un hijo, decide enterrar en su jardín una caja con las cualidades que desearían en su primogénito. Tal como una margarita, Timothy crece de la tierra con la misión de cambiar sus vidas y la del pueblo entero.

Sus ingredientes son atractivos: el encanto de un niño con ese algo único (un guiño a Powder), mucho espíritu verde-ecologista, dosis de drama y el toque tipo “Había una vez”. Pero, ¿es suficiente sólo juntar estos elementos para comprometer emocionalmente a la audiencia? Aunque a ratos entretenida, no hay momentos memorables que dejen claro qué es lo maravilloso de la estancia de este niño en el mundo de Stanleyville, ni qué tipo de cambio provoca en sus habitantes, por lo que no logra el clímax emocional que busca.

Sí, muchos niños en Estados Unidos han sollozado con el final, pero se debe más bien a que les parece absurdamente triste que después de tanta magia prometida, la historia acabe en una arbitrariedad como esa (los que la hayan visto entenderán esto). Al final, es una película que no alcanza a conmover, ni a hacer reír con sus dosis de comedia, ni a crear verdadera consciencia sobre el medio ambiente, ni a hacer un verdadero análisis sobre la dificultad de las relaciones humanas. Desafortunadamente, se queda corta en todo.

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Jessica Oliva Periodista, editora en Cine PREMIERE y bailarina frustrada en sus ratos libres. Gustosa del cine, la literatura, el tango, los datos inútiles y de la oportunidad de desvelarse haciendo lo que sea.