Querido Evan Hansen – Crítica de la película

Quizás una de las distinciones más notables de una película como Querido Evan Hansen es que, desde su concepción como un musical para los escenarios, intenta poner sobre la mesa temas relevantes. Es algo notable hablar de ellos en un contexto adolescente en donde la soledad, la incertidumbre por el futuro y las nuevas formas de pensar se asoman con fuerza. Tristemente las ganas de querer abordar cada punto, de complacer a cada grupo y de tratar desesperadamente de marcar todas las casillas correctas de la woke culture, es lo que convierte a este filme en una amalgama un tanto extraña. 

Incorrecto sería decir que Querido Evan Hansen es una mala película, considerando el manual de cine en la mano. Su director Stephen Chbosky se esfuerza en todo momento por trasladar la historia al ámbito cinematográfico, aunque falla en el proceso. Especialmente porque se entrega por completo a convencionalismos y puestas en escena que resultan flojas para un musical. 

Sin embargo, es probable que el problema más grande de la cinta provenga desde el material de origen. Señalo esto con osadía, mientras confieso que he permanecido ajeno al musical de Broadway. No obstante, no resulta difícil adivinar en dónde está la falla y pareciera que ni Chbosky ni su equipo son los principales culpables. 

El argumento de la película nos invita a conocer a Evan Hansen (Ben Platt), un adolescente con un trastorno de ansiedad severo que le impide mezclarse con soltura en la sociedad. Esta condición ha hecho del chico alguien solitario, sin amigos y propenso a las burlas de sus compañeros de la escuela. Su único refugio es el calor de su madre (Julianne Moore). Ésta se esfuerza por lanzarlo al mundo mientras trabaja turnos dobles para poder pagar las terapias de su hijo. 

Allí se asoma una primera temática a tratar. A pesar de que Evan no es identificado como un personaje del espectro autista, sus características se prestan para poder charlar y reflexionar sobre ello. Al mismo tiempo aparecen los temas de la soledad, la depresión adolescente y el bullying que sucede en cualquier círculo social sin importar la edad. Más tarde la trama da un giro cuando su compañero de clase Connor (Colton Ryan) interactúa con él por un breve momento justo un día antes de suicidarse. 

A partir de allí el tema del suicidio es, extrañamente, un detonante para la trama. Por una confusión los padres de Connor (Amy Adams y Danny Pino) creen que Evan era su único amigo y por ello lo invitan a cenar a casa. Sin quererlo este par insta al joven a construir una historia falsa sobre su amistad. Al mismo tiempo que ellos se consuelan con la historia falsa de Evan, él huye de aquella soledad que tanto lo atormenta. Desde luego la mentira se desarrollará hasta puntos insostenibles, mientras que el muchacho también se siente atraído por la hermana de Connor.

Es mucha la gente que cree que Evan y Connor mantenían una relación amorosa. Y el primero no lo confirma ni lo niega. Sobre la mentira se erige también un tributo hacia Connor y todas las personas en situación de depresión. Una estudiante activista de la escuela (Amandla Stenberg) utiliza la muerte de Connor para escapar de sus propios problemas y conseguir cierta notoriedad para los movimientos sociales dentro del colegio.

En resumen, a partir de un episodio de suicidio, se desarrollan demasiadas tramas de oportunismo. Y la cinta justifica el accionar de dichos personajes como un escudo contra sus propias problemáticas. Esta oscura aseveración podría funcionar, si tan sólo Querido Evan Hansen fuera una película dispuesta a reflexionar con seriedad sobre la oscuridad del ser humano y sus errores. En cambio, se entrega a la condescendencia para convertirse en una feel good movie de manual.

Por otro lado, está la cuestión de que en realidad se trata de un musical. En las esferas de Broadway, esta obra ha ganado premios Grammy y Tony. Su traslado a la pantalla era un desafío desde el primer momento. A pesar de que algunas canciones y narrativas fueron eliminadas, el guion de cualquier forma se siente como «demasiado».

Chbosky lucha por mantener a flote todo el espectáculo. Construye un drama emocional atinado, parecido a sus anteriores películas (Las ventajas de ser invisible), pero falla al momento de hacerle saber a la audiencia que está frente a un musical. Resultan extrañas las incursiones musicales y los números son desangelados. Ben Platt es enmarcado con aburrición en primeros planos, mientras permanece sentado y gesticula el dolor del personaje. Dicho sea de paso, Platt realiza un trabajo encomiable, a pesar de parecer un adulto disfrazado de niño. Sin embargo, algo hace falta. Esa chispa y ese carisma inherente que se espera de un musical.

A pesar de la extrañeza de la obra, Querido Evan Hansen es una película disfrutable y entretenida. Configurada como una feel good movie, la película es capaz de sacar sonrisas o lágrimas. Los temas están dispuestos y revueltos sobre la mesa, pero lo importante es que están allí para su reflexión. Quizás un poco más de fuerza en su tratamiento, una puesta en escena más inspirada y una mejor condensación del material, le hubieran demostrado al cine por qué este musical es tan importante en el mundo de Broadway.

Debido a la crisis sanitaria por COVID-19, en Cine PREMIERE te recomendamos revisar con las autoridades de salud las medidas sanitarias necesarias (especialmente el Lineamiento general para la mitigación y prevención de COVID-19 en espacios públicos cerrados) antes de acudir al cine a ver una película. 

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Luis Angel H Mora Mi relación más estable es con el cine, la fiesta y la música. Me encanta escribir sobre cine, conocer gente nueva y compartir ideas. Idealista en todo sentido, supongo que es mi rasgo acuariano de ascendente.