Free Guy: Tomando el control – Crítica de la película

23 años después de The Truman Show (1998), llega la película Free Guy: Tomando el control, la cual funge como una versión alternativa de lo propuesto por Peter Weir y Andrew Niccol en aquella. En dicho filme hay una escena –presentada justo antes de los créditos– que quizá tiene más profundidad que los otros mensajes que se nos presentan ahí: una pareja de policías está atestiguando los emotivos minutos finales del reality show homónimo. Emocionados, los oficiales esperan que el protagonista cruce la puerta que se encuentra en el cielo para salir hacía su libertad.

La sorpresa es que, cuando todo termina, no pasa nada y se vuelve evidente que jamás sabremos lo que hay del otro lado. Con esta decepción, la expectativa de los televidentes rápidamente se convierte en indiferencia. Cuando la transmisión se corta y aparece la estática en pantalla, la reacción de uno de ellos es quedarse mirando fijamente a la inmensidad. Después de unos segundos, pregunta: “¿Qué otro programa hay?” Acto seguido, su compañero toma el control remoto y cambia el canal. ¿Qué hay más allá de la monotonía? ¿Somos capaces de moldear nuestro destino?

Resulta prácticamente imposible no detectar los paralelismos entre ambos proyectos –y tampoco es que en algún momento se niegue la inspiración–. Lo hecho por Ryan Reynolds recuerda a ratos al ya clásico rol de Jim Carrey. Aunque es claro que se reciclaron varios elementos narrativos, esta propuesta se diferencia porque no le habla a las personas que dependían de lo que se mostrara en la televisión durante la década de los 90 para entretenerse.

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El público meta de esta aventura son las personas que saben que hoy la tecnología ha evolucionado tanto que se puede hacer lo que sea. Los límites entre el mundo digital y el real se borran y los usuarios de computadoras y celulares, como el policía antes mencionado, constantemente cambian de “canal” o contenido, buscando nuevas fuentes de entretenimiento. Una de esas fuentes son los videojuegos, escenarios que ofrecen caos y distracción por igual.

Se nos presenta el día a día dentro de Free City, un videojuego de mundo abierto –al más puro estilo de Grand Theft Auto–. Ahí los robos a bancos, los asesinatos y las persecuciones en autos están a la orden del día. Aquí, el protagonista es Guy (Reynolds), un NPC, o personaje no jugador, que comienza a tomar conciencia de que vive en un entorno previamente programado. A la par de esto, somos testigos del trabajo de Millie, Keys y Mouser (Jodie Comer, Joe Keery; Utkarsh Ambudkar), tres desarrolladores prodigio. Ellos, en la realidad física, trabajan para desenmascarar a Antwan (Taika Waititi), un cínico magnate de la programación que encubre un secreto.

Lo que hace que la película Free Guy: Tomando el control sea efectiva es su renuencia para tomarse las cosas en serio. Los chistes nunca paran, aún en los momentos en los que parecería que los personajes lo perdieron todo. Tal comicidad omnipresente se debe en gran parte, sí, al carisma de sus protagonistas, en especial Comer y Reynolds. Este último logra sin esfuerzo alguno darle a Guy unos matices perfectos para la historia que se cuenta: balanceando la inocuidad con sinceridad y valentía, esta es sin duda una de las mejores interpretaciones de su carrera.

Sin embargo, el trabajo de Shawn Levy también resulta esencial para darle forma al largometraje. El encargado de hilarantes comedias como Date Night (2010) o la trilogía de Una noche en el museo mantiene su habilidad para crear tramas para toda la familia, al tiempo que demuestra que también puede manejar sin problema los retos que vienen con un blockbuster de proporciones enormes.

Otra cosa que ayuda a que todo salga a flote es el guion de la autoría de Zak Penn y Matt Lieberman. Tan sólo con ver nombre del escritor principal, la audiencia puede darse cuenta de hacia dónde irán las cosas. Penn coescribió la historia para la muy infravalorada El último gran héroe (1993) y también para Ready Player One (2018). Ambas cintas, al igual que esta, dependen mucho del humor autorreferencial y, además, ofrecen un vistazo perfectamente bien estructurado a las realidades alternas.

Si a todo esto le añadimos una genial combinación de efectos visuales sumamente llamativos y bien diseñados, queda claro que estamos ante una fórmula ganadora que resultará atractiva para chicos y grandes. Los colores y la acción explotan en pantalla de manera bienvenida y poco olvidable. Con movimientos de cámara ambiciosos y frenéticos, cada escena que transcurre entre bits es un agasajo.

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Esto no quiere decir que la cinta no tenga sus tropiezos. El más evidente es su ritmo disparejo, pues la primera mitad se siente lenta, como si únicamente se hubiera insertado en la narrativa a manera de introducción –un tanto larga y repetitiva– para el segundo y tercer acto que mejoran considerablemente. Es aquí donde todo se salva, al ahondar en las personalidades de los protagonistas, pero también ofrecer una sucesión de eventos tan emotivos como desfachatados que incluye risas al por mayor, batallas épicas y cameos inesperados, no sólo de intérpretes consagrados dentro de la cultura pop, sino también de temas musicales y gadgets más que reconocibles para cualquier persona que disfrute del séptimo arte.

Así, la película Free Guy: Tomando el control se convierte en una gran adición a la colección de producciones con temática de videojuego, un espectáculo que destaca por su tono aligerado y, más importante, porque sabe lo que es: diversión por la diversión misma. Dulce, conmovedora, disfrutable y original, ésta es una propuesta a la que vale la pena darle una oportunidad. Pero debajo del velo hollywoodense se esconde un importante y pertinente mensaje: hay más detrás de los aparatos electrónicos. Ver videos y jugar es satisfactorio, pero lo que nos da el planeta es mejor experimentarlo en carne propia. El amor, y sobre todo las amistades, estarán siempre para nosotros. A veces, para conectarse hay que “desconectarse”.

Free Guy: Tomando el control ya está disponible en Star Plus. Ve aquí el resto del contenido del mes.

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José Roberto Landaverde Me fascina escribir, escuchar, leer y comentar todo lo relacionado con el cine. Me encanta la música y soy fan de The Beatles, Fleetwood Mac y Paramore. Mis películas favoritas son Rocky y Back to the Future y obvio algún día subiré los "Philly Steps" y conduciré un DeLorean. Fiel creyente de que el cine es la mejor máquina teletransportadora, y también de que en la pantalla grande todos nos podemos ver representados.